Lunara Sombras y promesas

capitulo 20

La mañana llegó con un aire tenso. Lunara se reunió con Elara y Caelum en el claro, decidida a hablar sobre lo que había experimentado. Kieran estaba presente también, permaneciendo en silencio, pero observándola con una atención que solo él parecía dedicarle.

—Madre, padre… necesitamos entender más sobre el equilibrio —comenzó Lunara, rompiendo el silencio. Su tono era firme, aunque había una nota de duda en su voz—. Lo que enfrentamos ahora no es como Lyssa. Esto no es odio o ambición. El Eco me habló, y aunque parece peligroso, no creo que sea lo que pensamos.

Elara, con el ceño fruncido, escuchó atentamente antes de responder.

—¿Qué te dijo exactamente?

Lunara tomó aire antes de responder, recordando cada palabra que había escuchado en su conexión con las runas.

—Habló de un “verdadero equilibrio”. Dijo que lo que protegemos ahora es una mentira. Y cuando me mostró su mundo… —Lunara hizo una pausa, tratando de encontrar las palabras adecuadas—. Parecía como si algo lo hubiera destruido. Era como si ese lugar fuera un reflejo de lo que podría pasar aquí.

Caelum cruzó los brazos, con el rostro endurecido.

—Si está diciendo que lo que protegemos es una mentira, entonces está tratando de manipularte. Las runas son el legado de los ancestros. Han mantenido el equilibrio durante siglos.

—Pero, ¿a qué costo? —replicó Lunara, sorprendiendo incluso a sí misma con la fuerza de sus palabras—. ¿Qué hicieron los ancestros para sellar ese portal? ¿Por qué lo cerraron?

Elara intercambió una mirada con Caelum antes de responder.

—Eso es algo que nunca nos explicaron del todo. Las historias que nos contaron eran… incompletas.

—Entonces necesitamos respuestas completas —dijo Lunara, con determinación.

El Oráculo del Valle

Esa misma tarde, Elara los guió hacia un rincón olvidado del valle, un lugar que Lunara nunca había visitado antes. Allí, bajo la sombra de un árbol antiguo cuyas raíces se hundían profundamente en el suelo, se encontraba un altar de piedra cubierto de musgo y grabado con runas tan viejas que apenas eran visibles.

—Este es el altar del Oráculo —explicó Elara, mientras comenzaba a limpiar las runas con cuidado—. Es un lugar que conecta directamente con la memoria de las runas. Si alguien puede responder tus preguntas, es este lugar.

—¿Por qué nunca lo usamos antes? —preguntó Lunara, sorprendida.

—Porque usarlo no es fácil —respondió Elara, sin apartar la vista del altar—. El Oráculo no responde a todos. Y cuando lo hace, sus respuestas no siempre son claras.

—Me suena a una apuesta arriesgada —murmuró Kieran desde un lado, aunque su tono no era burlón esta vez.

Lunara lo ignoró y dio un paso hacia el altar, colocándose frente a él.

—Estoy lista —dijo, con una mezcla de nerviosismo y determinación.

Elara asintió y comenzó a trazar runas en el aire, murmurando palabras en un idioma antiguo que resonaban en el claro. Las runas en el altar comenzaron a brillar suavemente, y un viento frío recorrió el lugar, como si algo invisible hubiera despertado.

—Haz tu pregunta, Lunara —dijo Elara, dando un paso atrás.

Lunara respiró hondo y colocó las manos sobre el altar.

—¿Qué es el Eco? ¿Y qué significa un verdadero equilibrio?

Las runas en el altar brillaron con más intensidad, y la energía en el aire se volvió tan densa que Lunara sintió como si le estuvieran presionando el pecho. De repente, su visión se nubló, y el mundo a su alrededor desapareció.

Lunara se encontró en un espacio vacío, similar al que había visto en sus visiones anteriores, pero esta vez no estaba sola. Frente a ella, una figura apareció lentamente. Era alta, con un manto oscuro que cubría su cuerpo y un rostro envuelto en sombras, aunque sus ojos brillaban con una luz blanca intensa.

—Eres la hija del equilibrio —dijo la figura, con una voz que resonaba como un eco infinito.

—¿Quién eres? —preguntó Lunara, aunque sabía que no obtendría una respuesta directa.

—Soy la memoria de lo que fue y el reflejo de lo que será. Pregunta, y responderé.

Lunara respiró hondo, reuniendo valor.

—¿Qué es el Eco?

La figura extendió una mano, y de ella surgió una imagen: el portal que Lyssa había intentado abrir.

—El Eco es el residuo de lo que quedó cuando los ancestros rompieron el equilibrio original. El portal era una conexión entre dos mundos, ambos necesarios para mantener la armonía. Pero cuando los ancestros decidieron sellarlo, destruyeron esa armonía, dejando a un lado en ruinas.

—¿Entonces… el Eco es lo que quedó del otro lado? —preguntó Lunara, sintiendo que su corazón latía con fuerza.

La figura asintió.

—Es lo que quedó atrapado, incapaz de avanzar o retroceder. Es un fragmento del equilibrio roto, buscando restaurarse.

—¿Y qué quiere? —preguntó Lunara, aunque ya sabía la respuesta.

—Quiere un verdadero equilibrio. Pero su idea de equilibrio no es la tuya.

—¿Qué significa eso? —insistió.

—Significa que para restaurar el equilibrio, todo debe ser reconstruido desde cero. Este mundo, tal como es, no puede coexistir con el otro.

Lunara sintió que el peso de esas palabras caía sobre ella.

—Entonces, ¿qué debo hacer?

La figura se quedó en silencio por un momento antes de responder.

—Decide. Proteger lo que tienes o arriesgarlo todo para reparar lo que fue roto.

Antes de que Lunara pudiera decir algo más, la visión se desvaneció, y se encontró de nuevo frente al altar.

Lunara se tambaleó ligeramente, pero Kieran la sostuvo antes de que cayera.

—¿Qué viste? —preguntó Elara, con urgencia.

Lunara respiró hondo, mirando a su madre, a su padre y finalmente a Kieran.

—El Eco no quiere destruirnos… pero lo que busca destruiría todo lo que conocemos. Quiere empezar de nuevo, y eso significa que nuestro mundo tendría que desaparecer.

Kieran frunció el ceño, pero asintió lentamente.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.