"Bienvenidas al Caos"
Las puertas de JYP Entertainment se abrieron ese día para recibir a una tormenta con forma de ocho chicas. Cada una arrastraba una maleta, sueños del tamaño de un estadio, y una cultura única a cuestas.
Hana fue la primera en llegar. Coreana, alta, con un aura de seguridad y el ceño ligeramente fruncido como si ya estuviera evaluando a sus futuras rivales en una competencia de supervivencia. En cuanto entró, dejó su mochila al lado y se cruzó de brazos mirando su reloj.
—Cinco minutos tarde– murmuró.
—Inaceptable.
Luego llegó Yume, japonesa, con unos audífonos enormes y una expresión relajada. Caminaba como si estuviera en cámara lenta y cuando vio a Hana, solo asintió con una sonrisa soñadora. Hana levantó una ceja.
–¿Planeas bailar así de lento también?
Tercera en aparecer fue Aerin, estadounidense de padres coreanos, con una chaqueta oversize, gafas de sol aunque era de madrugada y un vaso de café enorme. –Hi, hi, hi –dijo mientras lanzaba besos al aire como si fuera una celebridad llegando a una alfombra roja. Hana suspiró.
–¿Y esta de qué planeta salió?
Justo detrás venía Soléne, francesa, elegante como si hubiera salido de una revista. Su maleta tenía stickers de arte moderno y traía una boina puesta. Al ver a Aerin, comentó:
—¿Siempre eres tan… escandalosa?
—¿Siempre eres tan francesa?– respondió Aerin, sacándole la lengua.
Nari, otra coreana, llegó con una bolsa llena de snacks, comiendo sin pudor.
–¿Ya comieron? –preguntó con la boca llena de tteokbokki.
Hana la miró horrorizada.
–¿Acabas de comer en la entrada de JYP?
–¿Y qué? Si tengo hambre –respondió Nari, encogiéndose de hombros.
Thalía llegó como un torbellino: una mezcla de ritmo latino y elegancia tailandesa. Con una sonrisa radiante, saludó a todas con abrazos.
–¡Hola, chicas! Soy Thalía, encantada, ¿quién quiere bailar?
–¿Ahora? –dijo Yume, casi cayéndose de sueño.
–¡Ahora o nunca! –gritó Thalía, dándole vueltas a Céline cuando entró justo después.
Céline, filipina, se tambaleó un poco por el giro sorpresa.
–Ay, Dios mío! Acabo de bajar del avión, ¿puedo al menos respirar?
–¡Respira bailando! –dijo Thalía sin detenerse.
Finalmente llegó Ava, australiana, fan de Stray Kids y NMIXX, la más tímida, callada… y aparentemente la única cuerda del grupo. Entró mirando a todos lados, con paso suave y una mochila decorada con pins de K-pop. Al ver el caos que ya se había desatado, pensó:
–¿Dónde me metí?
Mientras tanto, desde las puertas principales, JYPark las observaba con los brazos cruzados, una ceja alzada y una sonrisa que no sabía si era de nervios o esperanza.
–¿Estoy abriendo una academia de idols o un manicomio? –murmuró.
Pero al ver cómo Thalía y Nari hacían pasos raros de baile, Aerin imitaba a Soléne con un acento ridículo, Yume se dormía de pie, Hana organizaba los horarios, Céline grababa un vlog improvisado, y Ava se encogía en un rincón abrazando su peluche de Bbokari y llevaba un llavero de peluche de Wolfchan y dos photocards de Lily y Jiwoo de NMIXX, JYPark suspiró.
–No hay duda… Ellas van a traer vida a esta empresa.