Luna Roja

< Capítulo 28 >

El eco del grito de traición de Vanessa todavía resonaba en el reservado del club nocturno. Borja Torrente, en la cúspide de lo que creía era su victoria, se encontró de repente rodeado, su arrogancia desinflada por la cruda realidad de la emboscada. Sus ojos, ahora desorbitados por la furia, se clavaron en Vanessa, un odio primario ardiendo en su interior.

¡Maldita zorra!– , rugió Borja, intentando levantarse, pero los hombres de Holler eran rápidos y eficientes. Uno lo sujetó por los brazos, otro le golpeó el estómago con la culata de un arma, haciéndole doblarse con un gemido de dolor. La botella de champán, antes símbolo de celebración, se rompió en el suelo, sus burbujas efímeras.

Vanessa lo observó con una frialdad gélida, su corazón latiendo desbocado, no por miedo, sino por la adrenalina y el peso abrumador de lo que acababa de hacer. La máscara de seducción se desprendió, revelando una dureza implacable. –Esta vez, Borja, te pasaste de la raya. Y la presa resultó ser el cazador–

Los hombres de Holler lo arrastraron fuera del reservado con brutal eficiencia, evitando cualquier escena pública. El alboroto de la música y las conversaciones ahogaron los forcejeos de Borja, quien siguió lanzando amenazas veladas a Vanessa hasta que desapareció por una salida trasera. La misión había sido un éxito. Pero el sabor de la victoria era amargo, teñido con el tinte de la traición y la pérdida.

El viaje a la fortaleza de Holler fue un tormento para Borja. Encerrado en la parte trasera de una furgoneta oscura, con los ojos vendados y las manos atadas, cada curva de la carretera, cada bache, era un recordatorio de su caída. Su mente, habituada a la omnipotencia, luchaba por procesar la humillación. Vanessa. La perra. Ella había jugado con él, había manipulado su deseo, su arrogancia, para llevarlo directamente a la guarida del león.

Finalmente, la furgoneta se detuvo. Lo sacaron a rastras, el aire frío y húmedo le golpeó el rostro. Los sonidos metálicos de puertas abriéndose y cerrándose, el eco de sus pasos resonando en pasillos estrechos, le indicaban que estaba siendo llevado a un lugar de reclusión. Sus captores lo despojaron de sus pertenencias, de su traje caro, y lo arrojaron a una celda fría y sin ventanas.

La única luz provenía de una pequeña rendija en la parte superior de la pared, dejando la mayor parte de la celda en una penumbra perpetua. El aire era pesado, cargado con el olor a humedad y a abandono. Borja se levantó con dificultad, palpando las paredes de piedra, la gruesa puerta de acero. Era una mazmorra. La humillación se transformó en una ira incandescente.

¡Holler! ¡Vanessa!– gritó, su voz desgarrada por la rabia, el sonido reverberando en la oscuridad. –¡Esto no quedará así! ¡Lo juro! ¡Los mataré a ambos! ¡Lentamente!–

Pero solo el silencio, denso y opresivo, respondió a sus amenazas. Borja Torrente, el implacable magnate que había tejido una red de poder y terror por todo el continente, ahora era un fénix encadenado, prisionero en las profundidades de un enemigo que había subestimado...

🦋

Mientras Borja saboreaba las amargas mieles de la derrota, a miles de kilómetros de distancia, Hugo se esforzaba por tejer su propia red. La conversación con Denmet en Beverly Hills lo había dejado intranquilo. ¿Quién era esa mujer y cómo sabía tanto? La pregunta lo carcomía, pero por el momento, su prioridad era Vanessa.

Desde la costa de Oregon, sentado frente a las innumerables pantallas de Jonas Williams, Hugo estaba absorto en los datos. Jonas, a regañadientes, había aceptado ayudar, su curiosidad intelectual superando su deseo de reclusión. Habían pasado días sin dormir, rastreando flujos de capital, analizando comunicaciones encriptadas y mapeando la vasta red de contactos de Borja.

Es como una hidra, Hugo–. dijo Jonas, señalando un complejo diagrama en una de sus pantallas. –Cortas una cabeza y le salen dos. Pero tenemos algo. Las conexiones de Borja con ciertas fundaciones 'benéficas' en el Caribe. Están lavando dinero a una escala masiva, y hay un patrón–

Hugo asintió, su mirada fija en los números y nombres. –Necesitamos más. Necesitamos una forma de golpear a Borja donde realmente le duela, sin usar la violencia–

Fue entonces cuando la idea lo golpeó. Contactar a Gael. Él conocía el entramado interno de Ciudad Esmeralda, los puntos débiles de Borja en el terreno.

Con un nudo en el estómago, Hugo marcó el número de Gael. La última vez que había hablado con él, había sido para confesar su angustia por Vanessa. Esta vez, era para ofrecer una solución...



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En el texto hay: mafia, romance, venganza

Editado: 13.09.2025

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