Luna Roja

Capitulo 33

El aire en la cabaña de caza, antes cargado de la tensión de la alianza forzada, ahora se sentía denso, premonitorio. Vanessa observaba a Borja, su debilidad física contrastando con la fiereza que ardía en sus ojos. La cautela que Donatella le había inculcado la mantenía alerta, y una sospecha sutil, como un pinchazo helado, la impulsó a registrarlo más a fondo.

Mientras Borja, exhausto, se dejaba caer en un viejo sofá, Vanessa se acercó a él con la excusa de ofrecerle agua. Sus dedos ágiles, practicados en la destreza de la discreción, recorrieron su ropa, su cuerpo. Y entonces lo sintió. Un pequeño bulto, incrustado en el forro de su chaqueta, casi imperceptible. Un rastreador.

Borja– dijo Vanessa, su voz tensa, la sorpresa y la furia luchando por no apoderarse de ella. –¿Qué es esto?–

Borja la miró, su expresión vacilante por un instante, antes de ser reemplazada por una máscara de fría resignación. –Tomas Holler. Pensamos que era demasiado fácil–

El dispositivo era pequeño, tecnológico, y claramente instalado por los hombres de Holler. La traición se sentía como un puñal en la espalda. Holler sabía dónde estaban. Y estaba viniendo.

Estamos perdidos– dijo Vanessa, el pánico amenazando con ahogarla. –Nos encontró. A ambos–

En ese mismo instante, el sonido de motores potentes rompió el silencio del bosque. Las luces de varios vehículos todoterreno se filtraron entre los árboles, iluminando la cabaña con un brillo espectral. Tomas Holler, con una expresión de furia triunfal, descendió de uno de los vehículos, rodeado por un séquito de hombres armados.

¡Así que aquí están!–, rugió Holler, su voz resonando con una autoridad brutal. –La perra y su presa. Creíste que podías huir de mí, Vanessa. Creíste que podías traicionarme con la escoria que tanto despreciabas. ¡Ingenuo!–

Borja, a pesar de su debilidad, se puso de pie, un destello de su antigua arrogancia volviendo a sus ojos. –Nunca fui tu presa, Holler. Y tú, Vanessa, cometiste un error fatal–

Vanessa, atrapada entre dos fuerzas destructivas, sintió una mezcla de desesperación y un último impulso de desafío. Había jugado con fuego, y ahora las llamas la rodeaban.

🦋

En Ciudad Esmeralda, la información proporcionada por Ronaldo había sido explosiva. Gael y Emma, con el apoyo de la policía internacional, habían estado trabajando en silencio. La confesión de Ronaldo sobre el asesinato de Atilio Khoury por parte de Donatella Bossi, y la ubicación del cuerpo, fue la pieza clave que necesitaban.

En una sala de reuniones de la delegación policial, Gael y Emma presentaban sus hallazgos. La evidencia recopilada por Hugo, los flujos financieros de Borja, y ahora la confesión de Ronaldo, pintaban un cuadro sombrío pero coherente.

Señor Comisario– dijo Gael, su voz firme y segura. –Tenemos pruebas contundentes. Los datos financieros demuestran la implicación de Borja Torrente en lavado de dinero, pero más importante aún, la confesión de Ronaldo, junto con la información que hemos obtenido sobre los movimientos de Donatella Bossi en fechas clave, nos permiten presentar cargos formales por el asesinato de Atilio Khoury–

Emma añadió: –Hemos coordinado con autoridades en Italia y otros países. La información sobre el cuerpo enterrado en la mansión es verificable. Una vez que tengamos una orden judicial, podremos proceder–

El Comisario, un hombre curtido y observador, asintió gravemente. –Esto es importante. Muy importante. Donatella Bossi ha estado operando en las sombras durante demasiado tiempo. Organizaremos una operación discreta. Necesitamos capturarla con pruebas sólidas. Una emboscada controlada, una vez que esté en una posición vulnerable, será nuestra mejor opción

La estrategia comenzó a trazarse. La red de Borja se desmoronaba, y ahora, la red de Donatella estaba a punto de ser expuesta. La justicia, aunque lenta, se movía implacablemente.

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En Beverly Hills, la tensión entre Hugo y Denmet había alcanzado un punto álgido. La conversación, cargada de insinuaciones y misterio, había culminado en la oferta de Denmet de llevar a Hugo a su mansión, a su espacio íntimo. Hugo, cautivado por la audacia y el enigma de Denmet, aceptó.

La mansión de Denmet era una obra de arte arquitectónico, un oasis de elegancia minimalista y tecnología de vanguardia. Paredes de cristal que se abrían a jardines serenos, una iluminación tenue y sofisticada, y obras de arte contemporáneo que parecían hablar de historias no contadas. Hugo se sintió transportado a un mundo diferente, un espacio íntimo y seguro, pero a la vez cargado de un aura de secreto.

Denmet lo guió a través de pasillos silenciosos, cada habitación un reflejo de su personalidad: organizada, intelectual, pero con un toque de lo inesperado. Llegaron a una sala de estar amplia y luminosa, con una vista panorámica de la ciudad que brillaba como un tapiz de diamantes.

Este es mi santuario, Hugo– dijo Denmet, su voz suave. –Mi espacio para pensar, para crear, para... ser yo misma–

Se sirvió dos copas de un vino exquisito, su mirada nunca dejando la de Hugo. –Has estado buscando la verdad, Hugo. Y la verdad, a menudo, es un camino solitario. Pero tal vez, no tengas que caminarlo solo–

Se acercó a él, su mano rozando la suya. El contacto, esta vez, no era de misterio o duda, sino de una atracción innegable, una conexión que trascendía las palabras. Sus ojos ámbar, antes llenos de secretos, ahora brillaban con una intensidad diferente, una vulnerabilidad calculada.

Sabes que me intrigas, Hugo– confesó Denmet, su voz un susurro. –Tu honestidad en un mundo de mentiras. Tu deseo de hacer lo correcto, incluso cuando el camino es peligroso. Me recuerdas a algo que... que he perdido hace mucho tiempo–



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En el texto hay: mafia, romance, venganza

Editado: 04.10.2025

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