Luna de Sangre: El Silencio de Arlo

Capitulo 58 - El abrazo que no debía existir

La sombra retrocedió un paso.
El primer gesto verdaderamente humano que hacía.

—No —murmuró—. Esto no es lo que quiero.

—Sí —respondí, acercándome lentamente—. Es lo único que querías. Desde el principio. Ser parte de algo. Ser… amada.

La sombra gritó.

No un grito de furia.
Uno de miedo absoluto.

Callun, con la garganta destrozada y la piel quemada, intentó incorporarse.

—Elena… no lo hagas… —tosió sangre oscura—. No te acerques a eso. No es tú. No es nada.

Erevan, derramando luz por las heridas, intentó levantarse también.

—Aelyren, ella fue creada para ser lo que dejaste atrás. No puedes absorberla. No puedes… sobrevivirla.

Pero yo seguí avanzando.

La sombra dio un paso atrás, otro, hasta quedar acorralada entre árboles que se marchitaban al tocarla.

—No te acerques —susurró—. No soy tuya. Ya no.

—Siempre fuiste mía —dije suavemente—. Porque fuiste la parte de mí que yo no supe cuidar. Perdóname.

Esa palabra la quebró.

Literalmente.

Su cuerpo tembló, fisuras oscuras atravesando su piel, como si las emociones fueran un veneno que no sabía manejar.

—No… no sé… qué hacer con eso…

—Déjame mostrarte —respondí.

Y la abracé.

El contacto fue un estallido.
Un choque de luz y sombra que iluminó el bosque entero.

Callun gritó.
Erevan también.
Pero yo no escuché nada más.

La sombra se aferró a mí con fuerza desesperada, sus dedos hundiéndose en mi espalda como si temiera desaparecer.

—No me abandones otra vez… —imploró con una voz que era exactamente la mía, rota y frágil—. No quiero morir. No quiero estar sola. No quiero… quiero ser tú. Quiero ser algo.

—Entonces vuelve a mí —susurré, sintiéndola temblar—. No para controlar. No para destruir. Solo… vuelve.

Ella enterró el rostro sin rostro en mi cuello.

—¿Y qué será de mí… si vuelvo?

—Serás lo que siempre debiste ser: parte de mí. Nada más. Nada menos.

Ella se aferró con más fuerza.

—Tengo miedo.

—Yo también —dije.

La sombra se derritió contra mí, volviéndose humo, esencia, un frío que me atravesó hasta el alma. Entró en mi pecho lentamente, como si buscara un lugar donde no doliera.

La luz dentro de mí se expandió para recibirla.

Y por primera vez… no chocaron.
Se entrelazaron.

Mi cuerpo se arqueó.
Mis ojos se volvieron blancos.
Mi piel se llenó de grietas luminosas.

Y entonces…

Silencio.

Caí de rodillas.
Respirando.
Viva.

Erevan me miró con una mezcla de asombro y destrucción.

Callun… lloraba.

No de miedo.
Sino de alivio.

La sombra ya no existía como entidad separada.

Ahora era yo.




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