Luna Roja

Capitulo 64

El penthouse de Ronaldo, normalmente un santuario de orden y lujo sobrio, se había transformado en un nido de ansiedad. El teléfono, un objeto que solía significar conexión, ahora era una fuente de tortura. Hugo había marcado el número de Gael por lo menos veinte veces en las últimas horas, cada llamada terminando en el mismo y exasperante tono de buzón de voz. La voz pregrabada de Gael, habitualmente jovial, sonaba ahora como una burla cruel.

—Hugo, estoy en una reunión importante, te llamo en cuanto pueda —decía la grabación, una y otra vez.

Pero no había llamadas. No había mensajes. Nada. La última vez que habían hablado, Gael le había prometido una pista importante sobre la red de Tomás Holler, y la alarma de Hugo había sonado con fuerza cuando no recibió noticias. Ahora, la alarma se había convertido en una sirena ensordecedora. Un nudo frío se le apretaba en el estómago. Gael no era de los que se desconectaban así. Algo andaba mal. Terriblemente mal.

Se detuvo en medio del salón, el pulso acelerado. La imagen de Gael, su amigo desde la infancia, su hermano de espíritu, brilló en su mente. La advertencia sobre Ronaldo. El silencio. La conexión era ineludible. Gael estaba en problemas. Y Hugo lo sabía en lo más profundo de su ser.

Con una determinación renovada, Hugo comenzó a moverse por el penthouse, recogiendo lo esencial. Pasaportes, algo de dinero en efectivo, su pequeña pistola de emergencia que siempre guardaba bajo el colchón, una muda de ropa. El plan era simple: debía salir, moverse, rastrear a Gael, y al mismo tiempo, protegerse. No podía permitirse ser una víctima más en el tablero de ajedrez de Holler. La boda de Vanessa era el fin de semana, un plazo que se le venía encima como un tren desbocado. Necesitaba estar libre, y vivo, para salvarla.

Estaba cerrando su pequeña maleta de mano cuando una voz gélida rompió el silencio de su concentración.

—No se moleste, señor Rangel. El viaje se ha cancelado.

Hugo se giró bruscamente, el corazón martilleándole en el pecho. De pie en el umbral del dormitorio, como si se hubiera materializado de la nada, estaba Alistair. Impecable, inmutable, sus ojos tan fríos como el hielo. Había un brillo de acero en su mirada, una quietud peligrosa que Hugo reconoció al instante. No estaba solo. Detrás de él, dos hombres corpulentos, vestidos de negro, permanecían inmóviles, sus manos ocultas dentro de sus chaquetas.

—Alistair —Hugo pronunció el nombre con un tono de reconocimiento y resignación—. Veo que tu lealtad a Ronaldo no tiene límites. ¿Vienes por el buen camino o por el malo?

Alistair dio un paso adelante, sus ojos escudriñando el rostro de Hugo con una calma perturbadora.

—Mi lealtad es la de un profesional, señor Rangel. Y estoy aquí para asegurar que no interfiera en los planes de mi empleador. O los de su socio. Su amigo, Gael, es un buen chico. Pero ha cometido un error. Un error que, lamentablemente, también le involucra a usted.

Hugo dejó la maleta, su mano acercándose instintivamente a donde sabía que tenía su arma.

—¿Y qué le ha pasado a Gael? ¿Ronaldo le ha enseñado los modales?

Una sombra de irritación cruzó el rostro de Alistair, casi imperceptible.

—Digamos que Gael está... colaborando. De una manera u otra. No tiene por qué preocuparse por su bienestar, siempre y cuando usted actúe con sensatez.

—¿Sensatez? —Hugo soltó una risa amarga—. ¿Tu idea de sensatez es dejarme en manos de un psicópata como Ronaldo, o peor aún, de Tomás Holler? Olvídalo. No voy a ninguna parte contigo.

Alistair suspiró, un sonido que denotaba aburrimiento, no amenaza.

—Esa no es una opción, señor Rangel. Tengo órdenes directas de llevarlo. Preferiría que fuera por las buenas, para evitar complicaciones innecesarias. Para usted...



#2994 en Novela romántica
#285 en Thriller

En el texto hay: mafia, romance, venganza

Editado: 18.12.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.