Sonya
Lyca estaba fuera de sí, quise hacer algo para ayudarle pero me ganaba en fuerza, después de todo era una beta y yo una loba común.
Se soltó de mi agarre y me hizo a un lado con facilidad sin lastimarme mientras caminaba hacia la humana que seguía en el suelo.
– ¡Tú! – apuntó con el dedo furiosa, la pobre chica a penas estaba recuperandose de semejante ataque de furia.
Me puse de pie de inmediato para tomarla del brazo y no hiciera una locura con la mate de Damon no era su culpa no corresponder al alfa.
Unos pasos acelerados en nuestra dirección terminaron con la tensión del momento.
– Beta Lyca. – Un hombre corpulento gritó en el pasillo llamando la atención de todos, deteniendo a la beta de embestir a la chica.
Lyca lo miró con ganas de matarlo y creo que yo igual porque él retrocedió.
– Marcos que te he dicho de llamarme así. – dijo entre dientes – concordaba con ella estábamos frente a la humana lo cual era delicado y difícil de explicar. –
La chica empezó a ponerse de pie agarrada de la pared tenía los dedos de Lyca tatuados en su cuello por desgracia esto no le iba a agradar a Damon.
– Hay fuego en las cabañas no sabemos de dónde salió pero necesitamos de su ayuda. – fue todo lo que dijo para que Lyca saliera corriendo hacia afuera y yo la siguiera, ignorando a la chica no había tiempo para lidiar con la humana ahora.
Empezamos a correr hacia los alrededores, el muchacho era nuestro guía, las cabañas estaban intactas, al menos las principales del ala Este, pero luego vimos humo en la parte trasera del hotel y seguimos corriendo a evaluar los daños.
Las cabañas en la parte trasera pertenecían a familias de la manada, algunos ya estaban intentando hacer algo para controlar el fuego.
– ¡Lyca! – grité en cuanto me di cuenta que la cabaña donde teníamos las oficinas ardían también.
Nos dividimos en grupos, las cabañas ardían rápidamente y lo principal era salvaguardar las vidas de quienes estaban dentro.
Lyca guiaba a otros hombres a tratar de apagar las llamas, lo cual parecía una tarea imposible.
Mientras tanto yo guie a algunos niños y ayudé a que fueran a una zona segura, el ala Este lo parecía, las pérdidas materiales parecían mínimas.
Pronto mucha gente empezó ayudar, pero entonces vi al hombre que nos llamó irse a escondidas, me pareció sospechoso por lo cual lo seguí.
Tenía algo en la mano, me di cuenta que se trataba de un arma. Lo cual me alarmó de inmediato, no éramos exactamente inmunes a las armas, nos dañaban igual y no creo que Damon apruebe el uso de ellas aquí.
Lo observe apuntar a un lugar en específico en las cabañas de huéspedes, del lado sur, al instante el estallido y todo empezó a arder, observé con terror cómo prendía fuego con las personas adentro, sin el más mínimo remordimiento.
Esto era provocado por él, para que todo hiciera combustión tan rápido debía haber una especie de tanque de gasolina en cada cabaña.
Mientras lo observaba hizo dos detonaciones más ocasionando el caos, gritos de dolor, pánico y personas que corría de un lado a otro, las llamas devoraban todo y se extendían rápidamente a otras cabañas.
Había gente quemándose viva.
Reaccioné tarde, él ya había hecho un gran daño, corrí en su dirección para detenerlo, lo que estaba haciendo era un crimen atroz.
Me abalancé sobre él, luchando por evitar prendiera a otras cabañas, pronto se escuchó un cuarto estallido, la explosión nos hizo caer por los aires, éste venía del hotel.
Gritos
Fuego
Pánico
No podía creer lo que estaba sucediendo, el hotel que Damon había construido, las cabañas, laa escuelas, todo a nuestro alrededor se tornó en un color naranja ardiente.
Me levanté del piso, aturdida, incrédula de lo que veían mis ojos, de no ser por el calor sofocante y el humo negro que cortaba la respiración, hubiera jurado que soñaba.
Bajé la guardia, me confié y fue cuando sentí un fuerte golpe en mi cabeza, el zumbido en mis oídos, el dolor, quedé desorientada, no sabía quién lo había hecho, quien estaba detrás de semejante crimen estaba en el suelo y sólo podía ver a la gente correr despavorida por el lugar.
Hasta que unas botas se detuvieron frente a mí.
Él estaba de pie frente a mi y con pistola en mano me apuntaba a la cabeza.
Siempre tuve miedo de los humanos y ahora uno de los míos estaba decidido a acabar conmigo.
Lágrimas de impotencia asomaron por mi cabeza mientras trataba de levantarme, moriría con dignidad.
Esperé el disparo que acabaría conmigo, pero de la nada él fue embestido por Lyca, quien me acababa de salvar la vida.
A pesar de su tamaño y delgadez, ella peleaba cual leona con ese hombre que le duplicaba el tamaño.
La pistola rodó lejos de ellos, él fue el primero en levantarse.
– ¿Que está pasando aquí Marcos? – dijo la beta desde el piso, mirando al hombre que estaba frente a ella.
No recibió respuesta alguna más que una pose de ataque.
Lyca se levantó y se le fue encima, golpeando con fuerza su rostro.
Un golpe
– Vas a hablar por las buenas o por las malas Marcos. – otro golpe al estómago que lo hizo retroceder.
Luego otro golpe más.
Me sentí aliviada de que ella estuviera ahí, era muy fuerte, una buena peleadora.
El hombre cayó de rodillas, con el rostro ensangrentado parecía que todo había terminado.
– ¿Que has hecho Marcos? vas a ser juzgado por esto, espera que Damon se entere.
Pero entonces Marcos sacó una navaja de su bota derecha.
– ¡Cuidado! –Grité pero había sido tarde Marcos la enterró en el abdomen de Lyca y luego la golpeó en el rostro.
Una
Dos
Tres veces.
Al caer se subió encima de ella y empezó a retorcer la hoja de la navaja haciéndola gritar de dolor.
Corrí hasta ellos.
Me armé de valor, salté sobre él, subí su espalda lo mordí en el hombro.
El gritó y me tomó del cabello, me arrancó de encima me tiró al suelo con fuerza el impacto me dejó sin aire, me dolía todo.
Lo vi caminar y tomar el arma, luego mirar a Lyca que se desangraba en el suelo, mientras yo era incapaz de levantarme del suelo.