Lunara Sombras y promesas

capitulo 21

Después de la revelación del Oráculo, Lunara sabía que no podía enfrentarse al Eco sin una estrategia clara. No se trataba solo de sellar un portal o derrotar a un enemigo tangible, sino de enfrentarse a una fuerza que creía estar haciendo lo correcto. Era un reto tanto mágico como moral.

Reunió a Elara, Caelum, Kieran y a los líderes de la manada y del consejo de brujas en un claro cercano al círculo. Había urgencia en sus movimientos, pero también una extraña calma en su interior.

—Sabemos lo que el Eco quiere —comenzó Lunara, mirando a todos los presentes—. Quiere restaurar lo que llama un “verdadero equilibrio”, pero para hacerlo, destruirá nuestro mundo tal como lo conocemos.

Los murmullos comenzaron de inmediato, y Selene, la líder del consejo de brujas, levantó una mano para silenciar a los demás.

—¿Qué sugieres, Lunara? —preguntó, con su tono severo pero atento.

Lunara respiró hondo antes de responder.

—No podemos simplemente luchar contra el Eco como lo hicimos con Lyssa. Es parte del equilibrio mismo. Si intentamos destruirlo, podríamos causar un daño peor. Necesitamos contenerlo… pero de una forma que no deje grietas esta vez.

Caelum frunció el ceño, cruzándose de brazos.

—¿Y cómo hacemos eso?

Lunara se volvió hacia su madre.

—Madre, mencionaste que las runas se vincularon conmigo porque soy la hija del equilibrio, una mezcla de dos mundos: los lobos y las brujas. Si eso es cierto, tal vez pueda usar esa conexión para sellar el Eco de una manera más completa.

—¿Quieres ser el contenedor? —preguntó Kieran, su tono más serio de lo habitual.

—No exactamente —respondió Lunara, sacudiendo la cabeza—. Quiero ser el vínculo. Si las runas pueden unirse a mi energía, puedo estabilizar el portal y contener el Eco en un espacio que no interfiera con nuestro mundo.

Selene arqueó una ceja.

—Eso es… ambicioso.

—Y peligroso —añadió Caelum, mirando a su hija con preocupación—. Podrías quedar atrapada con el Eco.

Lunara lo miró directamente.

—Es un riesgo que estoy dispuesta a correr.

Elara dio un paso hacia ella, colocando una mano en su hombro.

—Si realmente vamos a intentar esto, necesitarás más que tu conexión con las runas. Necesitarás un ancla, alguien que te mantenga conectada a este mundo mientras haces el enlace.

Lunara asintió, ya habiendo pensado en eso. Su mirada se volvió hacia Kieran.

—Te necesito a ti.

Kieran la miró, sorprendido, pero no tardó en recuperar su expresión típica de confianza.

—¿Por qué yo?

—Porque tú también eres un vínculo entre dos fuerzas opuestas —dijo Lunara, con firmeza—. Lyssa intentó corromperte, pero te resististe. Has visto lo que está al otro lado, y aún así elegiste este mundo. Puedo confiar en ti para mantenerme conectada.

Kieran sonrió levemente, pero había algo más profundo en su mirada esta vez.

—Si es contigo, entonces haré lo que sea necesario.

Caelum lo miró molesto pero Elara con un simple gesto le indico que no hiciera nada.

Durante los días siguientes, la comunidad del valle trabajó incansablemente para preparar el ritual que Lunara había ideado. Las brujas trazaron runas alrededor del círculo, reforzando los sellos con magia ancestral, mientras los lobos patrullaban el área para asegurarse de que no hubiera interferencias externas.

Lunara y Kieran pasaron largas horas practicando la sincronización de su magia y energía. Aunque a veces discutían por la frustración de no lograrlo de inmediato, ambos sabían que el éxito dependía de su cooperación total.

—Tienes que confiar en mí completamente, Kieran —dijo Lunara una tarde, mientras intentaban canalizar energía juntos—. Si dudas, aunque sea un segundo, todo podría colapsar.

Kieran se cruzó de brazos, observándola con una mezcla de irritación y admiración.

—Confío en ti, pequeña bruja. Lo que no confío es en que no intentes hacer todo sola.

—No lo estoy haciendo sola —replicó Lunara, aunque sabía que tenía razón.

Kieran sonrió y dio un paso hacia ella, colocando una mano en su hombro.

—Entonces déjame ayudarte. Estamos juntos en esto.

Por un momento, Lunara no dijo nada, pero sintió que algo en su interior se relajaba.

En la víspera del ritual, todo estaba listo. Las runas brillaban con una luz intensa, y el círculo estaba cargado de energía mágica. Lunara observó el lugar desde el borde del claro, sintiendo el peso de lo que estaba a punto de hacer.

Kieran se acercó a ella en silencio, con su típica sonrisa calmada.

—¿Nerviosa? —preguntó, aunque ya conocía la respuesta.

—Mucho —admitió Lunara, sin molestarse en ocultarlo.

Kieran asintió, cruzando los brazos mientras la miraba.

—Bueno, yo también. Pero al menos sé que estoy apostando por la persona correcta.

Lunara lo miró, sintiendo que el calor subía a sus mejillas, pero no apartó la mirada esta vez.

—Gracias, Kieran. Por quedarte… por todo.

—Siempre —respondió él, con sinceridad.

Cuando el amanecer llegó, Lunara y Kieran se colocaron en el centro del círculo mientras Elara y Selene dirigían el ritual desde las piedras. La energía del lugar era casi abrumadora, y el zumbido de las runas llenaba el aire.

Lunara cerró los ojos y extendió las manos hacia Kieran, quien las tomó sin dudar.

—¿Listo? —preguntó ella.

Kieran asintió, apretando sus manos con fuerza.

—Siempre.

Cuando Lunara comenzó a canalizar la magia de las runas, sintió cómo el poder fluía a través de ella, conectándola no solo con Kieran, sino también con el Eco. Era como si estuviera tocando el borde de un abismo infinito, pero esta vez no estaba sola.




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