La noche de la gala benéfica en el Museo de Arte Moderno llegó envuelta en un aura de elegancia y sofisticación. Las luces brillantes iluminaban los trajes de gala y las joyas ostentosas de la élite de Ciudad Esmeralda, mientras la música suave llenaba el aire con un ambiente de alegría y celebración. Sin embargo, bajo esa fachada de opulencia, una red de traiciones y conspiraciones se tejía en la sombra.
Vanessa Robles llegó al museo luciendo un vestido de seda negro que realzaba su figura esbelta y su mirada penetrante. Hugo Rangel la acompañaba, vestido con un elegante esmoquin que disimulaba a la perfección el arma que llevaba oculta bajo la chaqueta. Emma Lancaster también estaba presente, observando el entorno con su aguda mirada de abogada, lista para detectar cualquier señal de peligro.
Lo que Vanessa no sabía era que la trampa estaba a punto de cerrarse sobre ella. Borja Torrente había dispuesto a sus hombres estratégicamente por todo el museo, listos para atacar a la señal convenida. Además, contaba con la supuesta ayuda de Hugo Rangel, quien había aceptado traicionar a Vanessa a cambio de una suma considerable de dinero y la promesa de una vida mejor.
Mientras Vanessa saludaba a algunos de sus conocidos, Hugo se acercó a ella con una sonrisa forzada.
–Vanessa– dijo Hugo, tomando su mano. –Necesito hablar contigo a solas.–
Vanessa frunció el ceño. –No es el momento, Hugo– respondió. –Tenemos compromisos que atender.–
–Es urgente– insistió Hugo. –Por favor, acompáñame al balcón. Necesito decirte algo importante.–
Vanessa dudó por un momento, pero finalmente accedió. Caminaron juntos hasta el balcón, donde la noche estrellada ofrecía un respiro del bullicio del interior.
–¿Qué sucede, Hugo?– , preguntó Vanessa, con impaciencia.
Hugo respiró hondo y la miró a los ojos. –Vanessa, tengo que confesarte algo– dijo. –He estado mintiéndote. He estado trabajando con Borja Torrente.–
Vanessa sintió como si una daga le atravesara el corazón. No podía creer lo que estaba escuchando.
–¿Qué estás diciendo?– preguntó Vanessa, con voz temblorosa.
–Borja me ofreció dinero para traicionarte– explicó Hugo. –Me dijo que me estabas utilizando, que no tenías ninguna intención de comprometerte conmigo. Al principio no lo creí, pero luego empecé a dudar. Y cuando me ofreció una vida mejor, no pude resistirme.–
Las lágrimas comenzaron a brotar de los ojos de Vanessa. Se sentía traicionada, engañada, humillada.
–¿Cómo pudiste hacerme esto, Hugo?– preguntó Vanessa, con la voz rota por el llanto. –Yo confiaba en ti.–
–Lo siento, Vanessa– dijo Hugo, con la mirada baja. –Pero ya es demasiado tarde. Borja va a atacar el museo en cualquier momento. Y tú no tienes ninguna posibilidad.–
En ese instante, el infierno se desató. Los hombres de Borja irrumpieron en el museo disparando contra todo lo que se movía. La música se detuvo bruscamente, los gritos de pánico llenaron el aire y el caos se apoderó del lugar.
Vanessa reaccionó con rapidez. Sacó su arma y comenzó a disparar contra los atacantes, protegiéndose detrás de una columna. Hugo, arrepentido de su traición, hizo lo mismo, uniéndose a la defensa de Vanessa.
Emma, por su parte, se refugió detrás de una mesa, llamando a la policía y organizando la evacuación de los invitados. Su mente analítica trabajaba a toda velocidad, buscando una forma de salir de esa pesadilla
El tiroteo fue intenso y sangriento. Los hombres de Borja eran numerosos y estaban bien armados, pero Vanessa y Hugo luchaban con valentía y determinación. Sabían que sus vidas dependían de ello.
Después de varios minutos de combate, la policía llegó al museo y comenzó a repeler el ataque. Los hombres de Borja, superados en número y en armamento, comenzaron a retirarse, dejando tras de sí un reguero de muerte y destrucción.
Cuando la calma volvió a reinar en el museo, Vanessa y Hugo se encontraron rodeados de cadáveres y heridos. La gala benéfica se había convertido en una masacre.
–¿Estás bien?– preguntó Vanessa, acercándose a Hugo con cautela.
Hugo asintió, con la mirada perdida. –He cometido un error terrible, Vanessa– dijo. –No merezco tu perdón–
Vanessa lo miró a los ojos y vio el arrepentimiento sincero en su mirada. Sabía que Hugo había sido manipulado por Borja, que había actuado por desesperación y ambición.
–Te perdono, Hugo– dijo Vanessa. –Pero debes demostrarme que puedo volver a confiar en ti–
Hugo asintió con fervor. –Lo haré, Vanessa– dijo. –Lo juro.–
En ese momento, Emma se acercó a ellos con una sonrisa de alivio.
–Todo está bajo control– dijo Emma. –La policía está investigando el ataque y los heridos están siendo atendidos. Ustedes dos deberían irse de aquí. No es seguro que se queden.–
Vanessa asintió. Sabía que Emma tenía razón. Debían desaparecer por un tiempo, hasta que la situación se calmara.
–Gracias, Em– dijo Vanessa. –No sé qué haríamos sin ti–
–Para eso están las amigas– dijo Emma, guiñándole un ojo. –Ahora, váyanse. Y cuídense mucho–
Vanessa y Hugo salieron del museo tomados de la mano, dejando atrás la gala de traiciones y sangre derramada. Sabían que la guerra con Donatella y Borja estaba lejos de terminar, pero estaban decididos a luchar juntos hasta el final...