Vianet se sentó en uno de los sillones de la oficina del sumo sacerdote, su nerviosismo se manifestaba por medio de los temblores de sus manos y piernas y que no pasaron desapercibidos por todos los presentes, frente a ella había una pequeña mesa y encima había un vaso con agua y un plato con diferentes panes y otro con frutas. Los ocho devoradores de almas estaban ahí, algunos parados y otros sentados. Era la primera vez que Vianet los veía a los ocho sin las coberturas de sus rostros y probablemente era una de las pocas personas en la historia de Ragdarag que lo había hecho. El representante se reunió con ellos y ocupó su lugar en un sofá negro con incrustaciones doradas. Los ocho devoradores la miraban con precaución.
—Sé que aún no confías en nosotros y no te culpo por eso, pero debes saber que ninguno de nosotros te hará daño—dijo Twyler—. Y no tenemos mucho que ofrecerte a excepción de esto, deberías comer algo o te sentirás mal.
Vianet se llevó una mano al vientre sin poder disimular los borborigmos. Finalmente sucumbió y comió con desesperación sin importarle que la vieran o lo ansiosa que pudiera verse. Twyler sonrió satisfecho por haber disminuido esa brecha entre ellos y cuando terminó de comer, Vianet le agradeció con una tímida sonrisa.
—Supongo que te sientes mejor, así que iniciaré con las preguntas, ¿quién eres y qué hacías en el bosque? — ella se mantuvo en silencio y ante esa postura él decidió que hablaría primero para lograr algo más de confianza entre ellos, sonrió y habló con un tono más pasivo del que había implementado—. Sé que no soy un completo desconocido para ti, si es que es verdad que eres de Varister, mi nombre es Twyler Hunt, soy el cuarto sumo sacerdote y representante del señor de las sombras y de la religión absoluta de los dioses. Fui elegido como tal hace ciento veinticuatro años y mi autoridad ha sido vasta sobre la tierra durante ese tiempo, incluso sobre los reyes humanos en Seryad, vampiros de Bloodlaine, los cambia formas de Bridcher y de las brujas, brujos y sus familiares en Vostarus. Y a mí lado, siempre están mis ocho hermanos, mis compañeros que me fueron otorgados de manos del mismo dios Bared.
Aunque tenía curiosidad, Vianet sabía que seguían mirándola, pero ella no se atrevía a alzar la vista y toparse con los ojos juzgadores de cada uno de ellos. Twyler continuó.
—Ellas son mis hermanas, Helia, Merey, Jensen y Faredi. Son las devoradoras de almas, elegidas por la mismísima esposa del señor de la luz y la oscuridad para ayudarme a cumplir mi misión en la tierra. Ellos son mis hermanos, Heat que es el líder de los devoradores desde los tiempos del primer sumo sacerdote y también es mi mano derecha, Eder, Andrey y Tate, elegidos por los hijos de Bared. En vida los ocho fueron ciudadanos normales de Ragdarag y de razas diferentes, han sido mis acompañantes durante los ciento veinticuatro años que he asumido el puesto y seguirán a mi lado hasta que esté libre de este cargo, cuando el momento de nombrar a un nuevo sacerdote llegue. Ahora que te he contado sobre mí y mis hermanos y que incluso les he pedido que revelaran sus identidades ante ti, no creo que tengas algún problema en decirnos quién eres.
» Debes saber que ellos están dotados de habilidades, pero sin las vestiduras son más débiles y ahora mismo están revelando sus tresoros ante ti, que son los anillos que portan y que los mantienen conectados a nuestro plano terrenal, ya que como sabrás, ellos fueron regresados de la muerte para servir a Bared. Todo esto es prueba de que no tenemos intenciones de hacerte daño. Debes pensar que tu vida está en peligro, pero nosotros no te lastimaremos, yo soy el sumo sacerdote y protector de todos aquellos que están bajo el manto de Bared, jamás te lastimaría porque si lo hiciera estaría cometiendo una falta mortal. Y mis acompañantes tienen la labor de protegerme, mientras tú no quieras hacerme algún mal, ellos no tendrían por qué herirte. Así que, por favor, habla y tal vez podamos llegar a un acuerdo y yo pueda ayudarte, todos estamos dispuestos a ayudarte en lo que sea que emprendas, pero necesitamos saber qué es lo que necesitas, querida niña.
Por fin ella los miró, no había nada de particular en los devoradores, todos tenían la apariencia de hombres y mujeres ordinarios, Vianet enfocó su mirada en el dedo anular izquierdo de Heat, dándose cuenta del anillo que portaba con un aro dorado y una gema negra, luego recorrió con la mirada los tresoros de los demás y se percató de que todos eran de colores distintos, pero al final, los exhibían ante ella. Twyler decía la verdad, estaban completamente expuestos ante ella y eso la animó a hablar, pero no a descuidar su guardia. Asintió, tomó aire y habló en voz baja, pero con el volumen suficiente para ser escuchada por todos.
—Mi nombre es Vianet Crow, soy una bruja blanca del aquelarre de Varister, un pequeño pueblo en el reino de las brujas y brujos y fui elegida cuando tenía doce años como tributo para el ritual de Serena Veneizter. Ustedes saben sobre ese ritual, hablaron con el consejo de mi pueblo hace unas noches.
—Se supone que tu corazón debía ser comido en la luna de sangre para que ella obtuviera todos los poderes de las brujas—dijo Merey, la única de las devoradoras que tenía el cabello rubio, pues Faredi y Jensen eran castañas y Helia tenía su cabello negro.
—La luna de sangre fue hace dos noches—dijo Faredi.
Vianet asintió apenada.
—No he vuelto a mi pueblo desde entonces. Pensé en hacerlo, pero no sabía que hacer o que decir, además de que me perdí en el bosque de los mil rostros.