Luna de sangre.

CAPITULO 12: SOMBRAS EN EL BORDE DEL BOSQUE

La luna estaba alta cuando Kira salió a tomar aire.

La manada llevaba horas celebrando su unión con Kael, pero ella necesitaba un momento de silencio para entender lo que sentía.

El bosque parecía distinto.

Respiraba.

Observaba.

Kira avanzó unos pasos entre los árboles y el aire cambió. Un escalofrío le recorrió la espalda. No era miedo. Era advertencia.

Alguien la estaba mirando.

Se detuvo.

—Sé que estás ahí. Sal.

La voz le salió firme a pesar del temblor en su pecho.

Una figura se separó de las sombras. Era un hombre joven, de mirada oscura y piel pálida. No olía a manada. No olía a nada.

—Así que tú eres la famosa luna del Alfa.

Su voz sonaba tranquila, casi curiosa.

Kira dio un paso atrás, alerta.

—No perteneces a este territorio.

El desconocido sonrió como si eso no importara.

—Tampoco perteneces tú, pero aquí estás.

Kira sintió un golpe de calor en el estómago.

El vínculo reaccionaba.

Kael podía sentir su tensión incluso sin estar cerca.

El extraño inclinó la cabeza.

—Sabia decisión unirte a él. Aunque no estoy seguro de cuánto tiempo podrás mantenerte viva.

Kira sintió que la sangre le hervía.

—Habla claro.

El hombre rio bajito.

—Esto es solo un aviso. Tu unión ha despertado algo que llevaba demasiado tiempo dormido. Tu Alfa no es el único que te buscaba.

Kira apretó los puños.

—Dime tu nombre.

Él dio un paso hacia atrás, fundiéndose nuevamente con las sombras.

—Prisa no hay. Me verás pronto.

Antes de que pudiera moverse, un rugido atravesó el bosque. La tierra vibró bajo sus pies.

Kael.

Kira volteó justo cuando él apareció entre los árboles, con los ojos dorados ardiendo. Estaba semitransformado, respirando con fuerza.

—Te sentí alejarte.

Su voz era baja, casi un gruñido.

—¿Quién estaba aquí?

Kira abrió la boca para responder, pero algo dentro de ella se revolvió. Una punzada aguda, como si el extraño hubiera dejado un rastro invisible en su interior.

—No sé quien es. Solo apareció. Me habló como si me conociera.

Tragó saliva.

—Kael, dijo que no soy la única que te buscaba.

Los ojos del Alfa cambiaron. No de ira, sino de preocupación.

Algo que no había visto en él hasta ese momento.

—No vuelvas sola al bosque. No esta noche.

Kira lo siguió sin hacer preguntas.

El aire detrás de ellos se movió apenas, como un suspiro.

El rastro del extraño seguía allí, silencioso y oscuro.

Algo se había despertado.

Algo que no quería a Kira como luna de Kael.

Lo quería para sí.

Y no iba a rendirse.




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