Después del primer caos en el edificio de JYP, las chicas fueron llevadas a su nuevo hogar: un piso amplio, moderno, pero claramente no diseñado para ocho personalidades tan explosivas.
Cuando entraron, todas se detuvieron por un segundo.
–¡Oh, wow! –exclamó Céline, girando sobre sí misma.
–¡Esto parece un set de drama!
–¡Y nosotras somos las protagonistas! –gritó Thalía, tirando su maleta y corriendo por el pasillo.
Exploraron el departamento como niñas en un parque de diversiones. Tres habitaciones con dos camas, una habitación individual grande y una más pequeña pero acogedora.
–¡Yo quiero la grande! –gritaron al unísono Aerin, Nari y Hana.
Después de un intenso juego de piedra-papel-tijera, Hana ganó.
–Era obvio. –dijo, levantando la barbil“Con tal de dormir…”la con orgullo.
–Voy a invadir tu closet –amenazó Aerin, pero sonriendo.
Soléne y Céline se miraron, cómplices.
–Nosotras tomamos la habitación del ventanal. Luz natural perfecta para las selfies y skincare.
Thalía y Yume se quedaron con la tercera habitación compartida.
–¡Latinoamérica y Asia unidas, bebé! –gritó Thalía, abrazando a Yume, quien simplemente sonrió y murmuró:
–Con tal de dormir…
La única que no dijo nada fue Ava. Había estado en silencio observando, su mochila aún colgando de su hombro. Se acercó a la habitación pequeña, abrió la puerta… y sus ojos brillaron.
Era perfecto. Pequeño, tranquilo… suyo.
Un espacio modesto, con una sola cama junto a la ventana, una estantería y una pequeña mesa.
Colocó su mochila sobre la cama y empezó a desempacar con una precisión delicada: fotos impresas de Stray Kids y NMIXX, un peluche de Leebit, photocards enmarcadas, un mini lightstick en su repisa.
En cuestión de minutos, la habitación ya gritaba: “Fangirl dedicada.”
En la cocina, las demás discutían qué cocinar.
–¡Tteokbokki con guacamole! –propuso Nari.
–¿Qué? –dijo Soléne, horrorizada.
–Fusiona-ción– dijo Thalía, guiñando un ojo.
Mientras tanto, Ava, con el corazón tranquilo en su pequeño refugio, se acurrucó con su peluche entre los brazos y sin querer, se quedó dormida.
Más tarde, cuando las chicas fueron a llamarla para cenar, la encontraron profundamente dormida, abrazando a Leebit, con una pequeña sonrisa en los labios. La luz suave iluminaba su rostro tranquilo.
Todas se detuvieron en la puerta.
–Aw… –susurró Céline.
–Parece un ángel, –dijo Yume, sonriendo con ternura.
–¡Nuestro maknae dormilón! –murmuró Aerin, conteniendo la emoción.
–¿Ella es la Maknae? –Interrogó Soléne.
–Tiene aspecto de Maknae –Respondió Hana.
–Mañana nos conoceremos mejor –Soltó Nari
Incluso Hana, la más seria, no pudo evitar sonreír.
–Hay algo en ella que me da paz…
–Sí –dijo Soléne. –es como si… en medio del caos, ella fuera nuestro rinconcito de calma.
Y en ese momento, sin que ninguna lo dijera en voz alta, todas supieron que aunque eran un grupo de locura y culturas distintas… algo especial acababa de nacer entre ellas.