Lunara Sombras y promesas

capitulo 2

Elara despertó a su hija para empezar con esta nueva travesía, dudaba claramente lo hacía, pero sabía que su hija jamás le perdonaría que la dejaran atrás. Además, que era la próxima en tomar el mando de la manada y debía empezar a acumular experiencia en situaciones difíciles y controversiales.

El amanecer llegó demasiado pronto, con una luz dorada que apenas lograba atravesar la niebla espesa del bosque.

Lunara, Elara y Caelum se adentraron en el camino hacia el valle, moviéndose con rapidez, pero en silencio, como si el bosque mismo estuviera conteniendo el aliento.

Lunara caminaba entre sus padres, sintiendo la presión de sus miradas sobre ella. No era un simple paseo por el bosque; estaban dirigiéndose a un lugar que había definido el destino de ambos, y ahora parecía estar reclamando el suyo. Eso le generaba emoción, ansiedad y duda, sabía la historia de memoria, aunque para ella la sentía como un cuento lejano e irreal, en este momento fue consciente que el pasado volvía hacia ellos y debía estar preparada para lo que sea.

—¿Qué tan lejos está? —preguntó Lunara, rompiendo el silencio.

—Un día de viaje, si nos mantenemos a buen ritmo —respondió Elara, sin volverse hacia ella. Su voz era tranquila, pero había una tensión subyacente que Lunara no pudo ignorar.

—El guardián no suele pedir ayuda a menos que el peligro sea real —añadió Caelum, caminando a su lado. Sus ojos dorados escaneaban constantemente los alrededores, como si esperara que algo saltara de entre las sombras.

Lunara apretó los labios, sintiendo la urgencia en sus palabras.

—¿Qué tan peligroso puede ser?

Elara se detuvo, girándose hacia su hija con una expresión seria.

—Cuando luchamos por sellar el poder del amuleto, liberamos una energía tan inmensa que casi nos destruye. Si algo está rompiendo ese equilibrio ahora, no podemos subestimarlo.

Lunara asintió, aunque no podía evitar sentir que la estaban subestimando a ella. Había dejado de ser una niña hacía tiempo y podía luchar junto a sus padres. Pero sentía que todavía la veían como la niña que apenas podía controlar un hechizo básico. No estaban errados en cuanto a los hechizos aunque Lunara se esforzaba al máximo para enorgullecer a sus padres.

—Puedo manejarlo —dijo, levantando la barbilla con determinación.

Caelum la miró de reojo, con una pequeña sonrisa torcida.

—Eso lo decidirá el guardián.

Mientras avanzaban, el bosque comenzó a cambiar. Los árboles, que al principio eran altos y majestuosos, ahora parecían torcidos y marchitos, como si una sombra los hubiera tocado. La temperatura descendió, y la brisa llevaba un olor metálico que puso a todos en alerta.

—Esto no es normal —dijo Caelum, deteniéndose para olfatear el aire.

Elara asintió, levantando una mano mientras trazaba runas en el aire. Una tenue luz dorada se expandió a su alrededor, iluminando el camino frente a ellos.

—La magia aquí está… alterada —murmuró, con el ceño fruncido—. Es como si algo estuviera drenando la vida del bosque.

Lunara observó las runas que su madre había conjurado, sintiendo una punzada de envidia. La facilidad con la que Elara manejaba su magia siempre la había impresionado, pero también la hacía sentir insuficiente.

—¿Qué tan cerca estamos? —preguntó, intentando ocultar su nerviosismo.

Caelum señaló hacia adelante, donde el bosque comenzaba a abrirse hacia una llanura cubierta de niebla.

—El valle está al otro lado de esa llanura. Pero no podemos bajar la guardia.

La llanura parecía interminable, cubierta por una niebla tan densa que apenas podían ver unos pasos delante de ellos. Lunara sintió un escalofrío mientras avanzaban, pero no sabía si era por el frío o por la sensación de que algo los observaba.

—¿Siempre fue así de… extraño? —preguntó, mirando a su alrededor. El valle daba miedo y ella no podía ocultar su temor.

—No —respondió Elara, con voz tensa—. Este lugar solía estar lleno de vida. Si está así ahora, significa que la magia del valle está reaccionando al peligro.

De repente, un gruñido bajo rompió el silencio, resonando a través de la niebla. Lunara se detuvo en seco, su corazón acelerándose.

—¿Qué fue eso? —preguntó en un susurro.

Caelum se transformó parcialmente, sus garras y colmillos apareciendo mientras sus ojos brillaban con intensidad.

—No estamos solos.

Elara levantó una mano, conjurando una esfera de luz que iluminó el área a su alrededor. La niebla retrocedió ligeramente, revelando varias figuras que se movían entre las sombras.

Eran lobos, pero algo en ellos estaba terriblemente mal. Sus cuerpos estaban cubiertos de cicatrices, y sus ojos brillaban con un rojo oscuro que no era natural. La magia oscura emanaba de ellos como un aura opresiva.

—Son lobos corruptos —dijo Elara, con una mezcla de sorpresa y horror—. Esto no debería ser posible.

—¿Corruptos? —preguntó Lunara, retrocediendo mientras las criaturas se acercaban. No había oído de ellos en su corta vida, pero el solo oír la palabra "corruptos" sabía que no era bueno.

—Han sido tocados por magia oscura, controlados por algo o alguien —respondió Caelum, preparándose para atacar.

Los lobos corruptos se lanzaron hacia ellos, y el caos estalló.

Caelum se transformó completamente, chocando contra dos de las criaturas con una fuerza brutal. Sus garras rasgaron la piel corrupta, pero los lobos no retrocedieron, atacando con una ferocidad inhumana. Parecía que eran inmunes al dolor, como si su cuerpo no reparara en el daño que sufrían.

Elara lanzó un hechizo, creando una barrera que protegió a Lunara de un ataque. Debía estar feliz que su madre quisiera protegerla y lo estaría si no sintiera que la consideraban un obstáculo en su lucha.

—¡Quédate detrás de mí! —gritó, pero Lunara ya estaba preparando un hechizo propio.

—¡Puedo ayudar! —exclamó, lanzando un rayo de energía dorada hacia uno de los lobos. El hechizo golpeó a la criatura, haciéndola retroceder, pero Lunara sintió cómo la magia le drenaba más energía de la que esperaba.




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