Lunara Sombras y promesas

capitulo 6

Lunara se dejó caer de rodillas en el suelo mientras las visiones seguían inundando su mente. Eran fragmentos desordenados, como un rompecabezas roto que intentaba armarse por sí solo. Cada imagen que veía parecía más aterradora que la anterior: lobos corruptos rodeando el círculo, Lyssa trazando runas oscuras en un ritual antiguo, y una sombra gigantesca al otro lado de un portal que intentaba cruzar hacia su mundo.

Elara se arrodilló junto a ella, sosteniéndola por los hombros.

—Lunara, respira. Estás conectada a las runas, pero no dejes que te controlen. Enfócate.

Lunara apretó los ojos, respirando profundamente mientras intentaba calmar el torbellino de imágenes en su mente. Poco a poco, las visiones comenzaron a tomar una forma más clara.

—Lyssa… —susurró finalmente—. Está usando las runas para abrir algo. Un portal.

Caelum, que se mantenía en guardia, se giró hacia ellas con el ceño fruncido.

—¿Un portal a dónde?

Lunara abrió los ojos, su mirada perdida en el círculo de piedras frente a ellos.

—A otro mundo. Algo que está al otro lado… quiere cruzar.

Elara intercambió una mirada preocupada con Caelum antes de volverse hacia su hija.

—¿Qué viste exactamente?

Lunara cerró los ojos otra vez, concentrándose en las imágenes que aún flotaban en su mente.

—Vi a Lyssa… estaba trazando runas en el suelo del círculo. Pero no eran como las nuestras. Eran diferentes, más grandes, más oscuras. Y detrás de ella, había algo. Una sombra enorme que se movía como si tuviera vida propia.

Elara apretó los labios, sus pensamientos corriendo rápidamente.

—Si está intentando abrir un portal, significa que quiere traer algo de ese otro lado. Algo lo suficientemente poderoso como para destruir el equilibrio de este mundo.

—¿Qué tipo de "algo"? —preguntó Caelum, su tono grave.

Elara negó con la cabeza, sus ojos fijos en las piedras del círculo.

—No lo sé, pero lo descubriremos.

Cuando Lunara finalmente se recuperó, Elara la ayudó a levantarse y la condujo hacia una de las piedras del círculo. Las runas en su superficie brillaban débilmente, pero al acercarse, Lunara sintió cómo su conexión con ellas se intensificaba.

—Las runas guardan fragmentos de memoria —explicó Elara, colocando una mano sobre la piedra—. Pueden mostrarte lo que ocurrió aquí, pero solo si las abordas con cuidado.

—¿Cuidado? —repitió Lunara, mirando a su madre con desconfianza.

—Si las fuerzas de Lyssa han tocado estas runas, podrías ver más de lo que estás preparada para manejar —advirtió Elara.

Lunara respiró hondo, colocando su mano sobre la piedra. Al instante, una corriente de energía recorrió su brazo, conectándola con la magia que latía dentro de la roca.

Las visiones la golpearon de nuevo, pero esta vez no eran fragmentos desordenados. Era como si estuviera viendo a través de los ojos de alguien más.

En la visión, Lyssa estaba de pie en el centro del círculo, rodeada de lobos corruptos. Su rostro estaba iluminado por las runas que había trazado en el suelo, y su sonrisa era tan fría como el hielo.

—El equilibrio es una mentira —dijo Lyssa, dirigiéndose a las sombras que se alzaban frente a ella—. Los ancestros lo crearon para mantenernos atrapados en un ciclo de obediencia. Pero yo he encontrado la forma de romper esas cadenas.

Las runas en el suelo comenzaron a brillar con un rojo intenso, y la sombra gigante detrás de ella se movió, como si respondiera a su magia. Una voz gutural y profunda resonó desde el otro lado del portal que estaba abriendo.

—¿Eres la llave? —preguntó la voz, cada palabra cargada de un poder que hacía vibrar el aire.

Lyssa se inclinó, con una reverencia casi devota.

—No, pero traeré a la llave hacia ti. La hija del equilibrio.

Lunara sintió un escalofrío recorrer su cuerpo al escuchar esas palabras. La sombra se movió, acercándose más al portal, pero no podía cruzarlo completamente.

—Trae a la llave —dijo la voz—. Y te daré el poder de destruir este mundo.

La visión se desvaneció, y Lunara retrocedió bruscamente, apartando la mano de la piedra. Su respiración era rápida y entrecortada, y su corazón latía con fuerza.

—Ella… ella está intentando entregarme a esa cosa.

Elara la sostuvo por los hombros, obligándola a mirarla a los ojos.

—¿Qué viste?

Lunara tragó saliva, intentando calmarse.

—Lyssa está intentando abrir el portal para algo… algo que está al otro lado. Quiere que yo sea la llave para que esa cosa pueda cruzar.

—¿Esa cosa? —preguntó Caelum, acercándose a ellas—. ¿Qué viste exactamente?

—Era una sombra, pero… sentí su poder. No es algo de este mundo. No pertenece aquí, y si cruza… —Lunara dudó antes de continuar—. Si cruza, destruirá todo.

Elara se quedó en silencio por un momento antes de volverse hacia Caelum.

—Tenemos que detenerla antes de que complete el ritual. Si logra abrir ese portal por completo, no habrá forma de sellarlo de nuevo.

Caelum asintió, su rostro endurecido.

—Entonces debemos movernos rápido. Si quiere a Lunara, no podemos dejar que se acerque a ella.

Lunara, aún temblando por la visión, levantó la vista hacia sus padres.

—Pero… ¿y si puedo cerrarlo?

Elara y Caelum la miraron con sorpresa.

—¿Qué quieres decir? —preguntó Elara.

—Las runas responden a mí. Lo sentí. Si Lyssa está intentando usarme para abrir el portal, tal vez pueda usar esa conexión para cerrarlo antes de que lo logre.

Elara negó con la cabeza, su voz firme.

—No. Es demasiado peligroso. Si te expones a esa magia, podría destruirte.

—¿Y si no lo hago? —replicó Lunara, con los ojos llenos de determinación—. Si no lo intento, Lyssa me atrapará de todas formas, y entonces no tendremos ninguna oportunidad.

Caelum miró a su hija, con una mezcla de orgullo y temor en sus ojos.

—Tiene razón, Elara. Si Lunara puede cerrar ese portal, tal vez sea nuestra única oportunidad.




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