< Capítulo 17 >

El sol de la mañana entraba con fuerza por las ventanas del apartamento de Gael, iluminando el espacio con su brillo cálido y engañosamente pacífico. A pesar de la aparente tranquilidad que reinaba, en el ambiente flotaba una tensión que podía cortarse con un cuchillo.

Gael había estado desempacando sus cosas cuando escuchó el sonido de la puerta abriéndose sigilosamente. Sin necesidad de volverse, supo que no estaba solo. La figura imponente de Borja Torrente apareció en el umbral, su expresión era una mezcla de confianza arrogante y calculadora frialdad.

—Gael —saludó Borja con una sonrisa torcida—. Me alegra verte fuera del hospital. Te he estado esperando.

Gael cerró el puño, pero mantuvo la calma. Sabía que un enfrentamiento directo no era lo más inteligente.

—Borja —respondió con voz firme—. No esperaba encontrarte aquí. ¿Qué quieres?

Borja dio un paso dentro del apartamento, sin invitar.

—Quiero hablar de negocios, Gael. No de cualquier negocio, sino de uno que nos podría beneficiar a ambos. Tú sabes bien que estamos en un juego que no admite medias tintas. Puedo ofrecerte protección, recursos, y la posibilidad de una mejor vida.

Gael sintió un escalofrío recorrido su espalda. El tono desafiante de Borja eran una amenaza implícita.

—¿Protegerme? —replicó Gael—. ¿De qué? ¿De ti? No necesito tus favores, Borja.

—Ah, Gael —dijo Borja, acercándose lentamente—. No se trata solo de protegerte, sino de elegir bandos. Vanessa Robles se ha convertido en un problema para algunos, y yo puedo ser la solución. Solo imagina lo que podríamos lograr si unimos fuerzas.

Gael lo miró fijamente, su mente analizando cada palabra, cada insinuación.

—¿Y qué ganas tú con eso?

—Todo —respondió Borja con una sonrisa siniestra—. Poder, dinero y venganza. Quiero ver a Vanessa caer, y tú puedes ser la llave para que eso ocurra. Piénsalo bien, Gael. Podríamos dominar este juego si dejamos atrás los antiguos rencores.

Gael apretó los dientes. La oferta era tentadora, pero significaría traicionar todo en lo que creía, sobre todo a Vanessa, a quien veía como una amiga y líder.

—No soy quién para decidir eso ahora —replicó con cautela—. Necesito tiempo.

Borja asintió complacido.

—Te daré tiempo, pero no mucho. El reloj corre, Gael. Recuerda que en este juego, el débil muere.

La tensión no disminuyó hasta que Borja finalmente se retiró, dejando a Gael con un torbellino de pensamientos y emociones.

Mientras tanto, en Suiza, Vanessa Robles disfrutaba de la relativa tranquilidad que el país alpino le brindaba, pero su mente no podía dejar de girar en torno a las amenazas que aún la perseguían. Sabía que necesitaba aliados fuertes para sostener la batalla que se avecinaba.

Un contacto del pasado, alguien que había trabajado estrechamente con Paulino, le había enviado un mensaje cifrado: Tomas Holler, un nombre que evocaba respeto y miedo en los bajos mundos criminales.

Vanessa decidió que era momento de encontrar a Tomas Holler. Si quería sobrevivir y vencer, necesitaba estar dispuesta a jugar el juego completo, incluso si eso significaba cruzar líneas peligrosas.

Una tarde, en un café discreto en las afueras de Zúrich, Vanessa sostuvo una reunión con Tomas Holler, un hombre de presencia imponente, cabello oscuro salpicado de canas, y ojos que delataban las cicatrices del poder y la violencia.

—Señora Robles —dijo Tomas con voz grave—. Paulino hablaba mucho de usted. Un hombre leal y peligroso. ¿Qué le trae a Suiza?

—Estoy buscando aliados —respondió Vanessa con determinación—. Nadie puede hacerlo sola, y el peligro es demasiado grande.

Tomas la observó detenidamente.

—Hay lealtades que se heredan, y enemigos que nunca duermen. Pero la alianza tiene un precio.

Vanessa asintió sin titubeos.

—Estoy dispuesta a pagar el precio. Por la gente que amo y por lo que queda de mi vida.

El encuentro entre Vanessa y Tomas no solo marcó el inicio de una nueva alianza, sino también la entrada a un mundo aún más oscuro y complejo, donde la línea entre amigos y enemigos se confundía con demasiada facilidad...