Luna Roja

< Capítulo 23 >

La protección de Tomas Holler, aunque férrea, se sentía más como una jaula que como un refugio. Los hombres de Holler, sombras silenciosas y observadoras, seguían a Vanessa a todas partes, desde el chalet hasta la más breve incursión en el pueblo. La sensación de ser observada no disminuyó, sino que se transformó, añadiendo la paranoia de que incluso sus protectores podrían ser los ojos de Borja. Las notas anónimas se habían detenido abruptamente, lo que, paradójicamente, solo aumentó su ansiedad. La calma era una tormenta enmascarada.

Una tarde, mientras Vanessa regresaba de un paseo corto por el bosque cercano, acompañada por dos de los hombres de Holler, un mensaje de texto inesperado llegó a su teléfono. No era de Tomas, ni de Emma. Era un número desconocido.

El mensaje decía: *"La cabaña de caza, a 10 kilómetros al este. Sola. Si no vienes, las consecuencias para los que te importan serán... definitivas. Sin tus 'amigos'."*

Vanessa apretó el teléfono, su corazón latiendo como un tambor de guerra. Sabía que era Borja. La provocación era clara, la amenaza real. Suspiró profundamente. Si se negaba, Borja cumpliría su palabra. Si iba, se enfrentaría a él en su propio terreno. La única opción viable era ir.

–Necesito ir sola a resolver un asunto personal– les dijo a los hombres de Holler, con una firmeza que no sentía. –No me sigan. Si algo me sucede, Tomas sabrá qué hacer–

Los hombres, leales a Holler y entrenados para obedecer sin cuestionar, asintieron a regañadientes, pero la vigilarían desde la distancia hasta donde su vista les permitiera.

El camino a la cabaña era sinuoso y ascendente, bordeado por densos bosques de abetos. La cabaña, abandonada y en ruinas, se alzaba como un espectro entre los árboles, sus ventanas rotas como ojos vacíos. El silencio era sepulcral, roto solo por el crujido de las hojas bajo sus botas. Vanessa sintió el frío de la anticipación, la adrenalina corriendo por sus venas.

Al entrar, el olor a madera podrida y humedad la golpeó. La cabaña estaba oscura, salvo por la luz que se filtraba por las grietas de las paredes. Y allí estaba él. Borja Torrente. Sentado sobre una caja de madera volcada, con las piernas cruzadas, una sonrisa torcida dibujada en su rostro. Sus ojos, profundos y calculadores, la escrutaron de pies a cabeza.

Vanessa– saludó Borja, su voz profunda y resonante en el espacio. –Me alegra que hayas venido. Siempre supe que eras una mujer valiente. O quizás... desesperada–

Vanessa se mantuvo erguida, desafiante, a pesar del temblor interno que la invadía.

Borja– respondió con voz firme, ocultando su miedo. –Siempre tan predecible. ¿Qué quieres? ¿Un trofeo? ¿Un espectáculo?–

Borja se levantó lentamente, sus movimientos calculados, como los de un depredador.

Oh, Vanessa, quiero mucho más que eso– dijo, acortando la distancia entre ellos. –Quiero verte doblegada, quiero ver tu imperio convertido en polvo, y quiero ver cómo te consumes en la desesperación. Y lo estoy consiguiendo, ¿no es así? Las notitas, el distanciamiento de tu fiel Hugo, la desesperación que te llevó a arrastrarte a los pies de Tomas Holler. Lo estás perdiendo todo–

Las palabras de Borja eran como dagas, cada una alcanzando su objetivo con precisión dolorosa. La mención de Hugo le quemó el alma.

Mis decisiones son mías, Borja– replicó Vanessa, apretando los puños. –Y no te incumben. Te equivocas si crees que estoy perdiendo. Estoy construyendo. Y Tomas Holler es un aliado, no un amo.–

Borja soltó una carcajada seca, llena de burla.

¿Aliado? ¿O tu nuevo protector, tu nueva jaula?– cuestionó, su tono cada vez más amenazante. –No te engañes, Vanessa. Tomas Holler es un depredador. Te usará y luego te desechará. ¿O crees que la sangre que derramaste por él te hace especial? Yo sé lo que hiciste, Vanessa. Sé que te manchaste las manos. Hugo también lo sabe. Y no puedo culparlo por no querer compartir tu lecho de sangre–

Vanessa sintió un escalofrío helado. El conocimiento de Borja era absoluto. Estaba en todos lados, veía todo. La ira se mezcló con el miedo.

–¡Cállate!– gritó Vanessa, su voz resonando en la cabaña. –No sabes nada de lo que he tenido que hacer. No sabes nada de la guerra que estoy librando–

Oh, sí que sé, Vanessa– respondió Borja, acercándose aún más, su rostro a escasos centímetros del suyo. Su aliento cálido le rozó la piel. –Y sé que estás al borde del precipicio. Tu gente te abandona, tus negocios se tambalean, y tus 'aliados' te exigen un precio cada vez más alto. Estás sola, Vanessa. Completamente sola–

Extendió una mano y le acarició suavemente el rostro, un gesto que Vanessa sintió como una invasión repugnante. Ella retrocedió, su instinto de supervivencia a flor de piel.

¿Qué quieres de mí, Borja?– , preguntó Vanessa, con la voz ahogada. –Ve al grano–

Quiero que te rindas– respondió Borja, su voz baja y seductora, pero llena de una amenaza apenas velada. –Quiero que me entregues lo que queda de tu imperio, tus secretos, tus contactos. Y a cambio... quizás te permita vivir. Una vida de insignificancia, por supuesto. Pero vivir, al fin y al cabo–

Vanessa lo miró con odio, una chispa de fuego en sus ojos.

Nunca– espetó. –Nunca me rendiré ante ti, Borja. Prefiero morir–

Borja sonrió, una sonrisa fría y calculada.

Ah, Vanessa, siempre tan dramática. Pero la muerte es un alivio para algunos. Y tú mereces mucho más que un alivio. Mereces ver cómo todo lo que amas se desmorona a tu alrededor, mientras tú eres impotente para detenerlo. Tus errores, tus pecados, te están alcanzando–



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En el texto hay: mafia, romance, venganza

Editado: 13.09.2025

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