Lunara Sombras y promesas

capitulo 27

Los días que siguieron al renacimiento de las runas estuvieron marcados por una mezcla de asombro, adaptación y esperanza. La comunidad del valle se enfrentaba a una realidad que nunca antes habían conocido: un equilibrio compartido. Las runas ya no eran un sello que protegía a un mundo del otro; ahora eran un puente que conectaba ambas dimensiones, permitiendo que la magia fluyera de forma libre y natural.

Aunque el peligro había pasado, el cambio trajo consigo nuevos desafíos. Las brujas y los lobos intentaban entender cómo interactuar con las nuevas energías, mientras que el consejo de brujas y la manada trabajaban juntos para garantizar que la coexistencia fuera posible.

Lunara se había convertido en una figura central en el valle. La conexión que tenía con las runas la hacía una guía natural, aunque ella todavía se sentía incómoda con la atención que eso conllevaba.

Una mañana, Selene la llamó a una reunión con el consejo y los líderes de la manada. La sala, normalmente fría y austera, estaba llena de voces mientras discutían cómo manejar las implicaciones del nuevo equilibrio.

—Las runas ya no son nuestras únicamente —dijo Selene, su voz firme resonando en la habitación—. Ahora compartimos esta magia con algo que apenas comprendemos.

Caelum, que estaba sentado junto a Elara, asintió con gravedad.

—Es cierto. Aunque el Eco ya no parece una amenaza directa, no sabemos qué podría suceder en el futuro.

—Por eso debemos mantener el círculo protegido —añadió Elara, mirando a los presentes—. Las runas son estables ahora, pero necesitamos asegurarnos de que esa estabilidad no se rompa.

Todos asintieron, pero fue Selene quien se giró hacia Lunara.

—Tú eres nuestra conexión con las runas, Lunara. Más que nadie, entiendes lo que representan ahora. Necesitaremos tu guía para manejar esta transición.

Lunara sintió el peso de esas palabras, pero no retrocedió.

—Haré lo que pueda —dijo, con la voz más firme de lo que esperaba.

Mientras tanto, Kieran también enfrentaba sus propios desafíos. Aunque había demostrado su lealtad durante el ritual, muchos en la manada todavía lo veían con desconfianza debido a su conexión pasada con Lyssa.

Una tarde, mientras ayudaba a reforzar las barreras alrededor del círculo, uno de los lobos se acercó a él. Era un hombre alto, con cicatrices visibles en el rostro y una mirada fría.

—No creo que tengas lugar aquí —dijo, cruzándose de brazos mientras observaba a Kieran trabajar.

Kieran se detuvo, girándose lentamente hacia él con una sonrisa calmada.

—¿Y eso por qué?

—Porque no eres uno de nosotros. Eres un traidor que trabajó con Lyssa.

Kieran dejó caer las herramientas que estaba usando y dio un paso hacia él, manteniendo su tono tranquilo pero con una chispa de desafío en los ojos.

—Tienes razón. Trabajé con Lyssa, pero también la detuve. Si tienes algún problema con eso, adelante, dilo. Pero no vengas a mi camino cuando esté intentando reparar lo que ayudé a romper.

El hombre lo observó durante un momento antes de retroceder, murmurando algo para sí mismo mientras se alejaba.

—¿Todo bien? —preguntó Lunara, acercándose después de haber observado la interacción desde lejos.

Kieran se encogió de hombros, sonriendo ligeramente.

—Nada que no pueda manejar.

Lunara lo miró por un momento, su expresión mezcla de preocupación y admiración.

—La gente tardará en confiar en ti, pero saben lo que hiciste. Es solo cuestión de tiempo.

Kieran inclinó la cabeza hacia ella, con una sonrisa cálida.

—¿Y tú? ¿Confías en mí?

Lunara sintió el calor subirle a las mejillas, pero no apartó la mirada.

—Siempre- dijo y lo beso.

Mientras Lunara y Kieran encontraban su lugar, Elara y Selene trabajaban para redefinir el papel del consejo de brujas. Con las runas transformadas, las leyes que regían el equilibrio habían cambiado, y el consejo necesitaba adaptarse.

—Ya no somos solo guardianas de las runas —dijo Elara durante una reunión con las otras brujas—. Ahora somos intermediarias. Debemos aprender a escuchar tanto a nuestro mundo como al otro lado.

Selene, aunque era conocida por su rigidez, pareció aceptar esto con una calma sorprendente.

—Tienes razón. Pero eso significa que nuestras enseñanzas deben cambiar. Las próximas generaciones necesitarán aprender a interactuar con esta nueva magia.

Las brujas asintieron, reconociendo la magnitud de lo que enfrentaban.

Unos días después, Lunara se reunió con Kieran en el borde del círculo, observando cómo las runas brillaban suavemente bajo la luz de la luna.

—¿Crees que esto funcionará? —preguntó Kieran, rompiendo el silencio.

Lunara tardó un momento en responder, estudiando las piedras con una expresión pensativa.

—No lo sé. Pero sé que hicimos lo correcto. Este no es el equilibrio que conocíamos, pero es uno que podemos construir juntos.

Kieran asintió, colocando una mano en su hombro.

—Tienes razón. Y si algo sale mal, sabes que estaré aquí.

Lunara lo miró, con una sonrisa que reflejaba tanto gratitud como afecto.

—Lo sé.




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