Luna Sangrienta

Capitulo 19

El zumbido agrio del marcador final aún vibraba en la arena. No era un rugido de victoria ni el lamento de la derrota, sino algo peor: la estática del empate. Trescientos veinte a trescientos veinte. El resultado nos dejó a todos congelados, como estatuas de sal, con la adrenalina cayendo en picado para ser reemplazada por un frío y aterrador vacío. Habíamos luchado durante horas, consumiendo energía, tácticas y esperanzas en la compleja serie de pruebas, solo para terminar exactamente donde comenzamos.

El Tutor Malachai se adelantó, su túnica oscura ondeando en el aire quieto de la Arena. Su figura, imponente incluso a la distancia, se hizo más grande cuando activó el amplificador vocal. El crujido metálico que precedió a su voz hizo que los pocos murmullos que quedaban se extinguieran.

―Ambos equipos―, dijo Malachai, su voz resonando en el vasto espacio con una formalidad helada que amplificaba la gravedad de la situación. ―La prueba final, el Combate Directo, es el desempate. Evaluaremos a fondo los perfiles de todos los miembros y les indicaremos pronto quiénes serán los representantes de cada equipo para la lucha en la Arena.

La formalidad de su anuncio no hizo más que aumentar la tensión. Lo que Malachai llamaba "evaluación a fondo", nosotros lo sabíamos como una mera formalidad. Este internado se regía por el honor y por los números. Y los números eran claros: el Combate Directo exigía a los más preparados, a los que tenían más que perder y más que probar. En nuestro equipo, eso solo podía significar una cosa.

Mientras el Tutor desmantelaba el escenario con su discurso imperturbable, me giré para buscar a mi equipo. El rostro de Evanie estaba pálido, y su boca se movía en un silencio de horror mudo, pero mi atención estaba fija en Derek. Él no estaba decepcionado; Estaba sombrío, tensado en una postura de anticipación resignada. Sabía lo que venía.

Nos movimos como autómatas, saliendo de la luz cegadora de la Arena hacia los pasillos laterales, que ya ofrecían una sombra reconfortante. Me despedí de Evanie con un rápido ―nos vemos al rato―, un eco de optimismo que ninguna de las dos débiles sentía, y seguí a Derek. No dijo una palabra, ni un lamento, ni una queja. Solo caminó, con pasos firmes pero cargados, hacia nuestro refugio en el sótano.

Ese refugio, un pequeño cubículo subterráneo que habíamos rehabilitado lejos de la atenta mirada de los tutores, era nuestro santuario privado. La oscuridad del sótano nos envolvió como un abrazo pesado, y solo allí, lejos del escrutinio de los demás, la angustia de Derek se hizo palpable. No se sentó; se dejó caer en el sofá rayo con un suspiro que sonó como una rendición.

―¿Por qué estás tan preocupado?―, le preguntó, sintiéndome ya derrotada por la atmósfera.

Él no me miró de inmediato, manteniendo la vista fija en el techo bajo.―Anne Marie, míranos. Christoff y yo somos los mejores promedios. Nuestros registros de combate duplican a los de cualquier otro estudiante del último año. Sin mencionar que es mi último año, la presentación final antes de mi graduación. Es obvio a quiénes van a elegir para luchar. Esto es exactamente lo que Christoff quería.

La mención de Christoff hizo que el nudo en mi estómago se apretara. Christoff, con su sonrisa depredadora y su ambición desmedida, representaba el lado más tóxico de la jerarquía de la Academia. Y su odio por Derek era legendario.

―Pero tú puedes contra Christoff sin problemas―, le dije, recordando la increíble fuerza, la velocidad casi sobrenatural que había visto en él durante las sesiones de entrenamientos secretos.

Derek finalmente se giró para mirarme, sus ojos cargados de una amargura que no era habitual en él. ―No dudo de mis capacidades en combate. Nunca lo he hecho―, replicó, la voz baja y áspera. ―Pero sé que Christoff no aceptaría perder limpiamente, no públicamente. Y haría todo, todo , con tal de humillarme. De probar que el lobo hijastro del director no es digno de su linaje ni de su futuro puesto. Esta pelea no se trata de ganar el torneo, Anne Marie. Se trata de una purga política.

Al comprender la repercusión que tendría tal batalla, al darme cuenta de que mi error en la fase del laberinto había sido el catalizador que forzó este enfrentamiento directo, la culpa me inundó con una intensidad física. Si hubiera sido más rápido, si hubiera resuelto el acertijo del agua en el momento justo, el empate no existiría.

―Lo siento, Derek―, murmuró, la voz apenas un susurro. La vergüenza de mi insuficiencia me quemaba la garganta. ―Siento no haberme esforzado lo suficiente en el laberinto. Pude haberlo evitado.

Derek se movió con rapidez y suavidad. Abró sus brazos y me atrajo hacia él en el sofá, dejándome recostara en su hombro. El calor constante de su cuerpo era un ancla en la tormenta de mis emociones.―No tienes nada de qué disculparte, Anne Marie―, me corrigió, su aliento acariciando mi cabello. ―No es solo responsabilidad tuya. El destino nos ha puesto aquí, y tenemos que enfrentarlo juntos. Nuestro equipo se equivocó, sí. Pero culparte ahora no cambia nada.

Me aparte un poco, lo suficiente para poder ver la seriedad en sus ojos. Él siempre era mi roca, el punto fijo cuando todo lo demás se movía. Pero ahora, ante la inminente separación, la ansiedad volvió.

―Derek, ¿en serio es tu último año?―, preguntó. La idea de él dejando la Academia, y yo quedándome atrás para enfrentar el resto de mi entrenamiento sola, era insoportable.

―Sí―, confirmó, una pequeña sonrisa triste asomando en sus labios.

―¿Qué harás después de graduarte?―, le preguntó, una punzada de miedo por el futuro nos separaba. Sentía que la Academia era el único lugar que podíamos compartir.

Derek tomó mi barbilla con ternura infinita y me dio un casto beso en los labios, un toque tranquilizador que prometía mucho más de lo que daba.

―No tienes que preocuparte por eso―, dijo, su voz resonando con una promesa inquebrantable. ―No me iré del todo. Uno, porque la casa de mi familia está muy cerca del internado. Y dos, porque debes recordar que mi destino es ocupar el puesto de Edolf, cuando él asuma como Alfa del clan. Así que, lo más probable es que empiece a trabajar como tutor adjunto en el internado mientras eso sucede. Estaremos cerca.




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