LESSANY
La estructura está erigida sobre una roca alargada y en dirección descendente según la ladera de la montaña, pero su arquitectura tan perfecta le da rectitud. Tiene forma cilíndrica, sin murallas ni compuertas, abarca poco más de veinte metros de diámetro y la única forma de entrar a simple vista son los cuatro balcones de la segunda planta erigidos hacia los cuatro puntos cardinales. Los balcones no tienen barandales ni ninguna protección, tampoco se ve ninguna sombra o signos de vida en el interior, pese a esto Lessany sabe que deben estar alertas.
—Parece vacía, tenemos que entrar a registrar —susurra Naystesss, también a su lado, oculto entre los helechos escarchados y detrás de fríos robles. Los ojos azules de Lessany no se despegan de las paredes azuladas y blancas de la estructura, cada vez que el sol penetra entre las nubes y el follaje éstas parecen crujir y moverse con vida propia—. Estoy seguro que esto no estaba en los mapas.
—Ellos lo hicieron —explica, obteniendo miradas angustiosas e incrédulas de sus hombres de armas—. Esos son sellos de fundación en las bases de la estructura —señala hacia uno de los pilares. Les da indicaciones a que se retiren con ella hacia el terreno que han resguardado más en las entrañas del bosque, donde pueden hablar y resguardarse de la tormenta. Dos centinelas se quedan para dar aviso de cualquier movimiento—. El sello que encontramos en Mandess es una de las invocaciones que los fiat lux hacen cuando han perdido una batalla, prefieren la muerte antes que ser capturados. “El sacrificio de los leales es el regocijo en el Creador”, como un sacrificio se autoinmolan antes de entregarse, y si allí dentro encontramos a uno solo de ellos es lo que harán, ¿entienden?
—Habrá que matarlos antes —añade Asthor, a lo que ella asiente.
—Nos dividiremos en cuatro grupos de seis y atacaremos a cada uno de los balcones, es importante que por cada fiat lux hayan tres o cuatro de nosotros, es la única forma en que tendremos una posibilidad de derrotarlos. Asthor, Nay y Fassel irán al mando de los otros tres grupos. —Los señalados asienten—. Omai te quedas en tierra resguardando el perímetro, y atento para evacuar a cualquiera que logremos rescatar. Cuando de la señal, atacamos al mismo tiempo, ¿entendido?
No puede verlos, pero sabe que sus hombres están ocultos entre los árboles y la escarcha, espera que también los fiat lux no sean capaz de saberlos allí, sino, estarían yendo hacia una trampa. La brisa trae consigo por vez primera un sonido proveniente del interior de la pequeña fortaleza, alertando a sus acompañantes. «Es hora». Toma el arma enfundada en su cadera izquierda y la desensambla con prisa, hasta separar el núcleo que le da energía, ésta es una pequeña gema apenas más gruesa que su meñique y larga como su pulgar, fría y con una luz palpitante proveniente de su interior, la energía que contiene se condensa a través del estabilizador del arma, pero cuando la corteza de la gema es manipulada se vuelve peligroso. Deshaciéndose del resto del arma, ahora inservible, con su daga abre una pequeña abertura en el centro, un rayo de luz emerge y vuelve a apagarse con timidez, pero la gema comienza a aumentar su temperatura.
—¿Qué hace? —inquiere Konnor a su lado, más inquieto que Medialuna bajo sus piernas. Ella se limita a guardar la daga, sacar el arco de caza de la montura.
—Prepárense —dice sin más, tensando el arco cuando la temperatura del núcleo va subiendo gradualmente y comienza a atravesar los guantes blancos. Sus hombres responden tensándose y cargando sus armas de energía mientras ella tensa el arco y sostiene, sostiene, sostiene… Siente el calor en su mejilla y el escozor en los dedos a través de los guantes. Suelta… El pequeño cilindro se pierde en el aire, muy hacia arriba de la edificación. Ella aprovecha a guardar el arco, colocarse el casco y arriar a Medialuna. La explosión a varios metros sobre el baluarte y su grito de guerra comienzan el ataque al momento en que una figura alta y maciza emerge en el balcón del sur con la mirada distraída hacia el cielo un momento antes de dar la alarma a los demás en el interior.
Los arpones de los balcones norte, este y oeste se ensartan en las paredes como anzuelos en las fauces de un pez y los hombres comienzan a escalar mientras la retaguardia abre fuego contra los cuatro flancos de la fortaleza. Lessany mantiene sus ojos fijos en el fiat lux en el flanco sur, donde el ser despliega un escudo azulado semitransparente que bloquea los ataques de su retaguardia, Medialuna galopa con velocidad hasta unos metros de las paredes, donde Lessany se yergue en la montura, las pequeñas escamas de la armadura vibran y se retuercen cuando salta y cae con su peso sobre el fiat lux, rodando por el suelo hasta recobrar el equilibrio.
Los ojos azules del ser la enfocan y con prisa dirige una de sus manos a su espalda, al mismo tiempo ella saca su arma de energía de la cadera derecha y dispara varias veces hacia él, pero la velocidad del contrincante es tal que esquiva los rayos de luz y desenrolla un largo látigo blanco que enrolla alrededor de la mano con que sostiene el arma y la agita, obligándola a dejarla caer y atraerla hacia así para comenzar el intercambio de golpes y ganchos reacios y firmes, poco fluidos pero que ella intercepta y esquiva.
Los arpones de sus compañeros de armas se incrustan en la pared y se escucha afuera los gritos de pelea y disparos. En esa pequeña sala, su contrincante logra hacerse de largo alcance de nuevo y el látigo vuelve a agitar el aire y enrollarse alrededor de su cuello, cortándole la respiración, cae de rodillas en el suelo cuando él pretende acercarse y acabar con ella haciendo que un pequeño puñal emerja de su mano izquierda, sus dos hombres ya han llegado a la cima y lo distraen lo suficiente para que ella haga uso de su espada y corte el extremo del látigo y arremeta contra él, traspasándole el pecho desde la espalda. Sus dos compañeros de armas se terminan de desangrar en el suelo junto al fiat lux, ella se gira entonces hacia la estructura, encontrando un pasillo central que conecta las cuatro entradas y una escalerilla hacia una tercera planta.