Luxor: Ascenso

XXVII.

KANDEM

 

En Senerys aún se habla de la “Noche de la Penumbra” y las noticias del liderazgo de Kandem de Senerys y la unidad que probó su pueblo se expanden por todo el sur y el éste, aunque en las demás regiones del continente ningún hombre que no sea de primer nivel se entera de esto, también en las altas argollas foráneas es algo de comentar ante cualquier posible cambio de rumbo de los rebeldes del sur, sus sedes pueden ser las próximas en ser asediadas y sometidas.

Pero en esa fría ciudad del sur, con el invierno sobre sus hombros ya, los aires de calma y el aroma de las fiestas de solsticio ya se aprecian en el aire, es la época favorita de Kandem. No es lo único notable, su ciudad se está transformando, y cualquier con tres dedos de frente puede verlo: Las mujeres se observan solas en las calles, las más jóvenes han emprendido la revolucionaria moda de vestir pantalones debajo de sus faldones y otras aún más osadas han recortado sus faldones hasta sus rodillas y disminuido la cantidad de pliegos de tela de los mismos para que todo el mundo pueda verlas, hay más música y bailes que nunca en los Centros Sociales y el apoyo a la guerra se da a notar con sorpresivos números de voluntarios que acuden al Baluarte para dar su servicio.

—Veo a la ciudad transformada, y no sé si el cambio ha ocurrido en mí y mis ojos lo proyectan al exterior, o de verdad algo está cambiando allá afuera. Tengo el presentimiento de que las cosas comenzarán a mejorar para nosotros, para nuestro pueblo —suspira Kandem, paseando de un lado al otro mientras su anciano amigo permanece de rodillas atendiendo las plantas que perecieron durante la Noche de la Penumbra, Enser también apagó sus luces; su calva da paso a su frente y éste a un par de ojos con una mirada estudiosa—, pero tengo miedo de que todo esto se pierda si le digo la verdad.

—La perderás de todas formas si no se lo dices —refuta el anciano aceptando la mano de Kandem para enderezarse—. Estas rodillas… Muchacho, ella no te perdonaría nunca que le ocultes algo así; de quererla a tu lado, de amarla, debe ser sin mentiras ni engaños.

—Yo no…

—Yo creo que sí lo haces —interrumpe el anciano, pasándole de lado para dejar las herramientas de jardinería en un cubo y asearse sus manos con agua que uno de sus pupilos le brinda—. Apuesto todas mis arrugas a que así es, ¿qué probabilidades habían de que eso pasara? Ella te desprecia, es el enemigo de tu Causa y representa todo lo que odias, lo mismo eres tú para ella, tú has logrado superar tus prejuicios pero quizá ella no lo logre. Comienzas a agradarle, sin embargo, y de eso al odio hay una abismal diferencia y preferencia. Nuestro Creador tiene sus formas de trabajar —continua, secándose las manos con una toalla y acompañando a Kandem a la salida—, sólo hay que saber confiar y ver las señales.

—La Noche de la Penumbra fue decisivo, creo que allí demostró que comienza a entender cómo pensamos, o al menos a no estar en nuestra contra; eso es una señal.

—Entonces deja de preocuparte y confía, confía en que ella sabrá entender si le muestras, si le permites ver con sus propios ojos lo que es el sur y lo que esta Soberanía le hace a quienes no están de acuerdo con sus mandatos.

—Gracias, Enser. —Asiente como una despedida, para volver junto a su escolta y fijar un rumbo nuevo: Hacia el orfanato, hacia ella.

La ve desde la entrada enrejada, inspeccionando el nuevo techo y la estructura frontal, los niños revoloteando en los patios y a su alrededor algunos curiosos atentos a cada tintineo del oro que cuelga de sus faldones escarlata, las botas blancas debajo se confunden con la nieve y la sayuela a juego le resalta la curva de sus pechos cuando se perfila. Kandem toma aire y llega a su lado, el gesto delata su sorpresa, aunque la caravana de los administradores que lo vieron venir ya la había alertado de su presencia.

—¿Qué haces aquí?

—Mi Señor, es un placer tenerlo de regreso —dicen en cambio los administradores del orfanato; ella se estruja las manos enguantadas unas con otras.

—¿De regreso? —inquiere ella—. ¿Cuándo viniste?

—El Señor de Senerys nos visita casi todos los días, ésta mañana lo tuvimos por aquí inspeccionando la construcción de los cuartos interiores —explica el mismo caballero.

Cuando Lessany gira su cuello con asombro, el oro de sus aretes castañea y sus ojos desprenden un par de destellos veraniegos; Kandem sonroja y asiente en agradecimiento al administrador.

—Así que has venido a mis espaldas —sonríe ella, cruzando sus brazos—. No te habrás inmiscuido en mis arreglos a la segunda planta del Baluarte también, ¿o sí? Te recuerdo que el proyecto de las Damas de Senerys y la colección de primavera es mío.

No sólo Kandem comparte una sonrisa sino que los administradores hacen un fuerte intento por ocular las suyas también ante la osadía de la Dama, aunque él tiene muy claro el carácter de Lessany ya y cuándo debe tomar una frase mordaz como una simple picardía y cuándo como una afrenta.

—Renner inspeccionó por mi el cargamento de textiles y equipo —explica sin dar largas al asunto—, pero, descuida, es tú proyecto. Hyla —dirigiéndose al administrador—, ¿nos muestras el interior?

—Por supuesto, mi Señor —reverencia con formalidad, abriendo las puertas al salón principal para ellos, donde había celebrado la primera visita y ahora luce completamente distinto: Iluminación eléctrica apropiada, paredes reforzadas y ventanas claras; los pasillos que llevan a las habitaciones de cocina, lavandería y bodega lucen más amplios, detrás, chiquillos corriendo les obligan a apartarse de su camino; las habitaciones que en tan malas condiciones habían encontrado ahora cuentan con calefacciones y nuevos camarotes, los salones de estudio con mobiliario de calidad fueron importados desde Mandess.

—Es impresionante —dice ella, deslizando una mano por la madera pulida de un gran escritorio donde los niños harán trabajos manuales, las ventanas permitiendo el paso del brillo solar que refleja la nieve, iluminando sus joyas—. Te prometo que todo lo que invertiste en esto será recuperado durante los primeros tres meses de lanzamiento oficial de la colección.




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