Luna de Sangre: El Silencio de Arlo

Capítulo 41 – La Elección que Me Rompe

El bosque se siente demasiado quieto, como si incluso los árboles estuvieran conteniendo la respiración, esperando a ver a quién voy a condenar. Porque eso es lo que es esta decisión, aunque nadie lo diga en voz alta: una condena para uno de los dos.

Callun, con la camisa empapada de sangre, me mira como si fuera capaz de sostener el cielo si yo se lo pidiera.
Viggo, con su silencio antiguo y su alma rota, observa desde unos pasos atrás, como si supiera que mi elección lo va a destruir… de una manera u otra.

Y la luz dentro de mí… late.
Reconoce a ambos.
Los desea.
Los teme.

Me arde el pecho.
Mi nombre ya no se siente mío.

—Elena —susurra Callun, dando un paso hacia mí aunque su herida se abra un poco más—. No lo pienses así. No vas a condenar a nadie. Yo voy a sobrevivir. Te lo prometo.

Quisiera creerle.
Pero la luz en mí vibra con violencia, como si supiera que una mentira ha cruzado el aire.

Viggo finalmente rompe el silencio.

—Callun… si ella te elige, tendrás que enfrentarte a algo que ni siquiera conoces. La luz no va a entregarse. Va a tratar de arrancarte cada parte que ella ama.

Amaya, desde un costado, suelta un susurro envenenado.

—Y tú te comportas como si supieras exactamente qué partes son esas.

Viggo no la mira. No puede.

Yo sí lo hago.

—¿Qué más no me has dicho? —pregunto, sintiendo que el mundo se contrae alrededor de mi voz.

Él cierra los ojos un instante, como si buscar palabras fuera doloroso.

—Cuando hice el pacto —dice finalmente—, la luz no solo se unió a mi alma. Buscó algo más. Algo que yo había perdido… o creído perder.
Buscó vínculo.
Buscó un reflejo.

No entiendo.

—¿Qué estás tratando de decir?

Viggo respira hondo. Cuando abre los ojos, ya no se protege detrás de su calma habitual. Ahora hay miedo, verdadero.

—La luz te eligió a ti porque… eras lo que yo había amado antes de saber que lo hacía.

El mundo se detiene.

Callun da un paso hacia adelante, furioso.

—¿Qué estás insinuando? ¿Que Elena…?

—No —interrumpe Viggo—. No me refiero a ahora.
Me refiero al primer día que la vi caminar por Callun.
Al modo en que el bosque reaccionó a ella.
A cómo la luz, en silencio, reconoció en ella algo que yo llevaba buscando años:
un alma que pudiera sostener la mía.

Mis piernas fallan. Me apoyo contra un árbol, incapaz de procesar lo que estoy escuchando.

Callun me toma la mano.

—No tienes por qué creerle —dice con voz baja pero firme—. No tienes por qué cargar con lo que él desea o creyó desear. No eres su destino.

Pero la luz… se agita de forma distinta cuando Viggo habla.
Como si lo recordara.
Como si él fuera parte de su origen.

Y entonces, la verdad cae sobre mí con un peso insoportable:

No estoy eligiendo entre dos hombres.
Estoy eligiendo qué parte de mi alma sobrevivirá…
y cuál deberá morir en el ritual.

Mi voz sale quebrada.

—No puedo elegir… no sin saber qué me pasará.
Necesito saber la verdad completa.
Toda.

Viggo baja la cabeza.

—Entonces prepárate —dice—.
Porque la verdad… es el precio que nadie quiso pagar.

La luz dentro de mí se curva hacia sus palabras, como una criatura que reconoce el sonido de un amo antiguo.

Y yo entiendo que lo peor aún no ha comenzado.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.