Luna Roja

< Capitulo 8 >

El sol apenas comenzaba a asomarse entre los rascacielos de Ciudad Esmeralda cuando Hugo, aún con el brazo vendado y la ropa manchada de sangre, irrumpió en el penthouse de Vanessa. La puerta se abrió de golpe, resonando en el silencio matutino del lujoso apartamento.

Vanessa lo esperaba en el salón, vestida con una elegante bata de seda negra, su rostro impecable a pesar de la hora. La calma en su mirada contrastaba con la furia que hervía en el interior de Hugo.

Veo que estás vivo–. dijo Vanessa, con su voz suave y calculadora.

¿Vivo? ¡Casi muero!– , exclamó Hugo, caminando hacia ella con pasos decididos. –¡Y todo por tu culpa! Sabías que Donatella iba a atacarme y no me dijiste nada.–

Vanessa se mantuvo impasible. –Necesitaba saber de qué eras capaz,– respondió. –Necesitaba saber si podía confiar en ti.–

¿Confiar en mí?–, repitió Hugo, incrédulo. –¡Me pusiste en peligro, a mí y a Gael! ¡Gael está en el hospital, luchando por su vida! ¿Y todo para probar mi lealtad?–

Gael sabía los riesgos que corríamos– dijo Vanessa, con frialdad. –Él eligió participar–

–¡No, Vanessa, tú lo elegiste por él!– , gritó Hugo. –Tú nos usaste a ambos como peones en tu juego de poder. Y no me vengas con que es por la familia Robles, esto es por ti, por tu sed de poder.–

El silencio se hizo denso en el salón. Vanessa no respondió, pero su mirada se endureció. Hugo había tocado un nervio sensible.

¿Y ahora qué?– preguntó Hugo, con un tono desafiante. –¿Vas a decirme que todo valió la pena? ¿Que la muerte de Paulino, la emboscada, el sufrimiento de Gael, todo es necesario para que puedas sentarte en el trono?–

Vanessa se acercó a Hugo, con la mirada fija en sus ojos. –No sabes nada de lo que he sacrificado– dijo, con voz baja y amenazante. –No sabes nada del mundo en el que vivo. Y no sabes nada de lo que estoy dispuesta a hacer para proteger lo que es mío

Sé que eres una manipuladora, Vanessa– respondió Hugo, sin apartar la mirada. –Sé que eres capaz de cualquier cosa. Pero no voy a ser tu marioneta. No voy a seguir tus órdenes ciegamente. A partir de ahora, las cosas van a cambiar

Vanessa sonrió, una sonrisa fría y calculadora. –¿Crees que tienes elección, Hugo?– , preguntó. –¿Crees que puedes simplemente alejarte? Estás demasiado involucrado. Sabes demasiado.–

Sé lo suficiente para hundirte,– dijo Hugo, con una mirada desafiante. –Sé cómo mataste a Paulino. Sé cómo estás manipulando a Atilio. Sé cómo estás difamando a Donatella. Si caigo, te llevo conmigo.–

Vanessa se echó a reír, una risa cruel y despiadada. –¿Crees que alguien te creería? Eres solo un guardaespaldas, un don nadie. Nadie va a creer la palabra de un matón contra la palabra de la viuda de Paulino Robles.–

Tengo pruebas– dijo Hugo, con una sonrisa enigmática. –Tengo copias de todos los documentos, de todos los correos electrónicos, de todas las grabaciones. Si algo me sucede, todo saldrá a la luz.

El rostro de Vanessa palideció. Sabía que Hugo estaba diciendo la verdad. Sabía que había subestimado su inteligencia y su capacidad de anticipación.

¿Qué quieres?– , preguntó Vanessa, con voz cautelosa.

Quiero la verdad– respondió Hugo. –Quiero saber por qué mataste a Paulino. Quiero saber cuáles son tus verdaderas intenciones. Y quiero saber qué vas a hacer con Donatella–

Vanessa suspiró, derrotada. Sabía que no podía seguir mintiéndole a Hugo. Sabía que tenía que confiar en él, al menos por ahora.

Siéntate, Hugo– dijo, señalando un sillón cercano. –Tenemos mucho de qué hablar.

Hugo dudó por un momento, pero finalmente se sentó. Sabía que estaba jugando un juego peligroso, pero estaba dispuesto a correr el riesgo. Necesitaba saber la verdad, aunque le doliera.

Vanessa comenzó a hablar, revelando los secretos más oscuros de su pasado, las razones que la habían llevado a matar a Paulino y los planes que tenía para el futuro. Hugo escuchó atentamente, sin interrumpir. Cuanto más escuchaba, más se daba cuenta de que Vanessa era una mujer compleja, una víctima de las circunstancias que se había convertido en una depredadora implacable.

Cuando Vanessa terminó su relato, un silencio sepulcral llenó el salón. Hugo la miró a los ojos, tratando de descifrar sus verdaderas intenciones.

¿Y ahora qué?– preguntó Hugo. –¿Qué vas a hacer con Donatella?–

Vanessa sonrió, una sonrisa que heló la sangre a Hugo. –Donatella es un problema que necesito solucionar– respondió. –Y tengo un plan para hacerlo–

¿Qué plan?– , preguntó Hugo, sintiendo un mal presentimiento.

Un plan que requiere tu ayuda– dijo Vanessa, con una mirada seductora. –Un plan que nos unirá aún más. Un plan que cambiará nuestras vidas para siempre–

Hugo se quedó en silencio, sopesando sus opciones. Sabía que Vanessa estaba a punto de arrastrarlo a un nuevo nivel de peligro y complicidad. Pero también sabía que no podía abandonarla. La amaba, a pesar de todo. Y estaba dispuesto a hacer lo que fuera necesario para protegerla, incluso si eso significaba poner en riesgo su propia vida.

¿Cuál es el plan?– , preguntó Hugo, finalmente.

Vanessa sonrió, complacida. –Te lo contaré– dijo. –Pero antes, necesito que me prometas algo–

¿Qué?–. preguntó Hugo, con cautela.



#3367 en Novela romántica
#346 en Thriller

En el texto hay: mafia, romance, venganza

Editado: 13.09.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.