Lux-1 La señal que despertó México

La visión

La pirámide se alzaba silenciosa ante los cinco exploradores. El aire era denso, cargado con una energía que parecía pulsar desde las piedras mismas. Evelyn, Oliver, Marina, Teo y Vicente permanecían en círculo frente a la figura humanoide que se encontraba flotando apenas a un metro del piso. Su cuerpo era alto, cerca de dos metros treinta, extremadamente delgado, con rostro pálido y alargado, ojos negros enormes que parecían absorber la luz. Sus movimientos eran lentos, majestuosos, y un aura de luz sutil lo rodeaba, distorsionando ligeramente el aire a su alrededor.

Un silencio pesado llenó la cámara interior. Los cinco se miraban entre sí con una mezcla de incredulidad y temor, preguntándose cómo era posible que algo así existiera, flotando ante ellos, emitiendo un aura que vibraba en sincronía con sus propios cuerpos. La figura inclinó levemente la cabeza y, en un gesto que parecía universal, señaló a cada uno de ellos.

De repente, comenzaron a escuchar un coro de voces. No era una voz sola, sino muchas a la vez, mezcladas, hablando en lenguajes antiguos de México: náhuatl, maya, zapoteco y otros dialectos ya olvidados por la humanidad. Las palabras no se entendían en sentido literal, pero el mensaje calaba directamente en su mente, como si fuera transmitido por telepatía. Los cinco sintieron una conexión inmediata entre ellos y la figura, como si sus propios pensamientos fueran tomados y amplificados por aquella presencia.

—Escuchen con atención —susurró la voz dentro de sus mentes—. La señal que recibieron no es un accidente. No fue enviada a todo el planeta, sino solamente a su pueblo, a México, porque aquí se encuentra un nodo crítico de energía que podría desencadenar un desastre.

Un estremecimiento recorrió la columna de todos. La figura proyectó entonces un resplandor brillante que los envolvió a todos. Sus cuerpos comenzaron a levitar lentamente, a unos centímetros del piso de piedra, y sus ojos se volvieron completamente blancos. Era como si el mundo exterior desapareciera y todo lo que quedara fuera la visión que la figura les iba a mostrar.

En su mente, la pirámide se transformó en un mapa gigantesco de México. Rayos de luz dorada recorrían el territorio, convergiendo en un punto específico: la pirámide de la Serpiente Emplumada en Teotihuacán. Los cinco pudieron ver cómo la energía se acumulaba allí, palpitando como un corazón invisible, y cómo se extendía en ondas por debajo del suelo, conectando antiguos templos y monumentos. La figura continuaba transmitiendo mensajes, esta vez sin palabras: sensaciones de urgencia, de peligro inminente, de caos si la energía no se liberaba correctamente.

—Si no intervienen —susurró la voz en sus mentes—, el nodo se desbordará. La energía se liberará de manera violenta, y un terremoto devastador arrasará gran parte de su territorio. CDMX y zonas aledañas serán las más afectadas.

Evelyn sintió cómo un frío recorrió su columna vertebral. Podía sentir la intensidad de la energía acumulada, como si millones de voltios latieran bajo sus pies. Vicente cerró los ojos, percibiendo la vibración que recorría la red energética subterránea de México, una especie de pulso que conectaba pirámides y antiguos sitios sagrados. Marina apretó los puños, tratando de mantener la calma mientras la figura continuaba proyectando imágenes de ciudades enteras estremeciéndose y grietas abriéndose en el suelo.

Teo, más racional y técnico, intentaba analizar lo que veía. Aunque no podía comprender completamente cómo aquella energía podía generar un terremoto de esa magnitud, entendía que había una fuerza natural mezclada con algo artificial, controlado o utilizado por civilizaciones antiguas. La figura, sin usar palabras, les mostró cómo las civilizaciones prehispánicas habían trabajado con esa energía: matemáticas complejas, alineaciones astronómicas, arquitectura precisa. Todo tenía un propósito: conectar la energía de la Tierra con la protección de su gente.

De repente, la figura proyectó un segmento aún más intenso. Los cinco sintieron que su respiración se detenía. En la visión, la pirámide de la Serpiente Emplumada parecía abrir un portal de luz que se extendía hacia el cielo, como un hilo invisible conectando la Tierra con otro lugar en el espacio. Un rastro de energía dorada y azul se expandía por debajo de México, mostrando nodos subterráneos y rutas de energía que ningún humano había podido percibir jamás.

—Esta energía ha sido utilizada por muchas civilizaciones que llegaron antes que ustedes —susurró la voz—. La Luna, la Tierra, todo está conectado. Las señales que reciben ustedes no son casualidad; fueron seleccionados por su conciencia y por su capacidad para comprender y equilibrar esta fuerza.

Oliver sintió un estremecimiento profundo. La figura les estaba diciendo que México era un nodo de poder crítico en la Tierra y que su misión no era solo explorar, sino proteger a su país y, en consecuencia, al mundo entero.

La visión continuó mostrándoles imágenes de la pirámide de la Serpiente Emplumada irradiando energía por México, pero también cómo la misma energía había sido aprovechada por alienígenas protectores, antiguos guardianes de planetas, que habían llegado desde otras estrellas. Estas civilizaciones habían estudiado la Tierra desde la era de los dinosaurios, observando cómo evolucionaba y cómo la energía del planeta podía ser utilizada para bien o mal.

—Ustedes deben regresar —la voz resonó más fuerte—. La Luna no es su destino final. Allí encontrarán los instrumentos y la guía necesarios para canalizar y liberar esta energía. Solo entonces podrán prevenir el desastre.

Los cinco comenzaron a descender lentamente, sus cuerpos regresando al suelo de piedra de la pirámide de la Luna. Sus ojos volvieron a la normalidad, pero la sensación de conexión con la energía y la urgencia de la misión permanecía intacta. Cada uno respiraba con dificultad, procesando lo que acababan de experimentar: una visión directa de la amenaza, la energía acumulada y la intervención de civilizaciones alienígenas antiguas que habían estado protegiendo la Tierra durante milenios.




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