Luna de Sangre

3. LA TRIADA

Geanna saltó a la cama de su hermana, gritó con euforia y brincó una y otra vez despertándola de lo poco que había conseguido dormir. Vianet se enderezó y con voz adormilada le pidió que se tranquilizara.

—¿Qué hora es? — preguntó Vianet mientras se tallaba los ojos.

—Son las diez de la mañana, nunca te despiertas tan tarde. ¿Hasta qué hora estuviste con Serena? No te escuché llegar.

Vianet se cubrió la boca para bostezar.

—No estuve mucho con Serena, ella tenía que estar con las espiritistas y yo no tenía permitido estar ahí y escuchar todo. Volví tarde porque él llegó justo cuando yo planeaba irme, así que tuve que quedarme encerrada en una de las habitaciones—mintió.

—Ojalá hubiese podido verlo—dijo Geanna mientras se dejaba caer en la cama de su hermana con los brazos extendidos—. Siempre he querido conocer al sumo sacerdote y a sus devoradores, no es que no me interesen los otros representantes, pero él es toda una leyenda y representa a nuestro creador, además de que los otros tres sacerdotes que lo precedieron también fueron excelentes. Es una pena que el sumo sacerdote no haya hecho visitas a Vostarus desde que nací.

Vianet sonrió y acarició la cabeza de su hermana.

—Pero escuché que algunas veces él hace visitas a la academia, tal vez tengas la oportunidad de conocerlo algún día.

Geanna soltó una falsa risa.

—Eso si él sigue siendo nuestro representante y le permiten la entrada a la academia—dijo y luego se enderezó—. ¡Ya levántate! Mamá y papá ya prepararon el desayuno.

Geanna la obligó a levantarse e ir tras ella. Vianet sabía lo que pasaba y no le agradaba; la noche del ritual se acercaba y por lo tanto su muerte, lo cual había provocado un ambiente de exageradas atenciones y consentimientos. Sus padres entendían el sacrificio y lo habían aceptado nueve años atrás, pero conforme la fecha se acercaba, se hacía más difícil la despedida.

Justo como Vianet imaginó, había un desayuno sustancioso en la mesa, sus padres, aunque eran brujos trabajadores, venían de una familia pobre, pero cuando ella fue seleccionada, el consejo de los aquelarres se encargó de proveer a la familia Crow con más bienes, comida, dinero y ropa, todo como un pago por los servicios a la futura bruja del caos.

Sus padres, Maloria y Rubert Crow, iban a perder a sus dos hijas, una porque cumpliría su misión en el ritual y la otra porque ya tenía quince años, la edad en la que algunas brujas afortunadas se iban de su pueblo natal para asistir en los servicios del aquelarre e ir a la academia en la que perfeccionaban sus poderes, por supuesto, solo si la bruja tenía el talento necesario y la familia contaba con los recursos. La de Vianet no los tenía, sin embargo, también fue uno de los beneficios otorgados por el consejo, pero eso significaba que Geanna se iría de Vostarus para mudarse a Barakar y no volver a ver a su familia durante los cinco años que duraban los estudios porque no podía permitirse distracciones ni sentimentalismos que la desenfocaran de su nueva instrucción. Vianet no había tenido necesidad de ir a la academia, porque era una de las elegidas, todo su entrenamiento fue personalizado en el pueblo y había tenido acceso a la misma información.

—Nada de esto es necesario—dijo Vianet mientras jalaba la silla para sentarse en ella—. Nunca tengo tanta hambre en las mañanas.

Su padre se acercó a ella y le dio un beso en la cabeza.

—Debes comer, tienes que mantenerte fuerte.

—Me pregunto cómo habrá sido la reunión de anoche—dijo Geanna—. Ver a Twyler Hunt debió ser algo único. Dicen que es un hombre imponente, muy alto y bien parecido.

Y lo es. Al menos eso le hubiese gustado decir a Vianet, pero no podía hacerlo. Sabía que su hermana se entusiasmaría mucho si se enteraba que ella lo había visto y que incluso tuvo una conversación poco agradable con algunos devoradores, pero eso debía mantenerse como un secreto.

—Y los devoradores de almas—continuó—. Son como espectros que…

—Geanna, hay ilustraciones en los libros de la academia—dijo Vianet—. Si tanto te intrigan, aprenderás mucho sobre ellos si visitas la biblioteca.

—¿Los viste?

—Solo en las ilustraciones de los libros—mintió, porque nadie podía saber que tres de ellos la habían encontrado husmeando en la casa del consejo. Odiaba mentirle a su familia, pero sabía que no tenía más opción—. Y solo conocerás lo básico, no hay información adicional de ningún tipo. Y también podrás ver ilustraciones del sumo sacerdote, no solo de él, sino de todos los representantes de los dioses.

—Aun así, no creo que sea un tema por el cual debas interesarte—dijo Maloria dirigiéndose a Geanna—. Jamás tendrás que dirigirte a Twyler Hunt o enfrentar a esos devoradores. Aunque se niegue, su tiempo se está terminando.

Ella exhaló un sonoro suspiro y volvió a concentrarse en comer, Vianet tampoco insistió en seguir con esa conversación. Cuando terminaron su desayuno, Vianet anunció que se reuniría con Serena y avisó que llegaría en la tarde. Buscó su abrigo y se lo puso, pues cada día hacía más frio porque la temporada de la luna de sangre ya iba a comenzar y esos dos meses eran conocidos por ser los más fríos y ventosos del año, además de que llevaba un momento en el que los cinco reinos se cubrían de nieve y el sol no brillaba en el cielo por semanas, por lo que era la época favorita de los vampiros de Bloodlaine y la temporada en la que más viajes realizaban para continuar nutriéndose de información y experiencias.




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