Luna de Lunas

25. Siempre estaré a tu lado.

Salir del lugar en el que libre una batalla con mi propio padre, fue algo desalentador, no soy el tipo de mujer que desea la muerte de nadie, pero escuchar de su propia boca todas las atrocidades que hizo y la forma en que disfrutaba maltratando a los cachorros, violando y matando a tantos inocentes, me llevo a cegar mi conciencia y actuar sin razón.

Tomo del brazo a Kaliza, tanto ella como yo estamos realmente golpeadas y con heridas severas, heridas que no duelen igual a como duele la realidad, una que demuestra que nada es como uno sueña y que el príncipe que yo desee que fuera mi padre, no es más que un monstruo que habitaba bajo mi cama, ese monstruo al que todo niño teme, uno que por poco destroza mi alma.

Todos en el lugar están igual o peor que nosotras. Nuestros compañeros nos ayudan a salir, en la puerta veo a mi hermano y lo abrazo tan fuerte como mis pocas fuerzas me lo permiten. Él se aferra a mí y llora, llora porque en el fondo guardaba la esperanza de que sus padres cambiaran, un cambio que no será. Pero sé que llora también por todo lo que tuvo que vivir y soportar, sin duda es un guerrero de la vida, uno que no se dejó impregnar por el lodo que empaño a nuestros progenitores.

Al llegar a la mansión somos recibidos por los integrantes de la manada, unos que, pese a sus caras de satisfacción, no pueden ocultar los golpes por la batalla que pocos minutos atrás libraron.

Tomamos un merecido descanso. Ingreso a mí habitación y trato de conciliar el sueño, pero al cerrar los ojos, recuerdo el momento en el que cruce la mirada con mi madre, fue minutos después de dejar a un anciano con tan solo segundos de vida, una vida que quise terminar con mis propias manos, pero que agradezco a la Diosa de la Muerte por detenerme a tiempo, de lo contrario me hubiese convertido en alguien igual a ese ser.

Jamás pensé que ver el rostro de esa mujer no significara nada para mí, no era más que una desconocida, una que tuvo el mismo destino que su compañero, lo peor fue saber que me odio hasta el último momento de su muerte, siempre me culpo del desamor y rabia que Varick les tenía, pero fue algo que ella se buscó, algo que pudo evitar y no lo hizo. Así que su deseo de hacerme sentir culpable no le funcionó.

Luego de tratar sin éxito de conciliar el sueño, me dirijo al cuarto de mi hermana, ella está más tranquila, me ve y me abraza. Hablamos, lloramos y reímos por nuestra suerte, una que cambiará para siempre. Se que Antoine también sufrió por la pérdida de sus padres, era de esperase, fuese como fuese, eran sus padres, unos con los que convivio por más de 22 años.

(…)

Han pasado tres años, tres años en los que he aprendido todo de mi manada, una manada azotada por la desigualdad, el abandono y los malos tratos.

Varick ha sido mi mayor soporte, a él la manada lo respeta y lo quiere mucho, según me contaron, a espaldas del Alfa, siempre busco la manera de ayudar para mejorar las condiciones de todos, nunca le importo ser castigado por ayudar o servir a su pueblo.

Luego de escucha a todos creo que, fue tan injusto que los jóvenes tuviesen que aprender sobre la vida, la muerte, el dolor y la tristeza de una forma tan cruel y despiadada. Sé que, aunque la luna brille mejor que antes, y sus vidas hayan mejorado, no puedo desaparecer su pasado, pero si pude enseñarles a enfrentar las dificultades con la razón y el corazón.

He cambiado muchas de las reglas impuestas por ese ser que debe estar fundiéndose en las llamas del inframundo. Si él hizo o no lo correcto, es solo cosa del pasado, para mi es solo un mal sueño del que todos hemos despertado, pero tengo claro que la historia aún no ha finalizado, aunque mi puesto como Alfa sí.

No me acostumbré a ser llamada Alfa, para mí era algo temporal, el verdadero Alfa siempre estuvo entre ellos y su nombre es Varick Abad, mi hermano…

Me dirijo a la montaña, desde ella puedo observar mejor a una manada muy feliz que trabaja por el bien de todos. No puedo evitar que mis ojos se llenen de lágrimas al ver la risa en los rostros de todos los que una vez sufrieron, sonríen mientras la vida continúa siendo impredecible, nadie puede saber el momento exacto en el que, alguien similar a mi padre desee tomar de nuevo el control, pero hasta que ese día llegué, he de asegurar que en sus rostros esa felicidad no se borre. 

Inhalo fuerte, cierro los ojos y dejo que mi mente guarde las imágenes de este lugar, así como el de sus habitantes. Me voy con los mejores recuerdos y vivencias, quizá me olviden, quizá no, o simplemente me recuerden como la primogénita de ese infeliz, es algo que no sé, lo único claro en este momento es el hecho de volver y tomar mi verdadero cargo, cargo que después de mucho pensar he aceptado, soy la sucesora de Luna de Lunas, soy Shyllen Arthisa Luter, nombre que llevaré en honor a esa pequeña que murió en mi lugar.

Pese a todo, no puedo ocultar la felicidad que me invade al recodar que, gracias a este viaje, conocimos a los padres de esas pequeñas, personas de gran corazón que no dudaron en abrir las puertas de su hogar y hacer un espacio en su mesa para mi hermana y para mí.

Mi hermana se llevó a los padres de la verdadera Kaliza con ella, cada una decidió convivir con ellos y formar una familia, quizá no suplimos a sus verdaderas hijas, pero si llenamos ese vacío que tenían por su perdida.

─ ¿Por qué esas lágrimas?  ─ La pregunta tan inesperada de mi hermano me sobre salta, no lo vi llegar, aun así, limpio mis lágrimas y le contesto con un nudo en la garganta.




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