Luna Roja

< Capítulo 7 >

La pasión entre Vanessa y Hugo había creado un espejismo de seguridad, una burbuja de intimidad que los aislaba de la realidad brutal que los rodeaba. Pero el mundo del crimen no perdonaba distracciones. Donatella Bossi no era de las que se quedaban de brazos cruzados mientras sus enemigos tramaban su caída.

La información que Ricardo Vargas había publicado sobre Donatella había causado un terremoto en Ciudad Esmeralda. Sus socios la evitaban, sus cuentas bancarias estaban bajo investigación y la policía la vigilaba de cerca. Donatella estaba furiosa, y su furia era como un volcán a punto de explotar.

Hugo y Gael, confiados en su éxito, se reunieron en un club nocturno de dudosa reputación, un lugar donde la información fluía tan libremente como el alcohol adulterado. Gael, nervioso, jugueteaba con su vaso.

¿Estás seguro de que es seguro vernos aquí?– preguntó Gael, mirando a su alrededor con inquietud. –He oído que Donatella tiene contactos en este lugar–

Relájate, Gael– respondió Hugo, con una sonrisa confiada. –Este lugar es perfecto. Nadie sospechará que nos reunimos aquí. Además, necesito preguntarte sobre las pistas que descubriste respecto a las finanzas de Donatella en el extranjero.–

Mientras hablaban, dos figuras sombrías se acercaron a su mesa. Eran hombres corpulento, con tatuajes intimidantes y miradas frías. Hugo los reconoció de inmediato: eran matones a sueldo de Donatella.

Hugo Rangel, ¿verdad?–, dijo uno de los matones, con una sonrisa amenazante. –Donatella Bossi envía sus saludos.–

Hugo se levantó de su silla, listo para pelear. –No tengo nada que hablar con Donatella– respondió, con voz firme.

Ella insiste– dijo el matón, sacando un cuchillo brillante. –Y cuando Donatella insiste, es mejor obedecer.–

La situación se tornó violenta en cuestión de segundos. Los matones se abalanzaron sobre Hugo y Gael, atacándolos con cuchillos y puños. Hugo, a pesar de su entrenamiento, se vio superado en número y en fuerza. Gael, por su parte, era un hacker, no un luchador.

Hugo recibió un corte profundo en el brazo, pero logró derribar a uno de los matones con una patada en la cara. Gael, aprovechando la distracción, intentó escapar, pero fue atrapado por el otro matón, quien lo golpeó con fuerza en la cabeza. Gael cayó al suelo, inconsciente.

Hugo, al ver a Gael caer, sintió una rabia incontrolable. Se lanzó contra el matón que había golpeado a Gael, golpeándolo con todas sus fuerzas. El matón cayó al suelo, aturdido.

Hugo aprovechó la oportunidad para arrastrar a Gael fuera del club. Lo llevó hasta su coche y lo metió en el asiento trasero. Arrancó el coche y salió a toda velocidad, dejando atrás el club nocturno y a los matones de Donatella.

Mientras conducía, Hugo revisó a Gael. Estaba inconsciente, pero respiraba. Necesitaba llevarlo a un hospital lo antes posible.

De repente, otro coche apareció en su retrovisor, persiguiéndolos a toda velocidad. Hugo reconoció el coche: era el coche de los matones de Donatella.

Hugo aceleró, tratando de escapar de sus perseguidores. Pero los matones eran implacables. Lo siguieron de cerca, disparando contra su coche.

Una bala impactó en el parabrisas, haciéndolo añicos. Otra bala impactó en el neumático trasero, haciendo que el coche perdiera el control.

Hugo luchó por mantener el control del coche, pero era inútil. El coche se salió de la carretera y chocó contra un árbol.

Hugo quedó atrapado en el coche, aturdido y herido. Miró hacia atrás y vio a Gael, aún inconsciente.

Los matones se acercaron al coche, con armas en mano. Estaban listos para terminar el trabajo

Es el fin, Hugo– dijo uno de los matones, con una sonrisa malévola. –Donatella siempre gana.–

Pero antes de que pudieran disparar, un coche apareció de repente, bloqueando su camino. Del coche salieron dos hombres armados, disparando contra los matones de Donatella.

Los matones, sorprendidos por el ataque, se defendieron, disparando contra los hombres armados. Se produjo un tiroteo intenso, con balas volando por todas partes.

Hugo, aprovechando la distracción, logró salir del coche y arrastrar a Gael a un lugar seguro. Observó la escena con incredulidad, preguntándose quiénes eran esos hombres que los estaban salvando.

Después de unos minutos, el tiroteo terminó. Los matones de Donatella yacían muertos en el suelo. Los hombres armados se acercaron a Hugo.

¿Estás bien, Hugo?– , preguntó uno de los hombres armados.

Hugo reconoció la voz. Era uno de los hombres de confianza de Vanessa.

Vanessa nos envió para ayudarte,– explicó el hombre armado. –Sabía que Donatella iba a atacarte–

Hugo sintió una mezcla de alivio y furia. Estaba agradecido de que Vanessa lo hubiera salvado, pero también estaba furioso porque no le había advertido del peligro.

¿Por qué no me dijo que Donatella iba a atacarme?–, preguntó Hugo, con voz temblorosa.

Vanessa no quería preocuparte– respondió el hombre armado. –Pensó que era mejor mantenerte en la oscuridad. Además, quería ver si podías defenderte solo.–

Hugo apretó los puños. Se sentía utilizado, manipulado. Vanessa lo había puesto en peligro a propósito, solo para probar su lealtad.

Lleva a Gael al hospital– dijo Hugo, con voz fría. –Y dile a Vanessa que quiero hablar con ella–...



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En el texto hay: mafia, romance, venganza

Editado: 13.09.2025

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