Horas antes…
Breisthell me pide que lo acompañe a un lugar. Al llegar una señora mayor saluda con el mismo respeto que todos lo hacen, le entrega una llave, le dice que todo lo que el Alfa Belzhur ordeno, fue realizado sin inconveniente, se despide y se retira.
─ Ven, mi luz. ─ Dice ofreciéndome su mano, la tomo e ingresamos a la cabaña. Es hermosa, podría decir que parecida o igual a la que llegamos. Es amplia, elegante y con excelente vista a la playa.
─ ¿Cómo es eso que Alay, solicitó que la arreglaran? ─ Pregunto de manera acusatoria, ubicando mis manos en forma de jarra. Él se detiene, se acerca y contesta divertido. ─ Era sorpresa, pero como no quiero tener problemas contigo, decidí traerte. ─ Toma mi rostro y me besa suavemente.
─ ¿¡Así que me tienes miedo!? ─ Cuestiono sobre sus labios. ─ Digamos ─ hace una pausa y continua ─ que solo un poco. ─ Contesta profundizando más el beso.
Él revisó que todo estuviese según lo solicitó mi cuñado. Decidí dejar una nota sobre la mesa de noche, en ella los invito almorzar en la playa, solo espero que mi dulce y bocona hermana, no salga con sus comentarios pasados de tono.
Vamos camino a nuestra cabaña, pero estoy sumergida en mis miedos. No sé cómo tomará el hecho que mi apariencia real es otra, una que quizá y no le guste.
─ ¿Qué te sucede? ─ Se que mi preocupación es evidente y la pregunta de Breisthell me regresa a la realidad, una realidad que hoy debo asumir. No sé cómo verle a la cara, sin sentir temor al imaginar su rechazo por ocultar algo tan importante. Sé que debí decirle desde el principio, pero no me sentí preparada y aún no lo estoy, pero es hora de acabar con esto.
─ Debo confesar algo. ─ Suelto sin más, suspiro, me lleno de fuerza y agrego ─ no soy la chica que crees, mi verdadera apariencia es muy diferente. ─ Mi voz es temerosa, algo inusual en mí, pero ante él, no soy más que un manojo de nervios.
─ No tienes nada que temer, ─ se detiene, me abraza y continua. ─ Jamás juzgaría el que ocultes algo, estoy seguro que si así lo haces, es porque hay una razón para ello ¿o me equivoco? ─ Niego con un movimiento de cabeza, me aferro más a su cuerpo y siento como besa mi cabeza.
Al llegar a la cabaña le aclaró que no puedo durar más de un minuto con mi verdadera apariencia, también le cuento el motivo de vivir bajo este manto que me ha protegido de tanto y de tantos. Él solo me contempla con una risa cargada de admiración y amor.
Me retiro el collar y dejo que mi verdadera apariencia sea revelada. El iris de sus ojos cambia y por primera vez puedo ver al hombre y al lobo en el mismo cuerpo.
Su lobo toma el control, me toma en brazos y me besa, me besa con desenfreno, pero sin ser brusco o vulgar, sus ojos son realmente encantadores, es la mezcla perfecta de negro con visos blancos. Doy paso a mi loba, así ellos puedan disfrutar el uno del otro por este breve minuto, un minuto que desearía fuera para siempre, pero no puedo, no hasta la fecha pactada.
En el momento de colocar mi collar, su lobo desaparece. En mi pecho pude sentir su tristeza, esa tristeza por tener que alejarse de su compañera, así como de su parte humana.
Ahora tengo respuesta a lo que acaba de suceder, así como yo traje al cuerpo de mi compañero del portal de los muertos, Nalya es la única que tiene el poder de traer al lobo… el cuestionamiento de mi compañero hace que corte con mi pensamiento y descubrimiento.
─ ¿¡Tristán!? ─ Por el tono en su voz, sé que esta confundido y desesperado. Veo como se pasa las manos por la cabeza, su respiración es pesada y su sonrisa triste.
─ Lo lamento. ─ Digo acercándome, lo abrazo y agrego. ─ Sé, que mi bloqueo no permite que tu lobo regrese, pero ─ hago una pausa, suspiro y retomo ─ si desbloqueo mi verdadera esencia, podemos alertar al Alfa de Francia y el de Alemania, es algo que no podemos hacer aún.
─ Lo sé, hermosa. ─ Se aferra a mi cintura y dice. ─ No voy a negar que deseo que Tristán regrese, sin él no soy un verdadero hombre lobo, solo soy un hombre con super fuerza. ─ Su comentario me hace reír, pese a todo el no pierde ese sentido del humor que lo hace tan único y adorable.
─ ¡Un hombre que me encanta! ─ Digo tomando su rostro para poder besarlo. Pero antes de hacerlo una duda sale de mis labios sin poder retenerla.
─ Referente a mi apariencia real ¿qué piensas? ─ hace una pose de pensamiento elevando su mentón con el puño de su mano, me mira y contesta en tono sensual.
─ No me importa tu apariencia, eres el tipo de mujer que soñé, que anhelé y la que deseo por siempre a mi lado. ─ Me toma en brazos, me besa y me lleva a la habitación.
La habitación está decorada con flores blancas. Pétalos rojos dibujan un camino que nos guía a la cama, una cama de tendido blanco, con un corazón perfectamente diseñado con pétalos de rosas rojas… es realmente maravilloso.
El lugar es iluminado por dos velas ubicadas en una mesa, en la que hay una champaña y dos copas. Él sigue el camino, me deja sobre la cama y se gira hacia la mesa.
─ Hagamos un brindis ─ dice entregándome una copa de champan. Se sienta a mi lado agregando.
─ Hoy quiero brindar por ti. ─ levanta la copa, y yo hago la pregunta más inteligente de todas, arrugando un poco mi ceño.