Lunara Sombras y promesas

capitulo 15

El aire seguía pesado, como si el lugar mismo estuviera respirando con dificultad tras el cierre del portal. Las piedras del círculo, ahora brillando débilmente en tonos dorados, emitían una sensación de calma, pero también de cansancio, como si hubieran gastado lo último de su energía para sellar la amenaza.

Lunara permanecía sentada en el suelo, todavía recuperándose de la intensa magia que había canalizado. Su cuerpo temblaba ligeramente, y sentía un cansancio tan profundo que apenas podía mantener los ojos abiertos.

—Respira —dijo una voz junto a ella, y cuando levantó la vista, vio a Kieran agachado a su lado.

Su rostro, habitualmente lleno de sonrisas burlonas, estaba marcado por la preocupación. La luz dorada del amanecer resaltaba sus ojos azules, y por primera vez, Lunara notó que también parecía cansado.

—Estoy respirando —murmuró ella, intentando sonreír.

Kieran arqueó una ceja, dejando escapar una risa suave.

—No parecía hace un minuto. Pensé que me iba a tocar cargar contigo de nuevo.

—No recuerdo que me hayas cargado antes —replicó Lunara, aunque su tono carecía de fuerza.

Kieran sonrió y se encogió de hombros.

—¿Quieres apostar?

Antes de que ella pudiera responder, Elara y Caelum se acercaron rápidamente, rompiendo el clima íntimo que se desarrollaba. Elara se arrodilló junto a su hija, colocando las manos sobre sus hombros mientras la examinaba con cuidado.

—¿Estás bien? —preguntó, su voz cargada de preocupación.

—Estoy… estoy bien, madre —respondió Lunara, aunque todavía se sentía débil—. Solo necesito descansar.

Caelum, con su mirada feroz todavía encendida, dirigió una última mirada hacia Lyssa. Ella seguía en el suelo, débil y derrotada, con las runas oscuras en su cuerpo desvaneciéndose lentamente.

—¿Qué hacemos con ella? —preguntó Caelum, su tono cargado de desprecio.

Elara se levantó, observando a Lyssa con una expresión inescrutable.

—Ya no tiene poder. Las runas la abandonaron cuando el portal se cerró. Ahora es solo una loba con demasiadas heridas.

—No la dejaré irse después de lo que hizo —gruñó Caelum, apretando los puños.

Lunara, que había estado escuchando en silencio, levantó la vista hacia su padre.

—No podemos destruirla. No somos como ella.

Caelum la miró, sorprendido por sus palabras.

—¿Quieres perdonarla después de todo esto?

Lunara negó con la cabeza.

—No estoy diciendo que la perdonemos. Pero si la matamos ahora, seremos como ella. Dejemos que viva con lo que ha perdido. Ese será su verdadero castigo.

Elara asintió lentamente, con los labios apretados.

—Lunara tiene razón. Lyssa ha caído, y el equilibrio ha sido restaurado. No podemos actuar con venganza.

Caelum gruñó una vez más, pero finalmente dio un paso atrás.

—Si vuelve a intentarlo…

—No lo hará —interrumpió Kieran, su voz firme. Todos lo miraron, sorprendidos por su tono—. La conozco. Lo único que la mantenía en pie era el poder del portal. Sin él, está vacía.

Con la amenaza neutralizada, el grupo dejó atrás el círculo de piedras y se retiró al bosque para recuperarse. Lunara caminaba junto a Kieran, que parecía haber vuelto a su habitual actitud despreocupada.

—¿Qué piensas? —preguntó él, rompiendo el silencio mientras la miraba de reojo.

—Sobre qué —dijo ella, aunque sabía exactamente a lo que se refería.

—Sobre todo esto. Lyssa. El portal. Las runas. El hecho de que acabas de salvar el mundo.

Lunara suspiró, mirando hacia el suelo mientras caminaba.

—No sé. Siento que todavía no ha terminado.

Kieran asintió, su rostro más serio de lo habitual.

—Porque no lo está. Pero por ahora, al menos tienes un descanso.

Lunara lo miró, estudiándolo con atención.

—¿Y tú? ¿Qué harás ahora?

Kieran se encogió de hombros.

—Buena pregunta. Estaba pensando que tal vez debería buscarme un propósito, ahora que no tengo a Lyssa dando órdenes.

—Podrías quedarte con nosotros —sugirió Lunara antes de poder detenerse.

Kieran levantó una ceja, sorprendido por su oferta.

—¿Con ustedes?

Lunara desvió la mirada, sintiendo el calor subirle al rostro.

—No sé. Podrías ayudar a proteger el equilibrio… o algo.

Kieran soltó una risa suave, pero no había burla en su tono esta vez.

—Consideraré tu oferta, pequeña bruja.

Lunara se detuvo, mirándolo directamente.

—Kieran… gracias por lo que hiciste. Por estar aquí.

Kieran la miró, su sonrisa desvaneciéndose un poco mientras inclinaba la cabeza hacia ella.

—No tienes que darme las gracias, Lunara. Estaría muerto si no fuera por ti.

Lunara negó con la cabeza.

—No me refiero solo a eso. Me ayudaste más de lo que crees.

Por un momento, el silencio entre ellos fue diferente, cargado de algo que ninguno de los dos podía poner en palabras. Finalmente, Kieran dio un paso hacia ella, acercándose lo suficiente para que sus ojos se encontraran.

—Siempre estaré aquí cuando me necesites —dijo, su voz apenas un susurro.

Lunara sintió que su corazón latía con fuerza, pero no apartó la mirada. Él le prometía estar a su lado, y fueron las palabras que esperaba hacía tiempo y no sabía, alguien que estuviera ahí para ella. Si bien estaban sus padres no era lo mismo. Era alguien que la elegía, elegía estar ahí para ella.

—Entonces no te vayas.

Kieran sonrió ligeramente, pero antes de que pudiera responder, Elara los llamó desde el campamento.

—¡Es hora de movernos!

Kieran dio un paso atrás, con una expresión que mezclaba diversión y algo más profundo.

—Parece que el deber nos llama.

Lunara asintió, pero en su interior sabía que algo había cambiado entre ellos. Estaba lista para ello, no lo sabía, pero las cosas no serían iguales.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.