Luna de Sangre

1. LA NUEVA ORDEN

Después de que se esparció el rumor del sueño de Serena Veneizter sobre la voluntad de Bared, los aquelarres de las brujas de los diez tipos se unieron con el fin de crear un consejo de mujeres sabias que tomarían las mejores decisiones para todos los pueblos y ciudades de Vostarus, el reino de las brujas y brujos.

Los aquelarres no eran enemigos, pero tampoco eran cercanos, cada uno con sus propios tipos de magia se mantenía en sus asuntos sin inmiscuirse en las cosas que no les concernían, ningún aquelarre era visto conviviendo con otro, por lo menos no más allá de las relaciones cordiales y los saludos obligados cada vez que se encontraban en las calles o comercios, nadie sabía el nombre de nadie y mucho menos se preocupaban por conocer los asuntos familiares o laborales que las familias pudieran tener. Pero se unificaron después de que se anunció que por fin la era de las brujas se acercaba y se trató a la joven Serena como a una reina, pues de acuerdo con el plan, ella sería la futura gobernante de la tierra y el infierno y establecería el nuevo orden en Ragdarag. Fue así como se acordó que nueve brujas se entrenarían para convertirse en las más poderosas de su tipo y todo para que Serena pudiera adquirir sus nuevos poderes gracias a ellas. Al principio, todos hablaban sobre eso en el pueblo de Varister, pero conforme pasaron los años, muchos se olvidaron del tema y solo esperaron a que la noche de la luna de sangre llegara. Y esa mágica y única noche, estaba por llegar.

Vianet Crow recordaba a la perfección la noche en la que fue seleccionada, cuando en una ceremonia nocturna el circulo de fuego la rodeó a ella y no a las otras brujas blancas de su grupo. Vio a su hermana menor asustada, a su madre resignada, a sus abuelas extasiadas ya que eso sería un gran honor para la familia y a su padre con los ojos humedecidos y los labios temblando por la impresión que esa noticia le había causado. Todo se mantuvo en secreto, una información que solo era conocida por la gente de Varister, pero conforme pasaron los años y la noche de la luna de sangre se acercaba, la noticia se esparció y fue más allá de los terrenos de las brujas.

Hasta que llegó a oídos de Twyler Hunt, el cuarto sumo sacerdote en la historia de Ragdarag, y con ello iniciaron las dudas y el terror de que sus planes forjados por nueve años serían frustrados.

Esa noche sería histórica, puesto que el sumo sacerdote iría al pueblo y era deber de las brujas atenderlo a él y a sus acompañantes como era debido a pesar de que en ese momento era considerado como un rival que se negaba al cambio. Secretamente era llamado “viejo” “decrepito” y “amargado” por las jóvenes brujas del aquelarre que disfrutaban de ser el centro de atención y se divertían llamándolo con apodos y ofensas, pero las brujas mayores las reprendían por hacerlo, sin embargo, ellas creían lo mismo, aunque nunca lo dirían en voz alta.

En Ragdarag, las brujas y los brujos estaban bajo la protección y guía de Twyler Hunt, pero dados los últimos acontecimientos había mucha tensión, habían dejado a ver al representante como una figura de respeto y solamente confiaban en que tendrían una nueva persona de autoridad a la cual admirar. La presencia de un representante de los dioses en ocasiones comunes y en tiempos de paz era algo raro, solo eran invocados en situaciones críticas y solo los reyes podían hacerlo. Era la primera vez que él asistiría a un evento que no tuviera relación con los reyes, los dioses y los otros representantes, al cual accedió a ir por su voluntad y sin ninguna obligación con el pueblo al que visitaba.

Por supuesto eso provocó mucha conmoción entre los habitantes de Varister. Los más fieles a la religión de Bared estaban emocionados por la visita a pesar de que sabían que las probabilidades de verlo y entablar una conversación con él eran casi nulas, pero hablaban sobre eso en las calles, frente a las casas o en los negocios y las brujas mayores se preparaban para el acontecimiento con una excelsa organización.

Y mientras las brujas del consejo alistaban todos los preparativos, Vianet estaba en la habitación de Serena quien se miraba al espejo admirando el peinado que Vianet le hacía. Su cabello rojo le caía elegantemente sobre la espalda, Vianet siempre la había envidiado por eso, pues era largo y sedoso, y el suyo era castaño, pero descuidado, y Vianet creía que no había nada diferente y novedoso en su cabello, que era igual al de la mayoría de las brujas de su pueblo. Mientras pensaba en lo hermoso de la caballera de su amiga y sin intención de lastimarla, jaló su cabello por las cerdas que se habían enredado entre los finos filamentos rojos. Serena se quejó y se llevó una mano a la nuca.

—Lo siento mucho—dijo Vianet.

Al notar que no habría ningún reproche, Vianet continuó peinándola. Poco a poco, una sonrisa apareció en el rostro de Serena, sus ojos verdes brillaban con rebeldía y Vianet pudo ver esa expresión a través del espejo del tocador.

—¿Qué ocurre? — preguntó Vianet con una sonrisa contagiada por su amiga.

—Hoy es un día importante, será la primera vez que hablaremos con Twyler Hunt, que sigue siendo nuestro representante, después de todo.

La hermana menor de Vianet, Geanna, que estaba acostada en el piso, habló.

—Debe estar muy molesto porque él no cree en la profecía de las princesas del Inframundo. Para él, todo esto es un fraude y una gran herejía y también lo será para los más devotos a nuestro dios.

Serena se encogió de hombros.

—Entiendo que las cosas han sucedido de cierto modo que no cualquiera aceptaría, pero no puede negar que son tiempos de cambio, aun así, escucharemos lo que tenga que decir.




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