El sol comenzaba a bajar en el horizonte, tiñendo de tonos naranja y rosa las fachadas de los edificios de Seúl. El aire era cálido, pero llevaba consigo la promesa de nuevos comienzos. Lunaria había terminado su última gira mundial, y todo parecía estar en su lugar.
Pero, en los corazones de Ava y Felix, había una sensación aún más profunda, más intensa, como si todo lo vivido hasta ese momento fuera solo el prólogo de una historia que aún estaba por escribirse.
Ese día, después de tanto trabajo, su relación estaba más allá de los rumores, más allá de las críticas. Habían pasado por pruebas, traiciones, y angustias, pero juntos, de la mano, se habían levantado.
La rueda de prensa con la que comenzaron su romance y la justicia que lucharon por alcanzar, ahora era solo un recuerdo, una huella en el pasado. Ambos sabían que el futuro ya no tenía miedo de lo que el amor podría traerles.
Esa tarde, el estudio de grabación se llenaba de las últimas mezclas de su próximo álbum, un álbum que reflejaba todo lo que había sucedido. No solo canciones de amor, sino de lucha, de sacrificios, de caídas y levantadas. Cada letra, cada melodía, llevaba el eco de su crecimiento.
Felix miró a Ava desde el otro lado de la sala. Ella estaba sentada frente a su computadora, con auriculares, escribiendo algo. De vez en cuando, levantaba la cabeza para mirar a sus amigas y a los chicos. Había cambiado. Ya no era la chica tímida que temía ser vista. Ahora, su presencia en el escenario y fuera de él, irradiaba confianza, empoderamiento y amor.
Felix dejó lo que estaba haciendo y se acercó a ella, tocando suavemente su hombro. Ava levantó la vista, y en sus ojos había algo más que simple emoción. Había orgullo, gratitud… y un profundo amor.
—¿Todo bien? —preguntó Felix, sonriendo de forma ligera, como si ya no importaran las palabras. Solo se entendían a través de la mirada.
—Todo está perfecto —respondió Ava, con una sonrisa sincera. Tomó su mano, guiándolo hacia su lado. —Gracias por cada día. No solo por estos, sino por todos los que vienen.
Felix la abrazó con fuerza, sin que nada más tuviera sentido en ese instante. Solo ellos, sus latidos, el futuro esperándolos.
Esa noche, después de un largo día de trabajo, cuando todo estaba en silencio en su apartamento, Ava se recostó sobre el pecho de Felix. La luz suave de la luna iluminaba la habitación, y ella se acomodó en sus brazos como si fuera su hogar.
—Prometamos que siempre será así, ¿sí? —dijo ella, susurrando, con la voz llena de sueños por cumplir.
Felix la acarició, y sin pensarlo, susurró...
—Lo prometo. Mientras existas, el amor siempre será la razón de cada paso.
Y así, mientras el mundo seguía su curso, ellos dos encontraban la paz en la simpleza de su amor, sabiendo que con cada día que pasaba, su historia solo se volvía más única, más fuerte, más eterna.
Lunaria y Stray Kids, juntos en la cima de la industria, pero más importante aún, juntos en el corazón.