Luna de Lunas

29. Bellos durmientes

─ Hola mami. ─ Elevo mi vista observando llegar a mi pequeño al jardín.

─ Hola mi terrón ¿cómo estás? ─ Digo ofreciendo mi mano a mi hijo de un año que parece de 3, aunque su tía dice que de 5.

─ Bien. ─ Contesta algo inseguro. Sé que no está del todo bien.

─ ¿Qué traes ahí? ─ Pregunto, a sabiendas que lleva un libro de anatomía.

─ Mi libro favorito. ─ Me enseña el libro muy feliz.

─ Veo ─. Contesto sonriente.

─ Mami ¿Puedo quedarme en casa?

─ Pero es tu cumpleaños y la tía Kali te quiere ver ¿no quieres celebrar tu cumple junto a tu prima? Mejor ¿no la quieres conocer? ─ Observo como agacha su cabecita haciendo un puchero en lo que niega.

─ Solo no me gustan las niñas o los niños, ellos me ven raro. ─ Frunce el ceño, descolgando el libro.

─ Pero ella es tu prima, además es muy pequeña para verte raro ¿no crees? ─ Tengo claro que la pequeña Alaika no es su prima de sangre, pero siempre hemos tratado de que él se acerque a ella y puedan tener una relación similar a la de Kaliza y mía, pero él siempre la evita.

─ Solo no quiero ir, me siento extraño junto a tanta gente. ─ Las palabras de mi hijo no me son indiferentes. Lo observo, eleva sus hombros y respira agobiado.

Sé que dice la verdad. También sé que muchos no creen que es mi hijo ¿Cómo podría un Omega ser el hijo del Alfa de Alfas y la Luna de Lunas? Sin olvidar que no tiene el aspecto de un bebe. Breiver crece de manera muy rápida, y es muy difícil explicar que solo cumple un año. Solo espero que su crecimiento se detenga cuando cumpla 10 años como lo indicaron sus abuelos.

─ Ven acá. ─ Digo palmeando el lado de la silla para que él tome siento. Mi pequeño se acomoda esperando mis palabras de consuelo, esas que siempre tengo y tendré para él.

─ No debes prestar atención a cómo te ven. Eres el ser más especial del mundo mundial ─ Abro lo más que puedo mis brazos, sonrío y agrego. ─ También debes recordar que nadie puede darse el lujo de jugar con su propio lobo, así como lo haces tú. ─ Pico su nariz y en su pequeño e inocente rostro se refleja una sonrisa.

─ Pero, aun así, no quiero ir. Mejor diles a mis tíos que vengan ellos solitos. ─ Agrega animado y resignado a que su cumpleaños es algo que no dejaremos pasar.

─ Como diga el científico de la casa. ─ Lo abrazo fuerte dejándole claro que, nadie que él no desee vendrá.

Veo como mi hijo se retira feliz. Se que logró lo que tanto quería, pues sabe que su tía hará una reunión con muchos invitados y es algo que a él no le gusta. Mi hermana a celebrado cada mes de vida de mi bella sobrina y siempre invita a medio mundo.

Llevé a mi hijo muy pocas veces a las reuniones que mi hermana hacía, pero él siempre se aburria. Breiver es un niño con un coeficiente demasiado alto. Quizá esa es la razón principal por la que muchos niños no congenian con él, ni él con ellos; algo contradictorio si se observa la relación que él tiene con los adultos de la manada.

Pensé que, con el pasar del tiempo él podría ser más un niño que un adulto, pero nada sale como uno piensa. Con cada año que cumplió su amor por los más necesitados, por la ciencia y los integrantes de la manada se incrementó, así como su deseo de ser el mejor médico de Dresde y del mundo entero.

En la actualidad a sus 15 años nadie lo ve como él hijo del Alfa, por el contrario, él es otro miembro más de la manada, uno al que le solicitan ayuda con pociones o remedios para curar cualquier mal que se pueda presentar, algo que sin duda es su mayor felicidad, una que su padre y yo ayudamos a incrementar con la adecuación y remodelación de su laboratorio, ese que tiene todo lo necesario para el desarrollo de sus nuevos y mejorados experimentos.

En estos años no solo mi hijo ha mejorado en sus investigaciones, también la familia Andrade Luter creció. La Diosa Luna me bendijo con unos mellizos encantadores, algo traviesos, pero los únicos con la capacidad de hacer que Breiver salga de su rutina investigativa.

Los mellizos son intrépidos, curiosos y bullosos, todo lo contrario, a su hermano mayor. Pero con todo y lo molestos que suelen ser, no se puede negar que para Breiver son su mayor amor. Él como el mayor, es dedicado y muy amoroso con su familia, aunque falto de paciente con sus hermanos, pues los chicos piden de su atención a cada segundo, es algo que no obtienen con facilidad y sé que hoy no será la excepción.

Espero que hoy sea un día grandioso, aunque tengo una sensación extraña en mi pecho o quizá sea solo el deseo de ignorar la realidad, para no iniciar mi día con supersticiones o miedos.  Tomo mi taza de café, en lo que observo a mis hijos por la ventana.

Hace una semana mi esposo se fue a Canadá por solicitud de Alay, solo espero que, puedan dejar todo en orden y que las cosas salgan como lo deseamos, y poder proteger a Alaika, mi intrépida sobrina.

Mi hermana me llama a diario y sé que, lo que tanto hemos evitado, pronto se hará realidad. Correr contra el destino es una cosa, pero escapar de él es otra muy diferente y todos hemos tratado de marchar a toda prisa para que este no nos alcance, algo ridículo teniendo en cuenta que incluso los padres de Breisthell no lo lograron. Ellos hace dos años nos dejaron; su muerte fue tranquila, pero no menos dolorosa para los que nos quedamos en la tierra sin su compañía y sabios consejos.




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