Digamos que fue estupendo ver nuestro anillo en nuestro dedo, aquella noche como nuestra noche de boda él ya viera preparado una habitación de recién casado cuando lo vi solo pude sonreír para luego besarlo sin poder apartarme de él.
-Amor quiero que me hagas tuyo -mi voz se entrecortaba en un jadeo, cuando sentí que su mano ya estaba entres mis ropa.
-Yo igual tenía esa idea amor -dijo besando mis labios ahora rojo de tanto beso suyo.
Toco mi cuerpo con delicadeza, sentí la cama debajo de mi, no sabia donde me perdi, lo que si sabia era que solo en sus brazos podía estar en sus brazos.
Pero aquella noche de repente mi bebe y yo ya estábamos enojados, sentía el brazos Bradley apretarme sin mucha fuerza para no hacernos daños, me afloje un poco y me sente arriba suyo mientras sonrío mientras modeia mis labios.
-Cariño acaso me quiere quitar el poco semen que me queda -me sonrió.
-Bueno ahora mismo no pero tu esposo embarazado tiene un antojo de sushi con salsa de sangre -me sonrió.
-Ok -dijo para sentarse aun conmigo arriba, beso mis labios -Vuelvo enseguida.
-Lo más deprisa por favor -le susurré.
Mire como se vestía a velocidad vampírica para luego desaparecer por la ventana mire la habitación haciendo un puchero, note que mi móvil estaba en mi mesita lo tome recordé que lo viera apagado, al encenderlo las notificaciones de la llamadas perdidas y mensaje de nuestras familia se podían ver allí, suspiré parecía que todos estaban preocupado aunque las primera parecía de burla, note que Bradley se tardaba y use mi odio y lo encontré en la cocina del hotel el olor a galleta, sushi, fresa y la sangre me abrio el apetito.
Salí de mi habitación y me moví hacia allí, antes de abrir note que estaba con una chica, parecía la típica zorra, suspiré sabía que mi esposo no le haría caso.
-Amor te está tardando -le hable él se giró al igual que la chica.
-Lo siento esque encontre algunas galleta salada y pensé que te harían bien -se me acercó y me llevó a una silla.
-Cuando escuche que era para su pareja pensé que era una mujer -la chica habló sus ojos tenían desdén pero pero sus palabra sonaba dulce.
-Oh sí lo soy recien casado -dije levantando mi mano con el anillo -mucho gusto SOY LEONARDO DE DUCHESS -mi sonrisa se mostraba muy feliz.
-Soy Sia, no son algo jóvenes.
-Lo somos pero no importa que nos amemos - Bradley me paso una galleta le sonreí -Por cierto cariño nuestras familia han estado llamando.
-Lo se -cuando mi madre se entere que nos hemos casado haci se quejara mucho y quería hacerle una boda a lo grande.
-Me lo imagino -sonreí -terminaste quiero volver a la cama -un ronroneo salió de mi -lo siento -me disculpe con la chica.
-Sia agradecele a tu padre por prestarme la cocina y gracias por acompañarme debo irme -tomo todo lo que compro con una mano y con la otras me tomo en brazos besando mi labios -me encanta como sabes.
-Verdad -sonreí. Aquella noche me la pase comiendo ya que Bradley quien estuvo dándome de comer con gusto, me abria mas el apetito.
Dos días más tarde estábamos en el aeropuerto recogiendo nuestras pertenencias, ambos decidimos vivir juntos, pero antes teníamos que preparar todo, me dejo en casa prometiendo pasar por mi luego. Sonreí al verlo caminar a casa con un bolso de hombro, mientras iba tarareando feliz al abrir la puerta me encontré con la cara de mis padres, quienes se notaban molestos.
-Hola familia -le sonreí feliz.
-Tenemos que hablar -dijeron.
-Oh, yo también pensaba hablar con ustedes.
-Quita esa sonrisa es desagradable.
-Eso no podrás ser -entre a la sala allí estaba una chica quien al verme entrar se levantó con una sonrisa cordial -¿Tú eres?.
-Oh, sí mucho gusto, soy Karin Moroth.
-Leonaldo -dije dejando mi bolsa aun lado me senté para empezar a comer galleta.
-Leo deja de comer tenemos algo importante que decirte -dijo mi padre, lo mire -te hemos conseguido una prometida -seguí comiendo como si nada -acaso está escuchando.
-Podría dejar de comer porque te pondrás gordo -la chicas se le notaba que repudiaba.
-No puedo dejar de comer estoy en un estado donde es bueno que coma -dije divertido -Aunque necesito los postre de Owen llevo casi cinco días sin comerlo.
-Presta atención Leo -mi padre molesto golpeó la pequeña mesa haciendo saltar a mi madre del susto.
-Padre cuidado con lo que hace está asustando a mi madre -dije mientras tomaba una galleta y le apunte con ella -en cuanto a lo de prometida no lo necesito y no me puedo comprometer.
-¿Qué estás diciendo? -mi padre parecía ponerse rojo cada vez más.
-Que no me puedo casar -dije como si nada, levante la mano mostrando al fin mi anillo -ya estoy casado.
-Tu -la furia se notaba.
-Me voy a vivir con su familia -le sonreí.
-Eh, entonces estoy siendo apartada por un chico, ni siquiera una chica.
-Estas confundiendo algo querida -dije con diversión -tu nunca has estado en mi vida para apartarte, ni siquiera te conocía hasta hoy.
-Pareces que está enfermo, sabes siquiera que es otro hombre que tiene lo mismo que tú.
-Oh, claro que lo se y lo he visto la tiene bien grande y con buena puntería -me miró con horror.
-Seguro está contigo por tu dinero.
-Te equivoca creo debería dejar de hablar sin saber el tiene mucho más dinero del yo tengo.
-Ja, no me diga el te lo dijo.