El aire de Ciudad Esmeralda, aunque familiar, se sentía cargado de una tensión renovada para Hugo. El regreso a casa no era una vuelta a la paz, sino a la preparación para una batalla que se avecinaba. La información que Gael le había traído era un golpe de realidad: Borja muerto, Vanessa en manos de Holler, y Ronaldo, el amante de Donatella, emergente en el tablero de poder. La ciudad, que alguna vez fue su santuario, ahora se sentía como un campo de juego para fuerzas oscuras que se reconfiguraban.
La primera parada fue la sede de Gael, donde se reunieron para trazar los primeros pasos. El ambiente era de urgencia contenida. Denmet, a pesar de su confesión de amor, mantenía una actitud pragmática, analizando las debilidades de Holler y las posibles estrategias de infiltración. La preocupación por Vanessa era un hilo conductor que unía a todos, pero la nueva dinámica de poder con Ronaldo añadía una capa de complejidad.
—Ronaldo ahora controla los recursos de su ex amante — reflexionó Gael, trazando líneas en un mapa de la ciudad. —Eso le da acceso a una red de información y a influencias que podrían ser vitales. Pero también lo pone en el radar de Holler—
—Necesitamos saber si Ronaldo está dispuesto a cooperar— intervino Denmet, su voz firme. —Si está realmente interesado en limpiar el legado, podría ser un aliado. Si solo busca expandir su propio poder, podría ser un obstáculo más—
Hugo asintió, su mente ya trabajando en el primer movimiento. Sabía que el destino jugaría un papel crucial en su próximo encuentro. Y ese destino, caprichoso como era, se manifestaría pronto.
El evento benéfico se celebró en uno de los salones más exclusivos de Ciudad Esmeralda, un despliegue de opulencia diseñado para recaudar fondos para una causa caritativa y, de paso, para que las figuras influyentes de la ciudad se dejaran ver. Hugo, Denmet y Gael asistieron, no solo como benefactores, sino como observadores, escaneando la multitud en busca de rostros conocidos y de la presencia que más le interesaba a Hugo.
Y allí estaba él. Ronaldo. Distinguido, con una elegancia recién adquirida, moviéndose entre los invitados con una seguridad que contrastaba con la imagen del hombre atormentado que Emma había conocido. Su presencia era imponente, y su mirada escrutaba el lugar con una calculada indiferencia.
Hugo se acercó a él, acompañado por Gael. La tensión era palpable, una corriente subterránea que solo ellos tres parecían sentir en medio de la bulliciosa gala.
—Ronaldo— dijo Hugo, su voz calmada pero con un trasfondo de autoridad. —Ha pasado tiempo—
Ronaldo se giró, sus ojos se encontraron con los de Hugo. Había un reconocimiento inmediato, una chispa de rivalidad y, quizás, una pizca de sorpresa al ver a Hugo de regreso.
—Hugo— respondió Ronaldo, una ligera sonrisa curvando sus labios. —Veo que Ciudad Esmeralda sigue atrayendo a sus viejos contendientes. Y veo que vienes con amigos— Su mirada se posó brevemente en Gael, y luego en Denmet, quien observaba la interacción con una expresión indescifrable.
—Hemos venido a apoyar una buena causa— dijo Hugo, manteniendo su mirada fija en la de Ronaldo. —Y también a asegurarnos de que los cimientos de esta ciudad sigan siendo sólidos. Hay muchas fuerzas en juego, Ronaldo. Y la de Donatella... es una que ahora tú controlas—
El comentario era una directa referencia a su nuevo estatus. Ronaldo asintió lentamente, aceptando el desafío. —El legado de mi Donatella es un peso considerable, Hugo. Pero estoy aprendiendo a llevarlo. Y a darle una nueva dirección—
—Esperemos que esa dirección no termine por hundirnos a todos— replicó Gael, su tono directo. —La muerte de Borja y el secuestro de Vanessa son señales claras de que el peligro sigue latente. Y tú, como heredero de Donatella, tienes el poder y la responsabilidad de hacer algo al respecto—
Ronaldo se quedó en silencio por un momento, evaluando a los presentes. Sabía que Hugo y Gael eran adversarios formidables, y que su regreso no era una coincidencia. La mención de Vanessa y Borja había sido deliberada, una forma de sondear sus intenciones.
—Entiendo las preocupaciones— dijo finalmente Ronaldo, su voz adquiriendo un tono más sombrío. —La muerte de Borja fue una advertencia. Y la situación de Vanessa es... delicada. Donatella construyó un imperio, y ahora, sus enemigos intentan reclamar su poder. No permitiré que eso suceda. Y si eso significa enfrentarme a Holler, entonces así será—
Había una sinceridad en sus palabras, una determinación que Hugo no podía ignorar. Pero la desconfianza arraigada era difícil de disipar.
—Estamos dispuestos a cooperar, Ronaldo— ofreció Hugo. —Si tus objetivos se alinean con los nuestros. Necesitamos a Vanessa a salvo. Y necesitamos detener a Holler de una vez por todas—
Ronaldo los observó, su mirada recorriendo cada uno de sus rostros. Podía sentir la urgencia, la sinceridad, pero también la cautela. Sabía que un pacto entre ellos sería precario, lleno de sospechas y agendas ocultas.
—La cooperación es una palabra interesante, Hugo— respondió Ronaldo, su sonrisa volviendo a ser enigmática. —Quizás... podríamos discutirla con más detalle. Lejos de estas miradas curiosas. Tengo un evento en mi mansión la próxima semana. Una pequeña reunión. Sería interesante ver si nuestros caminos vuelven a cruzarse allí—
La invitación era clara. Un primer paso, una tregua temporal en medio de la tormenta....