Damon (horas antes)
La mañana me toma de nuevo con el mismo silencio sepulcral, sintiéndome un alfa débil, estúpido e indigno había perdido más que a una persona, no lo supe hasta que fué demasiado tarde.
Se sentía como si me hubieran arrancado un pedazo de mi cuerpo y de mi alma y la oscuridad empezaba a cegarme.
Uno de la manada lo había hecho y no entendía los motivos no lo vi venir nunca lo imaginé que los míos podían traicionarme.
Cuidaba de mi manada investigando a los de afuera que olvidé a quienes estaban dentro un error que no volvería a cometer el día se tornaba frio, solitario pero no sabía que podía volverse letal hasta que recordé las leyes de mi padre aquellas que hicieron que sus enemigos jamás le traicionaran desde que los familiares de Lyca estuvieron aquí lo entendí me tragué los insultos, los merecía, yo me sentía como un fracaso pero no más.
La lealtad y el respeto parecían no ganarse a base de palabras dulces había que infundar miedo, ellos habían mordido la mano que les daba de comer y se suicidaron antes de pagar por ello y eso me molestaba.
La familia del asesino de Lyca estaba en una celda hasta que no se esclareciera el asunto de los implicados permanecían ahí, el otro tipo que asesiné no tenía a nadie más.
Esperaba a noticias, había alguien que se encargaba de buscar la conexión en todo ésto esperaba que me trajera información al respecto mientras tanto mi mente era un caos entre lo que sentía y lo que debía hacer.
Capté un aroma dulce uno que había conocido hace apenas un día y que me seguía a todos lados. Anya apareció frente a mi hermana menor de Marcos el lobo asesino de mi beta, sus ojos estaban llenos de lágrimas había venido varias veces a buscarme, desde que ocurrieron los hechos, ella estaba fuera de la manada un tiempo y al saber de la muerte de su hermano no dudó en venir, cuando supo que su familia estaba en aprietos ni dudó en abogar por ellos.
No la había encarcelado, pero tampoco podía salir de mis tierras era extraño pero encontré cierto placer en hacerla mi prisionera.
Había dolor en mi corazón, pero también sabía que por primera vez estaba dejando salir mi oscuridad pues disfrutaba estar del otro lado y verla rogar piedad para los suyos una que en el fondo no deseaba darle.
Estaba harto de ser el tipo bueno, el que hiciera las cosas bien al que todos creían podían pisotear. Les había dado todo de mí y aún así se reían en mi cara traicionándome.
Por primera vez me di cuenta que los buenos sólo causan lástima peor cuando confunden eso con debilidad vivimos en un mundo cruel y ya era hora de despertar.
No me había ganado el respeto de todos con mis buenas acciones ése había sido mi error ahora lo sabia.
— Alfa Damon porfavor... — dijo aquella mujer.
Su largo cabello negro, sus ojos llenos de lágrimas, su nariz respingada y esos labios rojos, era hermosa aunque no me atraía de esa manera; para mi sorpresa mi lobo y yo deseabamos dañarla desde el primer instante en que la vimos.
Disfrutaba estar del otro lado, del lado del poder donde otros eran quienes suplicaban. Anya me había conocido en el peor momento, me había rogado por una oportunidad de limpiar el nombre de su familia y de su hermano algo que me daba igual.
Él había jalado el gatillo, no importa que tan bueno haya sido con su familia no cambiaba el hecho de que era un asesino y me había quitado a mi beta.
— Porfavor alfa no lastime a mi familia. — sollozó sin causarme lástima.
La miré indiferente pensando en los miles de escenarios en los que podría destruirla, no se que me pasaba ultimamente pero no me apetecía ser paño de lágrimas de nadie quería ver la sangre de mis enemigos correr.
No tuve que decir nada pues finalmente llegaron las personas que esperaba quienes al estar presente la miraron cual cucaracha y ella se fué resignada con la cabeza gacha.
Dos hombres frente a mi con sus trajes podría pasar como sofisticados empresarios o abogados pero eran lobos investigadores, porque sí, tenemos a los nuestros alrededor del mundo, no pertenecian a la manada sino al consejo, las cosas cambiaron desde hace mucho y ellos se mantenian en las sombras, listos para aparecer en los momentos de necesidad. Ethan y yo éramos miembros también desde que los ancianos fueron asesinados hace cinco años necesitamos estar dentro para poder confiar en los nuevos dirigentes por ellos nos podiamos comunicar con el resto siempre. Además de mantener nuestro apoyo, si ellos necesitan mi ayuda yo iría a ellos, si yo lo necesitaba ellos vendrían a mí.
No hubo saludos cordiales ellos estaban ante mi serios, sus labios en una fina línea y parecían tener el cuerpo tenso como si estuvieran a punto de dejar salir a la bestia. En el fondo sabia que lo que estaban apunto de decirme cambiarian las cosas, era más grave de lo que parecía y yo estaba preparado para escucharlos.
Me di la vuelta y ellos me siguieron en silencio, quizas pensarán que era estúpido darle la espalda a dos desconocidos yo ya no era el mismo, mis sentidos estaban alerta y no me volveria a ver débil ante nadie.
Los hice pasar a una oficina me senté frente a ellos y esperé impaciente.
Su respuesta fue simple, unas fotografías de diferentes personas fueron dejadas una a una hasta completar un juego que me dejó estático. Estaban frente a mi sentí que el aire me faltaba fue como un golpe directo al estómago.
— Ellos son cazadores alfa Damon. — escuché pero mis ojos estaban en las fotografías.
cazadores
Eso dijeron y yo sentí que me sumía en la más profunda oscuridad, estuvieron frente a mis naricez, les di la mano, comí con ellos les enseñé mis tierras e hice planes con ella.
Las esquinas de mi mente empezaban a exigir libertad para la bestia en mi interior de todas las traiciones posibles, no imaginé recibir una de parte de ella, la mujer que se supone era mi compañera: Alana.