La mansión Bossi, antes escenario de intrigas y tragedias, ahora pertenecía a Ronaldo. El testamento de Donatella, un documento enrevesado y lleno de cláusulas sorprendentes, lo había nombrado heredero principal de su vasto imperio. La noticia había caído como una bomba en el mundo criminal y financiero, desestabilizando equilibrios y despertando nuevas ambiciones. Ronaldo, un hombre marcado por la culpa pero seducido por el poder, asumió su nuevo rol con una mezcla de solemnidad y determinación.
Las oficinas de Donatella, antes un nido de conspiraciones, se transformaron bajo su mando. Ronaldo, con una mente sorprendentemente aguda para los negocios, comenzó a reestructurar las operaciones, eliminando las facciones más violentas y enfocándose en la expansión legítima, pero sin descuidar los hilos de poder que su amante había tejido en las sombras. Su objetivo no era la crueldad por la crueldad, sino el control absoluto, un control que, irónicamente, esperaba que le brindara la redención que anhelaba.
—El legado de Donatella es un arma de doble filo, Emma— confesó Ronaldo a Emma, en una de las nuevas oficinas de la mansión, ahora imbuida de un aura de poder más fría y calculada. —Ella construyó un imperio sobre la ambición y el engaño. Yo debo limpiarlo, darle una nueva forma. Pero eso no significa que vaya a renunciar a las herramientas que ella me ha dejado—
Emma lo escuchaba con atención, una mezcla de recelo y fascinación en su rostro. La transformación de Ronaldo era desconcertante. El hombre atormentado que había confesado ser el amante de Donatella ahora se presentaba como un estratega implacable, heredero de la astucia de su amante.
—¿Y cómo planeas hacer eso, Ronaldo?— preguntó Emma, su voz cautelosa. —Holler sigue ahí fuera, tejiendo su propia red. Y Vanessa sigue en sus manos. El poder de tu amante era vasto, pero también atraía peligros—
Ronaldo se inclinó hacia adelante, sus ojos brillando con una intensidad renovada. —Holler... él es un problema. Un problema que resolveré. Pero ahora mismo, mi prioridad es consolidar lo que me pertenece. Y para eso, necesito inteligencia. Necesito saber quién es leal, quién me traicionará. Y tú, Emma, con tu conexión con Gael y tu conocimiento de las operaciones, podrías ser muy útil—
Emma dudó por un instante. La idea de colaborar con Ronaldo, el amante de Donatella, el heredero de un imperio construido sobre cimientos turbios, era arriesgada. Pero también sabía que la información era poder, y que quizás, a través de él, podría obtener pistas cruciales sobre el paradero de Vanessa y los movimientos de Holler.
—Ayudaré en lo que pueda, Ronaldo— dijo Emma, su voz firme. —Pero mi prioridad es Vanessa. Y necesito saber que no estás jugando un doble juego—
Ronaldo asintió, una sonrisa enigmática en sus labios. —Entiendo tus preocupaciones, Emma. Y te aseguro que mis lealtades están ahora con mi propio legado. Y quizás... con algo más que solo el poder—
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Mientras tanto, en el corazón de Nueva York, la relación entre Hugo y Denmet alcanzaba un nuevo nivel de intimidad. La confesión de Gael sobre la situación de Vanessa y las amenazas de Holler habían intensificado la conexión entre Hugo y Denmet. Se habían refugiado en la calidez de su mutua compañía, buscando consuelo en la presencia del otro.
Una noche, mientras compartían una cena tranquila en el apartamento de Denmet, rodeados por una atmósfera de sofisticación y misterio, Denmet tomó la mano de Hugo, su mirada fija en la de él.
—Hugo— comenzó Denmet, su voz suave, cargada de una emoción que rara vez mostraba. —Sé que tu corazón está dividido. Sé que la preocupación por Vanessa te atormenta. Pero hay algo que necesito decirte, algo que he intentado reprimir, pero que ya no puedo contener—
Hugo la miró, sintiendo la anticipación crecer en su interior. La intensidad en los ojos de Denmet era diferente, más vulnerable.
—Me he enamorado de ti, Hugo— confesó Denmet, sus palabras resonando en el silencio íntimo. —Sé que es peligroso. Sé que no soy lo que esperabas. Pero tú... tú has traído una luz a mi vida que no creí posible. Me has hecho ver que hay algo más allá de las sombras, más allá de las estrategias y las venganzas—
Hugo se quedó inmóvil por un instante, procesando la magnitud de sus palabras. La conexión que había sentido con ella, esa atracción magnética, ahora se revelaba como algo más profundo, algo que había echado raíces en su propio corazón. A pesar de la preocupación por Vanessa, a pesar del conflicto interno, no podía negar la fuerza de los sentimientos que Denmet despertaba en él.
—Denmet— dijo Hugo, su voz ronca por la emoción. —Yo... yo también siento algo por ti. Algo que me ha sorprendido, algo que me ha hecho replantearme muchas cosas. Tu fortaleza, tu inteligencia... me has mostrado una perspectiva diferente—
La confesión flotó en el aire entre ellos, creando un momento de vulnerabilidad compartida. En medio de la guerra que los rodeaba, en medio de las amenazas y las pérdidas, un nuevo sentimiento, inesperado y poderoso, comenzaba a florecer. La lucha por Vanessa seguía siendo una prioridad ineludible, pero ahora, Hugo también llevaba consigo el peso y la belleza de un amor incipiente, un amor que prometía tanto peligro como salvación. El futuro, sin duda, seguiría lleno de desafíos, pero ahora, Hugo no se sentía completamente solo en la oscuridad...