Lunara Sombras y promesas

capitulo 23

El silencio que siguió a las palabras de Lunara parecía eterno. Todos los presentes observaron cómo Lyssa apretaba el cristal negro entre sus dedos, sus ojos brillando con una mezcla de determinación y algo más oscuro que no podían identificar. El viento que soplaba en el claro se volvió más frío, y las runas en las piedras vibraron débilmente, como si percibieran la tensión del momento.

Lyssa dio un paso más hacia el círculo, desafiando la barrera mágica de Elara con una sonrisa burlona.

—¿Mis intenciones? —preguntó, con un tono que parecía balancearse entre la burla y la desesperación—. ¿De verdad crees que haría algo por altruismo? No, Lunara. Esto no se trata de salvar este mundo.

Kieran avanzó un paso, colocándose ligeramente delante de Lunara.

—Entonces, ¿de qué se trata, Lyssa? Porque si esto es otra de tus manipulaciones, no voy a dudar en detenerte.

Lyssa lo ignoró, fijando su mirada en Lunara.

—¿Te has preguntado alguna vez por qué las runas te eligieron a ti? ¿Por qué, entre todos, eres tú la que lleva la llave del equilibrio?

Lunara sintió un escalofrío recorrer su cuerpo.

—¿Qué estás diciendo?

Lyssa levantó el cristal negro, que pulsó con un brillo tenue, casi hipnótico.

—Las runas no te eligieron porque seas especial, Lunara. Te eligieron porque tu sangre está vinculada directamente al Eco. Eres un fragmento de él.

Elara dio un paso hacia adelante, su rostro endurecido.

—Eso es imposible. Lunara es nuestra hija. Es el fruto del equilibrio entre los lobos y las brujas, no de algo oscuro como el Eco.

Lyssa soltó una risa amarga, girándose hacia Elara.

—¿Crees que sabes todo sobre lo que los ancestros hicieron para proteger este mundo? ¿Crees que las uniones entre lobos y brujas fueron siempre naturales? —Volvió a mirar a Lunara, su expresión endurecida—. Tu conexión con las runas no es un regalo, Lunara. Es un recuerdo. El Eco vive en ti porque su esencia se filtró en este mundo a través de las grietas que dejaron los ancestros.

Lunara negó con la cabeza, sintiendo que las palabras de Lyssa eran demasiado para procesar.

—Eso no tiene sentido. Yo… yo no soy parte del Eco.

—¿No? —dijo Lyssa, dando otro paso hacia el círculo. Su voz bajó, y por primera vez, sonaba casi compasiva—. Entonces, ¿por qué puedes escucharlo? ¿Por qué puedes sentir lo que quiere?

—Está mintiendo —gruñó Caelum, avanzando hacia Lyssa con las garras parcialmente transformadas—. No escuches esto, Lunara. Es una táctica más para manipularte.

Kieran, aunque también parecía inquieto, colocó una mano en el hombro de Lunara.

—¿Lunara? —dijo, su tono suave, casi un susurro.

Lunara cerró los ojos, dejando que la magia de las runas fluyera por su cuerpo. Podía sentir el Eco, su presencia en el borde de su conciencia, pero también algo más profundo, algo que no había sentido antes. Era como una pequeña chispa, un fragmento olvidado que ahora se hacía más visible.

—No está mintiendo del todo —murmuró Lunara, abriendo los ojos con un brillo dorado intenso—. Hay algo dentro de mí… una conexión con el Eco.

Elara dio un paso hacia ella, con el rostro lleno de preocupación.

—Lunara, incluso si eso es cierto, no significa que seas como él. Eres nuestra hija. Lo que llevas dentro no define quién eres.

—No, pero define lo que puedo hacer —respondió Lunara, mirando a Lyssa con una mezcla de desafío y confusión—. Si soy un fragmento del Eco, entonces tal vez puedo detenerlo desde adentro.

Lyssa sonrió, satisfecha con su respuesta.

—Exactamente. Es por eso que necesitas este cristal. Es la clave para contener al Eco de una vez por todas.

—¿Y tú qué ganas con esto? —preguntó Kieran, su voz cargada de sospecha.

Lyssa lo miró con frialdad.

—Lo que siempre he querido: libertad. Si el Eco es contenido, las runas no tendrán poder sobre mí. Podré vivir fuera del equilibrio que ustedes tanto idolatran.

—¡Entonces esto no es más que otro intento egoísta! —gruñó Caelum, avanzando hacia ella.

—¿Egoísta? Tal vez —respondió Lyssa, alzando la voz—. Pero no es menos egoísta que proteger este mundo mientras permites que otro se pudra al otro lado.

Lunara levantó una mano, deteniendo a su padre antes de que pudiera atacar.

—Es suficiente —dijo, su tono firme—. No tenemos tiempo para discutir sobre las intenciones de Lyssa. Si lo que dice sobre el cristal es cierto, entonces lo usaremos. Pero bajo mis condiciones.

Lyssa arqueó una ceja, pero no dijo nada más, simplemente extendió el cristal hacia Lunara.

—Hazlo rápido. El Eco no esperará mucho más.

De vuelta en el círculo, Lunara se colocó nuevamente en el centro, sosteniendo el cristal negro entre sus manos. Su energía era abrumadora, pero también desconcertante. Era como si estuviera sosteniendo un fragmento de algo vivo, algo que latía con una fuerza que no podía comprender del todo.

Kieran se colocó frente a ella, sus ojos fijos en los suyos.

—Si esto se complica, estoy contigo. Pase lo que pase.

Lunara asintió, sintiendo una oleada de gratitud por su presencia.

—Gracias, Kieran.

Cuando comenzó el ritual, las runas brillaron con más intensidad que nunca, y la energía del cristal se fusionó con ellas, enviando una onda de choque a través del valle. Lunara sintió cómo su conexión con el Eco se profundizaba, llevándola al borde de un abismo que no podía evitar mirar.

Pero algo estaba mal. A medida que el cristal liberaba su poder, Lunara sintió que algo dentro de ella también se estaba rompiendo.

—“Hija del equilibrio… eres más mía de lo que crees.”

La voz del Eco resonó en su mente, más fuerte que nunca, mientras el círculo comenzaba a temblar.




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