Luxor: Ascenso

XLIX.

LENSER

 

No es visto con buenos ojos por nadie excepto ella. Desde el barbón trenzado llamado Mant, hasta el gangoso de la nariz deformada que llaman Fassel. Puede comprenderlo, ya ha estado en esa situación con anterioridad, teniendo que pretender frente a los grandes señores que él no es nada más que un sirviente para ella, mostrando sumisión y obediencia incondicional, pero con lo que no puede es con la idea de compartirla. 

Verla en sus brazos, verla entregarle sus besos y recibir sus caricias, la forma en que la mira y le habla cuando nadie está cerca… Le repugna, le cela, le hierve la sangre y le sube la bilis a la garganta. Sabe que no ha sido el único en su vida, sabe que ha habido otros pero… hay un voto sagrado de por medio ésta vez, ella le ha tenido que entregar más que su cuerpo: le ha entregado parte de su ser, de su libertad, de su esencia, y ella no se lo merece, ella se merece alguien que la ame libremente. 

Además de ella, en aquella campaña están los tres alto mando: el toro trenzado, Mant de Bernon, el Señor de la Rebelión, Kandem, y su Primer Hombre, Renner, además, acuerdan que el encargado de las comunicaciones de la partida ahora completa será Linas, por parte del Señor de Senerys. A él y a los otros cuatro miembros de la escolta de la Dama los dejaron afuera, abrazados por la tormenta y las capas que ondean al viento, las piernas le duelen, las botas son de buena calidad, para variar, pero la debilidad le pasa factura.

—Marlus —dice Linas al emerger de la campaña—, te llaman.

—Yo que me empezaba a divertir —murmura, sintiendo las malas miradas de los tres al pasar, así mismo, más allá la escolta del Señor le dedica malas miradas. «Ésta gente…»—. Mis Señores —dice, asintiendo al entrar y manteniendo la postura firme junto a la entrada que Linas vuelve a cerrar y a ocupar un asiento a la derecha de Mant. A la izquierda de la Dama hay un banquillo bajo vacío al que le invitan a ocupar. 

—Necesitamos saber cuántos viajes puedes realizar hasta éste punto —dice el Señor de Senerys, sin dilatar más el tiempo. Con su dedo señala un punto en el mapa holográfico desplegado a unas pulgadas del suelo, el punto es la continuación del Camino Oficial que une el este con el sur, éste camino atraviesa Anerys por el corazón. Extiende sus manos enguantadas y manipula el mapa para ver la distancia y hacer un cálculo matemático en su mente.

—¡Meh! cuatro, dos de ida, dos de regreso —responde con un gesto  de vaguedad. Al alzar la mirada hacia el Senerys obtiene un brillo de irritación en sus ojos negros.

—Necesitamos precisión —sentencia. Al esposo de su amante no le agrada, eso queda claro. 

—Pensamos llevar la máxima capacidad de carga en la nave hasta fuera del paso de las montañas, así las fuerzas de infantería pueden movilizarse más rápido por tierra —explica ella—. ¿Afectaría eso el tiempo de vuelo? 

—En lo mínimo quizá, la nave tiene una función de ahorro de combustible que se activa cuando la carga llega a su máximo. Además, sin importar el peso, cuando se acaba el combustible, la carga de reserva permite a los motores funcionar por veinte minutos más para buscar un punto de aterrizaje de emergencia. 

—Aun así —sentencia el toro trenzado—, si movilizáramos los suministros y una guarnición para protegerla y montar el campamento mientras llegamos, no sería suficiente para protegerla de un ataque de Anerys y no llegaríamos a tiempo.

—¿Por qué no eligen éste punto? —interrumpe él, señalando el final del paso de las montañas por la Fortaleza del Vigía, la misma ruta en la que ya se encontraban. De seguir la ruta nueva, tendrían que retroceder—. Usando ésta ruta puedo hacer cuatro viajes de ida y cuatro de regreso sin problema, es menos distancia y el terreno es mejor.

—Hay nieve y roca bloqueando el camino, es imposible que podamos seguir adelante por éste camino —explica el Bernon, luego se gira hacia su Señor—. También está el asunto de los problemas que traerá el haber secuestrado una nave de la Soberanía.

—¿Sugiere que debí pedir permiso, Señor de Bernon? —inquiere Lessany, al extremo derecho del Señor—. Vi una oportunidad y la tomé, debido a las circunstancias fue la mejor opción. Tenemos el tiempo en contra.

—No necesito que me lo recuerde.

—Muy bien, entonces derribemos la nieve y la roca —interrumpe el debate de poderes haciendo un gesto obvio con la mano—. La nave tiene armas de defensa, podemos sobrevolar en el primer viaje y abrir fuego, si se derrumba, continuamos con la ruta más corta, recuperamos tiempo y salvamos a todos, ¿no?

—¿Es posible? —inquiere el toro trenzado—. Es roca y hielo prácticamente. 

—Es posible, sí. O hay que intentarlo. 

—Vale, yo creo que es la mejor opción. ¿Renner? —pregunta ella hacia el pelirrojo, éste intercambia miradas hacia el mapa, él y ella, su Señor… «Sólo falta que mire al Cielo y busque inspiración»

—Es la mejor opción, pero mi Señor tiene la última palabra.

Ahora, todos se concentran en el Senerys, y éste siente.

—Está dicho, preparen a sus hombres para el primer viaje. Partimos en veinte minutos.

La sala se despeja, el aire frío vuelve a entrar cuando Bernon y Renner salen de primeros, luego Linas y él le siguen, pero al escuchar que Kandem la llama a solas, vacila y gira de medio cuerpo para husmear y ver cómo la toma de la cintura volviéndola a besar.

 

LESSANY

 

—No quiero que estés allí, quiero que estés en una campaña alejada de todo el peligro. —Tras separarse de ese beso húmedo y tibio, ella se da cuenta de dos cosas: no le molesta en absoluto su aspecto, sus rasgos de raza, y que, de cierta forma, lo extrañó como si hubiese pasado mucho tiempo desde que se separaron. Luego, cuando él abre la boca lo envía todo a la mierda y su orgullo se ve herido.




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