Luna Roja

< Capítulo 19 >

La serenidad idílica de los Alpes suizos, que hasta hacía poco había servido como un bálsamo para las heridas de Vanessa y Hugo, comenzó a agrietarse. Las noticias sobre la alianza de Vanessa con Tomas Holler, filtradas de manera deliberada y malintencionada, llegaron a oídos de Hugo a través de canales indirectos, sembrando la semilla de la duda y la preocupación.

Hugo, sentado frente a la chimenea encendida, revisaba unos informes financieros que Vanessa le había pedido analizar. Su mente, habituada a la lógica y a la precisión, se detuvo en una serie de movimientos inusuales que apuntaban a operaciones sospechosas en el mercado asiático, justo donde Vanessa había estado invirtiendo. Fue entonces cuando un correo electrónico, marcado como urgente y proveniente de una fuente anónima, cayó en su bandeja de entrada.

El mensaje era conciso y escalofriante: "Vanessa Robles ha buscado la ayuda de Tomas Holler. El narcotraficante. ¿Está dispuesta a cruzar la línea?"

La sangre se heló en las venas de Hugo. Tomas Holler... el nombre evocaba un mundo de violencia y criminalidad que él había intentado dejar atrás, un mundo del que Vanessa, a pesar de sus propias batallas, parecía cada vez más cerca. Se levantó de un salto, la calma que lo había acompañado en Suiza desvaneciéndose como el humo.

Encontró a Vanessa en el jardín, disfrutando de una taza de té mientras el sol de la tarde bañaba las montañas en un resplandor dorado.

Vanessa– comenzó Hugo, su voz tensa, –necesito hablar contigo. Ahora–

Vanessa levantó la vista, sorprendida por la urgencia en el tono de Hugo.

¿Qué sucede, cariño? ¿Todo bien?– , preguntó, percibiendo la inquietud en su rostro.

Hugo se acercó, el correo electrónico aún ardiendo en su mente.

He recibido información sobre tu alianza con Tomas Holler– dijo directamente, sin rodeos. –Explícamelo, Vanessa. ¿Por qué? ¿Por qué alguien como tú se aliaría con un capo del narcotráfico?–

La pregunta flotó en el aire, cargada de acusación y decepción. Vanessa suspiró, preparándose para la inevitable confrontación.

Hugo, sé que esto debe sonar impactante, pero las circunstancias me han obligado a tomar medidas extremas– comenzó Vanessa, su voz tranquila pero firme. –Borja y Donatella son enemigos implacables, y sus recursos son inmensos. Necesito aliados que entiendan la naturaleza de esta guerra. Tomas Holler, a pesar de su reputación, conoce los entresijos del poder y la influencia de manera que otros no.–

¿Y tú crees que aliándote con un criminal como él te hará más fuerte?– replicó Hugo, su frustración creciendo. –No me estás contando toda la verdad, Vanessa. Siento que me estás ocultando algo, como en el pasado.–

La mención del pasado picó a Vanessa.

Hugo, te lo dije, confío en ti más que en nadie– respondió con suavidad. –Pero esta es una situación diferente. Hay líneas que debo cruzar para proteger lo que hemos construido y para poder ganar esta guerra. Holler tiene sus propios intereses, y creo que podemos alinearlos temporalmente con los nuestros. Es una jugada arriesgada, lo sé, pero necesaria.–

Hugo la miró fijamente, buscando en sus ojos la sinceridad que él sabía que ella poseía, pero también la sombra de las decisiones difíciles que estaba tomando.

Solo espero que no te quemes en las llamas que estás avivando, Vanessa– dijo finalmente, la duda aún marcada en su rostro. –No puedo ayudarte si no confías plenamente en mí, y si tus decisiones te llevan por caminos que no puedo seguir.

El diálogo dejó un rastro de tensión entre ellos, una fisura que, aunque no insuperable, requería de tiempo y de la demostración de la lealtad para ser reparada.

Mientras tanto, en la oscuridad de Ciudad Esmeralda, Donatella Bossi y Borja Torrente se encontraban en un punto de inflexión. La alianza tácita que habían mantenido, nacida de la conveniencia y de un enemigo común, comenzaba a desmoronarse ante sus propios intereses divergentes.

Se reunieron en un lugar neutral, un almacén abandonado en los muelles, un escenario desolado que reflejaba la frialdad de su encuentro. Las luces tenues y el olor a salitre y óxido creaban una atmósfera sombría.

He estado observando tus movimientos, Borja– comenzó Donatella, su voz resonando en el espacio vacío. –Tu enfoque en la desestabilización financiera de Vanessa es... interesante. Pero mis objetivos son más directos. Quiero verla destruida, no solo arruinada.–

Borja la observó con una sonrisa apenas perceptible.

Y mis métodos, Donatella, son más sutiles, pero igual de efectivos– respondió. –Mientras tú te concentras en la destrucción directa, yo estoy minando sus cimientos. Una vez que su imperio se derrumbe, ella será presa fácil. Y en ese momento, nuestros caminos se separarán.–

Donatella frunció el ceño.

¿Separar nuestros caminos? ¿Después de todo?– , cuestionó, su voz adquiriendo un tono peligroso. –Te recuerdo que yo fui quien te abrió las puertas a este juego, Borja–

Y yo fui quien te sacó de apuros más de una vez, Donatella– replicó Borja, sin inmutarse. –Pero ahora, nuestros intereses han divergido. Tú quieres verla caer por venganza personal; yo la quiero ver caer para construir mi propio imperio sobre sus cenizas. Y cuando mi imperio esté establecido, no necesitaré tus favores ni tus consejos–

La tensión se intensificó, el aire cargado de hostilidad latente.

Así que esto es todo, ¿verdad?– , dijo Donatella, su mirada helada. –Nos has usado hasta ahora, y ahora te desechas de mí.–



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En el texto hay: mafia, romance, venganza

Editado: 13.09.2025

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