Tomo fuerte la mano de Shyllen cuando observo como el hombre que dice ser mi padre, ingresa a la sala en el mismo tono egocéntrico que el padre de ella. Definitivamente no sé equivocaron con el hecho de ser amigos, son tal para cual.
Me fijo en cómo se ubica al lado del Alfa de Alemania, se estrechan la mano y se observan con extrañeza. Me queda claro que ninguno tiene la menor idea de por qué están acá.
─ Buen día a todos los presentes. ─ Saluda el supremo. Todos nos ponemos de pie, se escucha en el salón un buen día al unísono, seguido de una reverencia. Nos indica con la mano que nos sentemos y prosigue.
─ Estamos hoy reunidos para definir la situación de los Alfas de Alemania y Francia. ─ Los mencionados no dejan ni terminar al supremo con su pregunta cargada de asombro total.
─ ¿Qué? ─ Gritan, se levantan de su puesto y golpean la mesa. Miro a mi hermana y cruzamos una risa de satisfacción.
─ Señores, les recomiendo conservar la calma, ya tendrán tiempo de hablar. ─ Dice el Alfa de Alfas ante la osadía de interrumpir al supremo.
─ Como decía ─ el supremo suspira, toma una carpeta, la abre y agrega. ─ Han sido denunciados por tráfico de cachorros, incumplimiento de integración del linaje e intento de homicidio.
─ Esto es una falta de respeto, yo no tengo nada que hacer acá. ─ Dice molesto el padre de Shyllen tratando de salir de la sala, pero su paso es bloqueado por miembros de seguridad.
─ Le aconsejo que regrese a su lugar. ─ El supremo usa un tono de voz calmada, pero su expresión es molesta. El pobre Alfa no tuvo más opción que regresar a su puesto.
─ Les voy a explicar los términos de la demanda ─ los mira fijamente y continua. ─ no quiero interrupciones, les aclararé todo lo que deseen saber.
─ Es lo mínimo que esperamos. ─ Interviene el Alfa de Francia en tono molesto.
─ Las acusaciones de tráfico de cachorros, está fundamentadas con las pruebas y los testimonios de sus contactos en Rusia, Japón y China. ─ Por la cara de los acusados, asumo que fue sorpresa saber que sus mismos “amigos” los traicionaron. Pero se debe ser muy iluso en creer que en ese mundo se tiene amigos.
─ No se podía esperar más de esas sabandijas. ─ Son las palabras de mi supuesto padre ante lo expuesto por el supremo. Palabras que logran llamar la atención de los presentes.
─ Por su aporte, asumo que no niega los cargos ¿o me equivoco, Alfa Abad? ─ El Alfa de Alfas pregunta en tono serio, cruza los brazos y eleva una ceja, creo que tanto él como todos los presentes estamos asombrados del cinismo del acusado.
─ La verdad, no voy a negar nada ¿Tendría caso hacerlo? ¿No es mejor confesar y dejar tanto drama? ¿O prefieren que me haga la víctima? ─ Ver la sonrisa de satisfacción del Alfa de Alfas, me indica que no esperaba menos, por mi parte, ya nada que salga de la boca de ese ser me extraña, es simplemente escoria, una escoria que no merece tener a nadie a su lado… ¡Bueno, sí! A mi dichosa progenitora, una que hoy solo tiene tiempo de verse las uñas y mirar con asco a todos a su alrededor.
─ Y usted Alfa Meyer ¿Está de acuerdo con su amigo? ─ Ahora es el supremo quien pregunta al padre de Shyllen.
─ Mejor no lo pudo decir. ─ Una curva retorcida y ladina se alarga en su rostro, en lo que prosigue ─ De hecho creo que es hora de dejar tantos rodeos, pues gracias a nuestros perversos negocios ─ hace una pausa, ingresa las manos en sus bolsillos y agrega ─ sus traseros gozan de comodidad ¿No digan que nuestras contribuciones a sus miserables manadas no han sido de ayuda? ─ El lugar se llena de murmullos. Miro a Shyllen, ella solo niega e intensifica la fuerza en sus puños.
─ Tranquila. ─ Le digo tomando una de sus manos. Me mira y sus ojos me expresan la rabia que toda esta situación le causa. Las palabras que deseaba agregar quedan en el aire con la intervención del Alfa Abad.
─ ¡Bueno! Ya que ese punto se aclaró ¿Qué otro sigue? ─ Eleva su mentón, se rasca la cabeza y agrega. ─ Deseo resolver esto cuanto antes, no se ustedes, pero yo soy un hombre bastante ocupado. ─ Canalla, pienso, pero no puedo opinar, no aún.
─ Si así lo quieren, pues prosigamos. ─ Son las palabras del supremo.
─ ¿Me gustaría saber qué pasó con sus hijas? ¿Cómo es que la integración de su linaje no se llevó a cabo? ─ Son las preguntas puntuales que realiza el Alfa de Alfas y las cuales hacen referencia a Shyllen y a mí.
Tal fue mi sorpresa y la de todos cuando mi supuesto padre habla sin dolor alguno y confiesa todo sin tapujos. Cada palabra fue un puñal que de manera lenta ingresaba en lo más profundo de mi alma ¿Cómo fue posible que no se arrepintiera de nada? ¿Cuánto daño era capaz de causar? ¿Cuánto más debían esperar para ser castigados?
Veo como mi hermana pierde el equilibrio cuando escucha que, ellos organizaron la muerte de la Luna de Lunas, pero lamentablemente fue el joven príncipe el lastimado. En sus caras se refleja la satisfacción ante lo cometido, no demuestran remordimiento o arrepentimiento, son unos cretinos…
La ira se apodera de Varick al ver el estado en el que está Shyllen. No sé en qué momento él se acerca al Alfa de Alemania, lo toma de la camisa, lo sacude muy fuerte, lo empuja logrando que caiga sentado bruscamente en la silla.