Luna de Lunas

22. Todo valió la pena

Estoy en mi habitación y la discusión de Varick me tiene cansada, sé que está molesto porque Shyllen se quedará el fin de semana con su compañero. No debemos ser idiotas para saber que la niña regresará no tan niña.

Veo la hora y son las 11 de la noche, así que decido actuar frente al comportamiento de mi hermano postizo.

─ Necesito dormir, estoy cansada y de niñera no sirvo, menos de psicóloga infantil. ─ si las miradas mataran, creo que Varick habría cometido suicidio por mis palabras poco sutiles.

─ En verdad Vark, estoy cansada y estás joda que joda. ─ me apiado de su puchero y lo abrazo de manera tierna y continuo. ─ Ve a descansar grandulón, prometo que mañana te ayudo a realizar la operación de rescate y si es necesario secuestramos al Alfa de Alfas para que nos diga su paradero ¿te parece? ─ por su sonrisa sé que logré mi cometido, por lo menos me dejará en paz por hoy.

─ Gracias hermosa. ─ me despeina y se retira más calmado.

La habitación si mi hermana se siente tan sola, que, decido mirar el paisaje nocturno desde la ventana, siendo la única manera que tengo de apaciguar su ausencia. La noche están cálida, que logra disipar mí cansancio, sí como el sueño que me agobiaban.

Me encantaría que mi compañero estuviese a mi lado, pero con una loca fugitiva en la familia es suficiente.

No sé cuánto tiempo me perdí en el panorama nocturno, pero unos golpes delicados en la perta me regresan a la realidad. ─ suspiro con resignación al pensar que tras esa puerta está mi hermano y Varick con almohada en mano.

No pregunto quién es, al abrir soy sorprendida por los labios de mi compañero que devoran los míos sin vergüenza alguna. Ingresamos, coloco el seguro, rodeo su cuerpo con mis piernas dejando que sus manos ingresen bajo mi pijama.

Sus caricias me incitan al placer, un placer que quema y me deleita…

─ ¿Te puedo secuestrar? ─ Sí ─ contesto en el mismo nivel de deseo que él realizó la pregunta.

Retiro mis piernas de su cintura, me toma de la mano y con sigilo salimos sin ser descubiertos. Me indica que debemos apresurarnos porque nos están esperando.

Sé que mi cara es un poema cuando llegamos cerca al lago de la mansión. No es para menos, un helicóptero es el adono principal del lugar. Ahora entiendo su afán…

─ Alfa, Luna ─ es el saludo del piloto. Damos respuesta al saludo, pero Alay se apresura y me ayuda a subir, sé que está algo paranoico, no deja de mirar a todos lados.

─ Tranquilo, no creo que se dé cuenta. ─ tomo su mano y le sonrió para que se relaje un poco, sé el motivo de su nerviosismo, se llama Antoine y Varick.

─ Si tu hermano nos descubre, me ¡mata! ─ Eso no lo dudes. ─ muerdo mi labio de manera muy coqueta.

─ Si te arrepientes seré yo la que te mate. ─ el solo sonríe y agrega tímido.  

─ Le dejé una nota en la puerta. ─ ¿Cómo? ─ digo asombrada por su descaro. Pero no responde, no hasta estar ubicados en el helicóptero, luego su bella voz endulza mi oído.

─ Sí, pero tranquila, solo decía que no debía preocuparse, que yo te regresaría completa. ─ su voz por el intercomunicador suena muy sexy. Este hombre cada vez me fascina más.

Llegamos a una isla hermosa, todo el lugar es magnífico. Nos dirigimos a una cabaña alejada del caserío, es cómoda, elegante y tranquila.

─ ¿Quieres comer algo? ─ su pregunta tan cerca de mi cuello, ocasiona que un torbellino de emociones cobije mi cuerpo. ─ No. ─ me aferro a sus brazos y dejo que mi cabeza descanse en su pecho. Siento que estar a su lado es todo lo que necesito para ser feliz.

Ingresamos después de pasar unos cuantos minutos divisando el lugar. Pude ver una playa que mañana visitare para sumergirme en esa agua que, me invita con el movimiento apaciguado de sus olas.

Esa playa me recuerda a mi hermana, siempre deseamos estar en un lugar así, es una lástima que ella no esté acá conmigo para poder enterrarla en la arena como lo ha deseado.

Levanto mi ánimo porque sé que ella en este momento debe estar algo entretenida y no creo que, su deseo sea dejar a su compañero por mí, así como yo no quiero ser interrumpida en lo que resta de noche…

El movimiento de mi compañero me toma por sorpresa. Sus brazos me alzan cual princesa, rodeo su cuello y dejo que todo fluya con la misma pasión que sus besos aumentan. Mi cuerpo reclama por el suyo, la ropa me estorba y su respiración agitada ante mi tacto, me confirman que lo estoy haciendo bien.

Me coloca con mucho cuidado en la cama, se ubica encima de mi cuerpo dejando besos por mi cuello. Giro mi rostro ampliando el espacio para que marque con sus besos mi piel.

No tengo experiencia alguna, pero estoy a su merced para aprender, para que haga de mi cuerpo el instrumento perfecto de su deleite en los placeres del amor.

Me despoja lentamente de mi ropa, fija su mirada en la mía y la excitación que revelan sus ojos, sé que es la misma que reflejan los míos. El roce de sus manos en el proceso es una tortura, la mejor de las torturas.

Cada beso que deja en mi piel lo recibo gustosa, sé que no desea dejar espacio sin ser sellado con su boca, deseo que comparto, pues mi cuerpo le pertenece a partir de hoy…




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