Epílogo

Selene

Después de mi agónica muerte, del fuego que me consumía no supe de mí por un tiempo, hasta ser atraída a un lugar brillante y bastante peculiar.
Se trata de una gran habitación blanca que parecía emanar un aura especial mis pies tocaban las baldosas blancas y puras, las paredes y el techo era igual que hacían preguntarme si el tocarla no ensuciarían tanta pulcritud.

El amplio lugar no tenía ni una sola silla, cama, ni otro mueble tampoco ventana o puertas a su alrededor, solo espejos.
Las paredes estaban cubiertas por miles de espejos en ambas paredes pese a que no encontraba ni el inicio ni el final de la habitación blanca.
Parecía un lugar infinito a medida que avanzaba con pies descalzos esperando encontrar algo que me indicara a donde debía ir.

Yo estaba vestida de blanco también llevaba un simple vestido de ese color y bordados en las mangas, mi cabello estaba suelto pero una flor adornaba mi imagen, es lo que me detuve a verificar en mi reflejo.

Mi piel estaba intacta, no tenía daños en mi cuerpo, era obvio que no podía estar en la tierra, seguí caminando para averiguar más del lugar en el que estaba.

Me di cuenta al paso del tiempo que no sentía hambre, sueño, frío o calor. Este cuerpo con el que contaba ahora no era físico aunque podía experimentar ciertas emociones.
Los espejos tenían marcos distintos, habían de madera, de bronce, oro y plata, algunos de tallados finos y otros bastante simples y burdos pero que resaltaban de manera hermosa en las paredes como si la combinación fuese perfecta.

Camine por esta larga habitación por horas admirando el sitio que parecía el cielo por lo singular de sus paredes blancas pero no me imaginaba el paraíso de espejos de todo tipo y tamaño. Me pregunté si yo era digna de entrar en ese lugar, si había misericordia para recibirme en el cielo.

Seguí vagando mientras esperaba indicaciones de que hacía ahí o que debía hacer o esperar; tampoco encontré a nadie más.
Aburrida de no encontrar la salida o una guía quise ver mi reflejo de nuevo en un espejo y fue ahí que me di cuenta que al tocarlo podía ver hacia el exterior.

Sin quererlo el primer espejo que toqué me mostró a una familia humana compartiendo la cena, me quedé inmóvil esperando si ellos podían verme pero no lo hacían, tampoco escucharme.
Estaban ahí metidos en sus asuntos y sentí tanta pena por ellos, estaban juntos y se tenían los unos a los otros pero parecían no apreciarlo, Los padres hablaban de los gastos del mes, los hijos pequeños jugaban con la comida y los más grandes estaban mas ocupados por sus teléfonos que por hablar con los demás.

Rápidamente toqué de nuevo el espejo para saber si habría otra imagen como si se tratase de un televisor al que le cambias los canales, pero no sucedió. En lugar de eso vi a la misma familia compartir la cena pero esta vez sin el padre presente, los niños ya eran adolescentes y discutían mientras su madre intentaba calmarlos y los otros asientos los usaban adultos ocupados con sus aparatos electrónicos.

Intente tocarlo de nuevo como si se tratara de un reloj, moví mis dedos alrededor del espejo como si estuviera llevando las manecillas hacia atrás. Cuál fue mi sorpresa al ver a la pareja con solo un pequeño, sonriéndole y llenándole de amor y mimos.
Una imagen llena de ternura que me hizo sonreír.

Entendí que el espejo se limitaba a una vida, y me mostraría lo que yo quisiera ver, mejor dicho podía ver la vida pasada, presente y futura de una persona y al estar aquí rodeada de tantos sabría el destino de muchas.

Por eso la habitación era interminable al igual que los espejos, se trataba de la vida misma de cada ser que habitaba el planeta sonreí como una niña emocionada ante el descubrimiento.

Aunque no se trataba del destino en sí, sino de la vida cotidiana de ellos y sus elecciones de vida, yo solo tenía el poder de verlos, una espectadora eso era.

Recordé a Klaus en ese instante y sentí nostalgia de aquellos días en el bosque cuando estábamos frente a frente, esos tiempos no volverían jamás.

Traté de ignorar esos sentimientos, era mejor seguir explorando, toqué el espejo siguiente y di con la vida de un millonario, su espejo tenía un marco desgastado y sucio y su vida era de excesos y vacía. Seguí con los de oro y encontré vidas de personas sencillas que día a día luchan con las vicitudes de la vida para salir adelante con sus seres amados. Los marcos no tenían nada que ver con las posesiones de los mismos sino con su valor como personas.

Continué con otro y luego otro más.
Desde que aparecí aquí no había encontrado la razón por la cual los dioses me dejaron en este lugar pero ahora la curiosidad me pudo y se convirtió en mi pasatiempo.

Empecé a ver la vida de muchas personas, cada espejo me mostraba cosas diferentes también logre diferenciar los espejos, con el paso del tiempo me di cuenta si el espejo que tocaba era de la vida de un humano o de un ser sobrenatural.

También entendí que al morir una persona en específico su espejo desaparecía y era sustituido de inmediato con otro.
A diario miles moría y miles nacían, era el ciclo de la vida que parecía infinito.
Busque por mucho tiempo saber de mi manada, necesitaba conocer sobre ellos si estaban bien, si lograron vencer al enemigo y hacer las alianzas con vampiros, una parte de mi quería tener esa paz. El saber que mi sacrificio no fue en vano y que todos estarían mejor.

Me tomó ver muchas historias, diferentes personajes. Era algo entretenido y adictivo ver la vida de otros desde estos espejos. 
Podría decir que lloré, reí, me enojé y me preocupe por cada personaje como si se tratara de un libro. 
Descubrí que había tantas maneras de demostrar el amor. Miles de formas de decir te quiero. 
También había miles de formas de dañar, no sólo con golpes, sino con palabras, con gestos.

Descubrí que las personas eran capaces de hacer lo que se propusieran, que el mayor obstáculo eran ellos mismos. 
Descubrí que la verdadera belleza es la interior, y que no hay ser más bello que aquel se se ama a sí mismo primero antes que los demás. 
Aquel que no se preocupa del que dirán y que sigue su corazón.