Luna Elegida

Capítulo 5

REYNA

La puerta de mi alcoba se abre apresuradamente, me ajusto el cinturón del suave albornoz de algodón mientras observo como la supervisora de las elegidas vuelve a mi habitación con unos guardias de seguridad justo a la diez y cuarto. Su rostro se muestra enfadado cuando me encuentra sentada en la cama.

—¡Dónde demonios estabas! ¡La cena ya ha terminado! —me grita, con un gesto con el brazo se deshace de los guardias.

Quedamos solas en el dormitorio, cierra la puerta con un portazo. Mi respiración se acelera e intento controlarla.

—No sé de lo que hablas, estuve dándome un baño —me encojo de hombros fingiendo.

Nadie puede saber que conocí al rey, ni mucho menos que me metí en su alcoba. Puede que me castiguen por eso, y los licántropos no tienen castigos lindos, son crueles.

Malvados.

Repulsivos.

—Te llamé más de cuatro veces y nadie abrió la puerta.

Su rostro está tan rojo, parece que va a explotar.

—¿Estás segura? Porque ahora abriste la puerta cómo si nada. No hace falta que vengas gritándome y siendo maleducada, sino te abrí es porque estaba dándome un baño relajante y no escuché —digo con simpleza.

Me impresiona la capacidad que tengo para mentir sin vacilar en una sola palabra. El miedo resuena en mis oídos, dentro de mi estoy al borde del caos, pero por fuera permanezco con una sonrisa.

—¿Dónde has estado, sucia chupa sangre? —se acerca a mí, aprieto mis dedos en las sábanas de la cama con miedo.

—En el baño. Dándome un...

No me deja terminar mi explicación, se aproxima a mi con una expresión de lunática, trago saliva.

—Silencio. Estás aquí por suerte, no me hagas escribir un informe para que te echen, créeme, no sería difícil expulsarte de aquí, Reyna. No cometas errores idiotas, acata las reglas porque tú más que nadie sabe lo que puede pasar si haces cosas que no debes. Puede que pienses que eres una elegida, puede que todo el mundo lo piense ahora, pero todos sabemos que una vampira nunca será la elegida del Alfa. Aprovecha tu tiempo aquí y obtén todo el beneficio posible, porque vas a ser expulsada. Mañana comienza el concurso, la próxima muestra de rebeldía, hago que te expulsen.

Vomita todo el odio que tiene retenido hacia mí, no repara en insultos. Su rabia es tan palpable que me eriza los bellos del cuerpo. ¿Que le he hecho para que me odie? Solo no estuve cuando ella me vino a buscar para ir a cenar con todas las elegidas. ¿Habrá contado el rey Devon algo?

Cuando ya ha dicho todo lo que tenía que decir, simplemente se retira y me deja de nuevo sola. Me tumbo en la enorme cama, las colchas son demasiado cómodas, cierro los ojos intentando descansar porque no se si voy a tener las fuerzas necesarias para estar aquí.

Este concurso no va a ser nada sencillo.

🌙

En el desayuno una cámara me apunta con su lente, espera a que le dé un bocado a las tostadas con mantequilla, o las fresas frescas que hay en mi plato. ¿Es que nadie se da cuenta que yo no puedo comer esto? Se supone que en el contrato que firmé estaba escrito que me darían mi ración de sangre de animal, pero aquí no veo nada apetitoso para mi.

—¿Por qué no estás comiendo? —pregunta una vocecita a mi lado.

Melissa Merluso que está a una mesa a mi lado, porque estamos en mesitas independientes, ella se da cuenta que no llevo nada a mi boca. Ella es una sirena muy bonita, en su rostro hay pequeñas escamas que brillan y sus labios son de un color rosa intenso. Tiene los iris un poco raros de color turquesa. Viste un vestido de una tela tornasol y diseño hermoso.

—No me gusta —suspiro.

La cámara sigue apuntándome, me está empezando a hartar tantas cámaras y personas de aquí para allá con la pértiga, es un palo largo con un micrófono direccional, que se mueven como liebres para captar todas nuestras conversaciones.

—¿Y qué es lo que te gusta desayunar? —me sonríe amablemente.

—Sangre.

Abre los ojos horrorizada, no me dirige la palabra ni me mira más en todo el tiempo del desayuno. ¿Por qué le sorprende? Ella tiene sus algas y sus moluscos, es lo que come en su país. En el mío se come cosas sangrientas y bebemos sangre.

No me van a discriminar aquí, porque nadie es mejor que yo. Tengo mis costumbres. Como yo respeto a todos los demás, ellos deben hacer lo mismo.

Por ahora lo dejaré pasar, pero si en el almuerzo nadie me pone una buena sopa de sangre fresca, voy a armar un escándalo.

Los cámaras se giran para captar a la presentadora que aparece en la entrada del comedor del palacio. Tiene un vestido corto muy elegante de color azul, las piedras preciosas en su cuello relucen como estrellas. Con su micrófono en la mano empieza a hablar, explica a los espectadores que hoy es el primer día que será televisado. Nos graban veinticuatro horas, pero hay un programa semanal.

Las elegidas se incorporan, así que yo también lo hago torpemente, mi vestido de color rosa es tan pomposo reboto en la mesa de mármol, el vaso de zumo de naranja se tambalea cuando me acerco para incorporarme. Demonios, este vestido es muy incómodo.

—¡Chicas! ¿Ya están listas para conocer a su futuro novio? —nos pregunta, algunas chillan con fuerza emocionadas —. Les tengo una buena noticia, el rey Devon va a estar compartiendo el desayuno con todas ustedes, ¡tendrá una cita con cada una! ¿No es maravilloso? Después elegirá a cinco elegidas para tener citas a solas dónde él elija. ¡Demos la bienvenida a nuestro rey!

El rey se puede ir al infierno.

Devon Wolf aparece y las chicas estallan en aplausos, ruedo los ojos frustrada. No me interesa con quien se siente igualmente se sentará con todas esta mañana, yo me intentaré escaquear antes de que sea mi turno. Habla adulador como siempre hace en la televisión. No me interesa, no quiero oírlo. A mi no me va a encandilar. Por muy atractivo que sea.




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