Mientras Hugo y Vanessa sellaban su pacto con una peligrosa mezcla de confianza y secretos, Donatella Bossi se encontraba en una situación precaria. La campaña de desprestigio orquestada por Vanessa había dejado profundas cicatrices en su reputación y sus negocios. Aislada y furiosa, Donatella necesitaba un milagro, o al menos un aliado dispuesto a enfrentarse a la todopoderosa viuda Robles.
Y ese aliado encontró su camino hacia ella en la figura de Borja Torrente, un nombre que resonaba con ecos de un pasado doloroso para Vanessa. Borja era un hombre elegante, de mirada fría y sonrisa afilada, un tiburón financiero que había amasado una fortuna a base de astucia y falta de escrúpulos. Era, además, un ex amante de Vanessa, un hombre al que ella había humillado y dejado atrás años atrás.
La sed de venganza de Borja era tan intensa como la de Donatella. Él veía en la caída de Vanessa la oportunidad perfecta para saldar viejas cuentas, para recuperar el prestigio perdido y para demostrar que nadie podía desafiarlo impunemente.
Su primer encuentro fue en un club privado, un lugar discreto donde las élites de Ciudad Esmeralda podían reunirse sin temor a miradas indiscretas. Donatella llegó acompañada de sus guardaespaldas, con la mirada desafiante y la actitud de quien no tiene nada que perder. Borja la esperaba sentado en una mesa apartada, con una copa de champán en la mano.
–Donatella Bossi– dijo Borja, levantándose para saludarla con una sonrisa. –Es un placer conocerla finalmente.–
–Borja Torrente– respondió Donatella, estrechando su mano con firmeza. –He oído hablar mucho de ti.–
–Y yo de ti– dijo Borja, con una mirada penetrante. –Sé que estás pasando por un momento difícil. Y sé que buscas venganza.–
Donatella sonrió. –Eres un hombre directo, Borja. Me gusta eso.–
–No tengo tiempo para rodeos– respondió Borja. –Vanessa Robles es una amenaza para ambos. Y juntos podemos destruirla.–
Donatella se sentó y aceptó una copa de champán. –¿Qué tienes en mente?– preguntó.
–Vanessa es inteligente, pero también es arrogante– dijo Borja. –Cree que tiene todo bajo control, pero está equivocada. Tiene debilidades, puntos ciegos que podemos explotar.–
–¿Y cuáles son esos puntos ciegos?– , preguntó Donatella, con curiosidad.
–Su relación con Hugo Rangel,– respondió Borja, con una sonrisa maliciosa. –Están enamorados, y eso los hace vulnerables. Hugo es su punto débil, su talón de Aquiles.–
Donatella frunció el ceño. –He oído rumores sobre su relación, pero no pensé que fuera algo serio.–
–Es más serio de lo que crees– dijo Borja. –Vanessa está cegada por la pasión, y eso la hace cometer errores. Podemos usar a Hugo en su contra, podemos manipularlo, podemos destruirlo.–
–¿Cómo?– preguntó Donatella.
–Tengo un plan– dijo Borja, acercándose a ella y bajando la voz. –Un plan que pondrá a Hugo en contra de Vanessa, que destruirá su confianza y que la dejará completamente expuesta.–
Donatella escuchó atentamente el plan de Borja, con una sonrisa cada vez más amplia en su rostro. Era un plan arriesgado, pero también brillante. Si lograban llevarlo a cabo, Vanessa Robles estaría acabada.
–Me gusta tu plan, Borja– dijo Donatella, con una mirada de complicidad. –Estoy dispuesta a apostar por él.–
–Bien– dijo Borja, levantando su copa. –Brindemos por la caída de Vanessa Robles.–
Donatella chocó su copa con la de Borja. –Por la caída de la viuda negra,– dijo...