Luxor: Ascenso

XXII.

LESSANY

 

La tinta se le seca en los dedos, debajo de las uñas tiene un pequeño borde negro que intenta borrar con una de las servilletas pero parece una tarea imposible; dándose por vencida termina su natilla de un bocado y su infusión de otro, ordenando a las jóvenes Mars y Kaeli que levanten la mesa mientras ella busca su balneario y en una pileta se talla las manos con desesperación, hasta remover toda mancha y la yema de sus dedos cobra un tinte rojizo.

—El Señor de Mandess, mi Dama —anuncia Mars, apartándose del camino cuando ella vuelve a la habitación secándose las manos con una toalla de algodón, la chica toma la tela y se retira hacia la mesita de su sala de invitados, ayudando a la Kaeli a retirar las migajas de la madera.

—No sabía que ibas a ser tú —acota Lesssany, aceptando la caravana que Renner ejecuta al compás de una sonrisa sabionda.

—Me ofrecí voluntario. —Es su respuesta, señalando la salida hacia el pasillo—. ¿Vamos?

Atendiendo a su invitación, Lessany rejunta los pliegos que recién terminaba de retocar y los coloca en una carpeta de cuero que se ajusta bajo el brazo, sólo así avanza frente al pelirrojo y éste no desaprovecha el vistazo que tiene de la figura de la Dama caminando frente a él y de sus piernas semiexpuestas por esos faldones con cortes laterales.

—¿No te necesitará Kandem consigo?

—Se las apañará solo, es un chico grande. —La sonrisa de picardía de Renner es todo lo que podría acompañar a su cinismo—. ¿Te preocupa?

—Para nada, sólo que cuestionaría tu puesto como Primer Hombre si dejas a tu Señor por ir detrás de una falda.

—¡Qué bueno que no eres la Señora de Senerys entonces! Mi cargo está a salvo. Puedo preguntar —marchando de medio lado, intentando obtener una mirada de parte de ella, Renner agita sus manos con cada frase—, ¿qué sedes planeas contactar para comerciar los textiles?

—Tengo contactos que me deben favores en las sedes de La Alianza, si seguimos la vieja Ruta de la Seda podremos llegar a Tourim, Luegance y Terrasanta sin entrar en conflicto por los tratados o la política. Según el quinto tomo de los Tratados de Migración, sección B, no se puede interferir en el tránsito de los pueblos si su principal objetivo es intercambio cultural y/o bajo los aranceles establecidos. Al final, todo se reduce a los aranceles.

—¿Te aprendiste el maldito Tratado? —Y vaya que las cejas de Renner son el reflejo de su asombro.

—Para romper las reglas hay que conocerlas.

—Va bien, de alguna manera justificamos nuestro tránsito por esos caminos como “intercambio cultural”, ¿luego qué?

—Luego, Cassaun embajador de la moda en Luegance y Augusta en Terrasanta distribuyen los diseños a sedes que sí han tomado parte en la guerra. Sí sabes que éstas tres no tienen ninguna afiliación política, ¿no?

—Lo sé, lo que no sé es cómo estás tan al tanto de las leyes de migración y los conflictos políticos fuera de tu sede. —La mirada de intriga de Renner le devuelven esa sensación en su espina dorsal, esa que siente cuando está por encima, aunque sea en conocimiento, de sus adversarios—. En Kasttell la educación no es distinta y las leyes aplican de igual forma que en Senerys, según entiendo, deberías haberte casado ya, tener hijos y…

—¿…ser un miembro activo en las instituciones educativas y caritativas de mi sede? —completa por él, permitiéndole abrir las puertas de la biblioteca por ella—. Negarme a cumplir con mi rol femenino en mi familia y en mi nación parece ser lo que me trajo aquí en primer lugar.

—Por suerte para nosotros… —Renner murmura con tal suavidad para sí, creyendo que no es escuchado, pero Lessany, que presta atención a cada uno de sus gestos y palabras sí lo hace, y es en ese gesto que comprende: Kandem planea usarla para un fin político eventualmente, quizá cuando se muestre más dócil y complaciente le solicite crear propaganda publicitaria incitando a los nativos de Kasttell a la sumisión y complacencia—. Aquí tienes: Acceso a las comunicaciones de las tres sedes que mencionaste, si mi consejo te vale, envía una solicitud desde ya, tal vez para el final de la mañana tengas una respuesta. Estaré por allá —señala a un diván lejos de la rotonda de conferencias—, para no estorbarte.

—Te lo agradezco. —Asiente Lessany.

Comenzó primero por digitalizar los pliegos de papel y darle un aspecto más profesional a su propuesta, continuando con un trazo en un mapa actualizado de las rutas comerciales, estimando tiempo y costos de envío—. Vía aérea sería más rápido —murmura para sí, ignorando el momento en que Renner es reemplazado por dos miembros de su escolta inmersa como está en el trabajo.

Menos de tres horas más tarde obtiene una notificación de respuesta de las sedes y el trato se negocia. Cassaun de la sede Luegance es el principal apoyo en la conferencia, y aunque no es de extrañarse que muestren asombro por tener noticias de Lessany de esa manera y con esos propósitos, el tema de su “captura” es dejado de lado ya que está segura de que la comunicación está siento vigilada y parten hacia los factores claves para que el proyecto camine hacia la primera exportación de textiles para los diseños de la colección.

—Mi Dama —interrumpe uno de los bélicos una vez la conferencia se termina—, el Señor la espera para la comida.

—¿Naystess? ¿Dónde está Renner? —Agitando sus cabellos dorados de lado a lado busca al pelirrojo, mas no lo encuentra, sólo la sonrisa burlona de dos de los escoltas que la trajeron a Senerys la primera vez: Naystess y Fassel. El primero, con sus cabellos ambarinos en un alto contraste con el negro de sus vestimentas, alto como el pelirrojo al que remplazó.

—Tenía cosas que hacer.

—Como librarje de tu orgullo —completa el segundo, de voz gangosa por poseer una extraña forma en su nariz, de mentón cuadrado oculto bajo la espesa barba y cejas intentando minimizar los grandes y curiosos ojos castaños oscuros.




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