Luna Roja

Capitulo 61

El amanecer se coló por los ventanales de la mansión Holler, bañando el gran salón con una luz suave que no lograba disipar la fría determinación en el corazón de Vanessa. La noche había sido un torbellino de emociones: el shock, la traición, el miedo, pero por encima de todo, una claridad abrumadora. Magda no era su aliada; era parte de la trampa. Una parte integral. Vanessa había pasado horas planificando, cada movimiento sopesado, cada palabra ensayada. Fingir. Esa era su única estrategia por ahora.

Se vistió con un elegante vestido de seda, su cabello recogido en un moño pulcro. La imagen de serenidad que proyectaba era una fachada meticulosamente construida. Encontró a Magda en la cocina, preparando el desayuno con su habitual eficiencia, pero con una rigidez apenas perceptible en sus hombros.

—Magda, buenos días —saludó Vanessa, su voz sorprendentemente alegre—. Me preguntaba si podríamos tomar el té en el salón. Me gustaría hablar sobre los últimos detalles de la boda. Necesito tu buen gusto para elegir algunas flores y la disposición de las mesas.

Magda dio un pequeño respingo al escucharla, pero se giró con una sonrisa forzada.

—Claro, señorita Vanessa. Enseguida preparo el servicio.

La hora del té transcurrió en el salón principal, un espacio opulento que ahora parecía más una trinchera. La tetera de plata brillaba bajo la luz del sol, y los pequeños pastelillos parecían una burla a la tensión que se respiraba. Vanessa, con una calma espeluznante, vertió el té. Su mano no tembló al añadir dos terrones de azúcar a la taza de Magda, y con un movimiento apenas perceptible, dejó caer una pequeña pastilla blanca de su palma, disolviéndola rápidamente en el líquido ámbar con una cucharilla.

—Sabes, Magda, estoy un poco abrumada con todos estos preparativos. Tomás insiste en que todo sea perfecto —Vanessa sonrió, una sonrisa que no llegó a sus ojos—. Estoy segura de que tu experiencia será invaluable. Después de todo, eres la única persona en la que realmente confío aquí.

Las palabras fueron una daga para Magda, quien parpadeó, su máscara de neutralidad flaqueando por un instante. Tomó un sorbo de su té, la expresión de su rostro inescrutable.

—Me halaga, señorita Vanessa. Siempre a su servicio.

La conversación fluyó, o más bien, Vanessa la guio con preguntas sobre la mantelería y el tipo de música. Observaba a Magda con una atención quirúrgica. Los ojos de la ama de llaves comenzaron a tornarse vidriosos. Su habla se ralentizó, y sus respuestas se volvieron incoherentes.

—¿Decía, señorita? Me parece que... que el sol... —Magda se frotó las sienes, su mano temblaba. Dejó la taza sobre el platillo con un golpe ruidoso. Sus párpados se volvieron pesados.

Vanessa se levantó, su rostro una máscara de preocupación fabricada.

—Magda, ¿estás bien? Te ves pálida.

—Solo un poco... mareada. No... no sé qué me pasa —balbuceó Magda, antes de que su cabeza cayera hacia adelante, su cuerpo desplomándose lentamente sobre el sofá. La taza de té rodó por el suelo, el líquido derramándose sobre la alfombra.

Vanessa esperó, inmóvil, hasta que estuvo segura de que Magda estaba completamente inconsciente. Luego, su expresión cambió. La máscara se disolvió, revelando una dureza de acero. Miró el cuerpo inerte de la mujer que la había traicionado. "Lo siento, Magda", pensó, sin un rastro de verdadera piedad en su voz interna. "Pero no tengo tiempo para la compasión." Tenía una misión, y Magda, por primera vez, no sería un obstáculo. Ahora, necesitaba encontrar algo. Las llaves. Los secretos...



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En el texto hay: mafia, romance, venganza

Editado: 18.12.2025

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