REYNA
No me lo puedo creer, esto tiene que ser una pesadilla. Estancada por el susto, observo con la boca semiabierta a mis hermanos pequeños alborotados por lo que dice el presentador en la vieja televisión. Un pitido en mis oídos no me deja escuchar lo que está diciendo. El teléfono de cable se mantiene en mi oreja, estoy diciendo si colgar o no.
Estas cosas no les pasan a los pobres. ¡Por qué demonios me está sucediendo a mí! ¿Ser una elegida? ¡En vez de un sueño es una pesadilla!
El programa de selección es básicamente un engaño para tener a la población tranquila y entretenida. A esas bestias no les interesa perder más vampiros, porque ninguna ser de distintos reinos va a venir con una paga miserable a trabajar en esas minas y residir en un lugar muerto. Los licántropos están liderando la mayoría de los países, da igual que tengan sus reyes, ellos hacen las leyes y deciden sobre los monarcas. Ellos hacen el caos. Crean la guerra. Utilizan el poder para corromper el mundo.
Y lo están consiguiendo.
Ahora que una nueva guerra se acerca, quieren que estemos entretenidos para darnos justo donde ellos quieren. Para tenernos más a su merced, que cedamos ante sus intimidaciones. Quieren hacernos creer que después de la muerte del rey Levi se anunciará, todo cambiará, pero lo que de verdad pasa es que no les convienen que nos volvamos locos y tratemos de recuperar el control de nuestro reino.
La selección de Reinas Lunas, es un engaño.
Absurdo.
Lleva un año emitiéndose en la televisión.
Un nuevo invento para que las familias de todos los reinos estén sumisas y deseen que sus hijas entren en esas listas aleatorias. Porque quien no va a querer un acuerdo con los seres más poderosos del planeta. Si la Reina Luna se casa con el príncipe Devon, ya rey, una nueva era comenzara. Esas chicas seleccionadas son las elegidas para asumir ese terrible puesto en la sociedad.
Y yo, ahora estoy entre ellas.
No puedo creer que esto me esté pasando, ¡es un horror!
—¿Qué son esos gritos, Reyna?
Mamá emerge del pasillo oscuro, lleva puesto su albornoz negro y su expresión se ve más relajada que ayer. Dirige su mirada hacia el televisor, dónde observa la fotografía que hay de mí. El presentador hace bromas sobre que no hay conexión y que esperan a que la línea se componga para poder conocerme.
—Lo sabía, tenía algo en mi interior que tenía que inscribirte en esa lista —mi madre viene hacía mí, me quita el teléfono, observa mis ojos con un brillo diabólico.
Empieza a hablar por la línea directa, se presenta como si fuera yo, estoy tan pasmada, que cuando la llamada termina y es el turno de la siguiente elegida ni siquiera puedo comprenderlo.
—Necesito una explicación —susurro dolida.
Mis ojos viajan hacia los niños que están abrazados y riendo, cantando que seré la futura reina de los licántropos. ¿Hay alguien en mi casa cuerdo? Por supuesto que no, el único cuerdo en mi padre y está en estado vegetal.
—Reyna, mi niña. Tienes que hacerlo, por todos nosotros. Es la oportunidad que estábamos esperando. Eres la única de nuestra raza que puede cambiar las cosas. Puedes ser la elegida y liberarnos de esta pesadilla.
—¿Hacer qué, madre?
El nerviosismo escala por mi sistema.
—Tienes que seducirlo, tienes que convertirte en la próxima Reina Luna. Escúchame —me acaricia un mechón de cabello con ternura —. Es la única manera de restablecer nuestro hogar. De traer a papá de vuelta. Estoy segura qué si enamoras al rey lycan y te conviertes en su reina, podrás pedirle todo lo que quieras. Incluso hacerlo tú. Yo sabía que serías importante, Reyna. Lo supe desde que te tuve entre mis brazos y mis genes del inframundo me lo transmitieron.
—Yo no puedo hacer eso... ¿Cómo voy a enamorarlo? ¿Cómo lo haré? Son crueles, madre. No tomarán en cuenta a una esposa. Y, además, jamás un hombre se ha interesado por mí. No soy...
—Puedes ser todo lo que te propongas y más. Cariño, para los licántropos su Reina Luna es la base de todo. Sin reina no pueden gobernar, sus manadas se romperían y sería un caos para todos ellos. Los convierten más fuertes. Si no tiene a su Luna, que así llaman a sus compañeras predestinadas, se mueren o son infelices por el resto de sus vidas.
—Entonces que se quede sin reina y que se muera. No me importa —confieso asqueada, de solo pensar en hablar con él me produce picores —. No quiero relacionarme con sucios chuchos. Apestan. Me dan alergia.
—¿Quieres que papá vuelva?
—Es lo que más deseo.
—Inténtalo, aunque sea por él. Estaré en contacto contigo, nos mudaremos a Lycan, tenemos ahorros hasta que el programa de seleccionadas termine y ganes esa corona.
Las lágrimas se agolpan en mis ojos.
—No sé va a fijar en mí.
—Si sigues mis instrucciones sí —asegura —. Debemos intentarlo. El paso más difícil lo hemos vencido, estamos en esa lista, Reyna.
—¿Y si no soy su destinada? Él va a darse cuenta, no puedo engañarlo —niego con la cabeza.
Madre suspira, se lleva los dedos a las sienes para hacerse un masaje.
—La vergüenza impedirá que lo afirmé en público.
—¿Quién va a querer a una vampira como la pareja de un rey? —pregunto agobiada.
—Les interesa para restaurar la paz.
—A ellos no les importa.
Mamá se ve desesperada, me acaricia las mejillas, me pide con los ojos que acepte esto, que intente seducir a ese príncipe.
—Eres nuestra única salvación, cariño. No nos queda más opciones —se entristece y mira a papá.
—Si lo hago, ¿qué pasará con mi sueldo? —preguntó con la voz hecha mierda—. No podréis pagar todos nuestros gastos. Tus ahorros son mínimos.
—No pienses en eso ahora, tú hermano y yo nos ocuparemos.
Mi mente me grita que lo intenté, pero mi corazón convulsiona por la catástrofe que siento que está a punto de suceder. De todos modos no tengo nada que perder. Mi familia está rota. Mis hermanos se mueren de hambre, no hay comida en Vampyr. Mi madre está decidida a llevarme hasta donde sea que me quieran llevar para seducir a ese príncipe. ¿Y qué sé yo sobre seducir? Ni siquiera me he dado un primer beso con alguien. Ni siquiera sé qué es el amor. Ni cómo gestionar las emociones que pueden surgir en mi cuando el miedo revolotee en mis venas muertas.