Luna nueva.

Capítulo 6

Escena +18 creo que ya le tocaba a nuestro beta tímido jejeje.

Ian

Lidiar con Lara no era sencillo, era una mujer difícil, pero en la intimidad no me podía quejar era morbosa, sexy, caliente y no tenía miedo a experimentar cosas nuevas.

Siempre fui un chico tímido pero debo decir que en la cama me gustaba jugar diferentes roles, siendo mi mate tan dominante en el día, en la noche yo podía jugar ese roll y castigarla por ser una niña mala.

Como ahora que está en mi cama con ropa interior y con sus ojos vendados, tengo intensiones de hacerle todo tipo de perversidades mientras veo como su pecho se agita espectante. Camino alrededor de ella sintiéndome poderoso.

– Eres mía. – digo en su oído y me delito en ver como su piel se eriza.

– Tuya. – Responde y amarro sus manos detrás de su cuerpo con miles de planes para ésta noche.

Es bueno que haya decidido vivir lejos de la casa del alfa, quizás no tanto como la cabaña de James, pero sé que aquí no podrán escuchar sus gritos. Mi mate es bastante escandalosa, lo cual no me molesta, es la prueba de que hago bien el trabajo.

Sin gemidos, no hay placer.

Recorro con mi nariz su cuello, adoro el olor de su piel, doy un suave mordisco donde está mi marca y ella jadea.

– Abre las piernas. – susurro con voz ronca.

Ella obedece de manera sumisa, y me muestra aquello que estoy ansioso por probar me gusta torturarla por ello muerdo su pezón derecho por encima de la tela mientras mi otra mano pellizca el izquierdo. Gimotea mordiéndose el labio inferior.

Mi vista pegada a su rostro, quiero disfrutar de sus muecas de placer, estoy vestido pero la ropa empieza a estorbarme deseando quitar aquello que nos estorba pero tuve el temple de alargar su agonía, y de paso nuestro placer, así que mi lengua se centró en su ombligo. Jamás sospeché el efecto que surtió aquello, un latigazo de placer recorrió su cuerpo, empezó a gemir de una forma desesperada, y aquellos gemidos se fueron convirtiendo en gritos de placer conforme mi boca fue subiendo nuevamente hasta sus pechos.

Con maestría puse mi mano detrás y desabroché el bra, sus pechos redondos quedaron frente a mis ojos, los pezones estaban endurecidos, dos piedrecillas esperando ser devoradas, me las comí literalmente nunca me eché en mi boca nada más turgente, a mis bocados reaccionaba con jadeos y gemidos entrecortados.

De rodillas dí un beso en su vientre y otro más abajo me encantó descubrir aquella humedad que había bajo la braga de color negro, la cual destruí arrancándola de su cuerpo de un tirón, se quejó pero la ignoré.

Sus labios estaban húmedos e hinchados, el olor de su exitación despertó mis instintos.
Sin pensármelo dos veces me lancé a devorar aquel manjar, y no cabía más glotonería en aquella sabrosísima comida, el sabor no tengo palabras para definirlo, las ganas, por el ansia de dos amantes con un deseo desmesurado que se iba agrandando con el tiempo y que estaba a punto de llegar a su clímax.

El grito de Lara estoy seguro de que se oyó a más de un kilómetro de donde estábamos, además de eso cerró sus muslos sobre mi cabeza con fuerza como si quisiera retenerme ahí por siempre. Me bajé de la cama y rápidamente me quité todo lo que tenía puesto, estaba duro y necesitado de mi hembra, volví a la cama me acomodé entre sus piernas en dejé mi falo entrar lentamente, el rostro de Lara se distorcionó por el placer, empecé a moverme en círculos para que se adapte a mi tamaño y devoré sus pechos, chupando y mordisqueando hasta dejarlos marcados. Ella gemía descontrolada y pedía más.

No podía negarme a su petición y la voltee dejándola de rodillas, su trasero contra mi erección mientras mordisqueaba su hombro.

Lara estaba atada, vendada y completamente mojada y deseosa, en ese instante me hundí en ella gruñiendo al sentir como sus patedes me absorbian. Y empecé a embestirla sin compasión con ambas manos sosteniendo sus caderas, sus sollozos de placer eran una dulce melodía mientras mi cuerpo tomaba posesión del suyo, quería probar el aguante de mi nena que se corrió dos veces más en esa pose, cuando estaba a punto de correrme con ella la tomé del cuello, su espalda contra mi pecho, sudados y hambrientos de más.

– ¡Mía! – grité antes de morderla sobre mi marca mientras la taladraba con mi pene, Lara no pudo contestar gimió adolorida y se corrió por cuarta vez y yo hacía lo mismo.

No dejé de embestirla hasta dejar la última gota de mi semilla dentro de ella, lamí su cuello y mis dedos se concentraron en su punto más sencible.

– No puedo más. – sollozó pero no me detuve, acaricié su botoncito de placer hasta obtener el quinto orgasmo de la noche y la corrida que la hizo caer a la cama sin fuerzas y a mí sobre ella.

Solte sus ataduras y con cuidado le dí la vuelta, subí la venda y mi niña mala tenía los ojos cerrados. Estaba dormida y satisfecha, aproveché para acariciar sus rostro y me dí cuenta lo mucho que la amaba, mis manos fueron a su vientre y las ganas de plantar mi semilla se hicieron más grandes que nunca.

Damon

Sonya se encerró en su habitación no supe que le pasó y me preocupa su estado, llevamos los días así.
Estoy afuera pensando que hacer, si debo irme o entrar a pedirle que me diga que la aqueja.

– ¿Problemas en el paraíso? – mi beta me mira con cara de aburrimiento mientras está de brazos cruzados.

– Lyca.

La mujer que puede competir con Lara en lo ruda que es, a diferencia de la hermana de Sonya mi beta siempre vestida como hombre, tiene la mitad de la cabeza rapada y no usa maquillaje. No lo necesita en realidad es bonita pero su pésima actitud arruina lo demás.

– ¿Esperabas a alguien más? – nunca puedo entenderla al parecer se la pasa molesta todo el tiempo, no sé si es así con todos o sólo conmigo.

– Sonya se encerró en su habitación.

Todo estaba bien, apenas había logrado darle un poco de animos por su depresión y de un momento a otro salió huyendo, queria ayudarle pero no sé que hacer.




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