Luna de Sangre

11. LA LLAMA DEL INFRAMUNDO

Vianet había permanecido encerrada en su habitación el resto del día. No tenía ánimo para volver a ver a Twyler o a los devoradores, incluso cuando Eder le pidió que bajara a cenar, ella no quiso hacerlo, alegando que no tenía hambre, pese a que no había comido nada más desde la mañana. Ese fue el motivo por el que salió a hurtadillas durante la madrugada a buscar algo de comer. Abrió la puerta de su habitación y se aseguró de que Eder no estuviera ahí, una vez que lo hizo, caminó sigilosamente por el pasillo que sería que la llevaría al comedor según sus recuerdos de la primera vez que estuvo ahí. Creó un pequeño destello de luz que mantuvo en sus manos para alumbrar los pasillos porque no conocía la mansión, mucho menos de noche. Bajó las escaleras y abrió una de las puertas, reconoció la biblioteca en la que había hablado con ellos después de haber sido convocados por los guardianes. Había fuego en la chimenea y retrocedió creyendo que Twyler estaba ahí.

—¿Qué estás haciendo?

Vianet suspiró cuando escuchó la voz de Heat. El devorador estaba sentado frente a la chimenea y con un libro entre sus manos que no había dejado de mirar pese a la presencia de la bruja.

—Lo siento, yo solo buscaba algo de comer, pero me perdí.

—Si piensas ir al comedor o a la cocina no encontrarás nada. Twyler es el único que come aquí y todo se prepara en la mañana. Traemos a un cocinero todos los días solo para eso.

Ella se llevó las manos a las caderas y suspiró.

—Perfecto. Entonces volveré a mi habitación.

Dio media vuelta y se dispuso a volver a su recámara, pero Heat la llamó por su nombre y le pidió que se sentara en uno de los sillones, ella no se sentó, pero si permaneció cerca de él.

—¿Estás bien? — preguntó él—. Tal vez no lo creas, pero nos preocupamos por ti. No debió ser fácil enterarte de todas esas cosas sobre tu aquelarre.

Ella no respondió.

—Supongo que debes estar tan impactada que no tienes nada que decir.

Vianet rio.

—Esa es una buena apreciación—dijo—. Es solo que no lo esperaba, jamás me imaginé que me hubiesen ocultado tantas cosas y engañado por años.

—¿Tu familia lo sabía? Sobre lo que les pasa a las brujas sacrificadas.

—No lo sé, pero lo dudo mucho. Mis padres son campesinos en Varister, no miembros del consejo o de las familias más ricas del reino, ni siquiera de nuestro pueblo. Creo que ellos no lo hubiesen permitido, tal vez los padres de las otras brujas tampoco y nunca se hubiese realizado el ritual. Estoy segura de que fue por eso por lo que nunca lo mencionaron.

—¿Entonces tus padres estaban de acuerdo con que murieras por una sola bruja a la cual no le debían nada?

Vianet exclamó y con eso por fin Heat dejó de mirar su libro para mirarla a ella.

—¡Era un gran honor! Eso fue lo que nos dijeron y lo creímos. Sé lo que estás pensando, que fuimos estúpidos y eso lo aceptó, tal vez nos engañaron, pero aceptamos porque queríamos lo mejor para nuestro pueblo no porque buscara poder y gloria. No espero que un devorador de almas entienda lo que es amar a la familia y hacer lo mejor por la gente a tu alrededor, no hay nadie a quien amen o por quien darían su vida, por eso es fácil para ti y tus amigos criticarme y burlarse de mí a mis espaldas.

Heat cerró el libro con fuerza, al hacerlo emitió un ruido que hizo que Vianet cerrara los ojos y se arrepintiera de inmediato por lo que había dicho y por la forma en la que lo había hecho. Heat dejó el libro a un lado y se puso de pie para acercarse a Vianet, ella tuvo miedo, pero intentó no demostrarlo al erguirse y mantener sus ojos fijos en los de él, pero su singular color dorado y la forma en la que brillaban en contraste con lo pálido de su piel y lo oscuro de sus ojeras hizo que ella flaqueara. No pudo engañar a Heat, puesto que él notó el temor que ella sentía y del cual no se desprendía desde el momento en el que llegó a la mansión. Vianet intentaba aferrarse a la idea de que ninguno de ellos la lastimaría a menos que intentara hacerle daño a Twyler, lo cual no estaba en sus planes, pero, aun así, la presencia de los devoradores, sobre todo de los hombres, hacía que sintiera terror. Heat podía ver a través de la chica, podía escuchar como su corazón palpitaba muy rápido y detectar como sus piernas temblaban a pesar de que estuvieran cubiertas por su larga bata de dormir. Heat mantuvo su distancia con ella para que no se sintiera amenazada.

—Vianet, yo he estado al servicio de los sacerdotes desde hace siglos y he visto cosas que no creerías. Esta no es la primera vez que he escuchado sobre el ritual que tu aquelarre quería realizar y tampoco es la primera vez que se realiza. Una mujer llamada Kassed lo hizo y lo completó hace siglos y las cosas no resultaron beneficiosas, tú conoces los motivos.

—Lo sé…como también sé que tú estás dedicado a la protección del sumo sacerdote desde hace tantos años.

—Es verdad.

—Por eso no confías en mí y es por eso por lo que quieres hablar conmigo ahora, pero puedo ayudarte con eso. Sé lo que me dirás, que no me quitarás los ojos de encima, que no permitirás que le haga daño a Twyler Hunt y que, si se me ocurre hacerlo, tú harás lo posible por evitarlo incluso si eso significara matarme, porque ese es tu trabajo.

—Creí que eras una bruja blanca, no una adivina, pero no hagas ver esto como si yo te estuviera amenazando, porque no lo hago, lo único que quiero hacer es ayudarte a librarte de todo esto. Puedo sentirte, Vianet, y tú no eres una amenaza por eso solo quiero lo mejor para todos y eso te incluye, aunque sé que no lo creerías porque ¿qué puedo saber yo después de tantos años en esta tierra?




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