Luz

Capítulo 3

Los días pasaron y ya no supo nada del hombre misterioso, aunque si bien no había podido sacárselo de la mente. En esos días había hablado más con Sarah por teléfono y mediante mensajes de texto, que en el pasado.  Al parecer su amistad había vuelto con normalidad, pero esta se vería interrumpida muy pronto, pues Sarah había aceptado un trabajo en una ciudad a 600 kilómetros de ahí. El trabajo era un sueño: presidenta de la “Organización de comunidades unidas por un cambio”, que abarcaba todo un Estado. Este puesto siempre lo había deseado, pues su carrera estaba enfocada al trabajo social y comunitario, y había hecho muchos méritos para lograrlo. El irse un poco lejos de su familia, aunque no los viera mucho, y amigos le era un poco difícil, pero Day le había hecho entender que trabajar en eso era lo que siempre había deseado, además de que el sueldo era buenísimo incluyendo casa, auto y demás lujos. Tenía que aceptarlo, así que le hizo caso y lo aceptó.

En cambio, Day tenía un trabajo bueno aunque no era el que había deseado siempre. También se había especializado en trabajo social y comunitario, pero ella solo se había conformado con un puesto local: trabajaba en una organización pequeña que investigaba las necesidades de su ciudad en cuanto a lo rural y a lo urbano, y planeaba estrategias para lograr avances; mucha gente lo veía aburrido, pero Day estaba contenta con ello. Ya había escalado algunos puestos, soñaba con ser la presidenta de la organización. Aunque, definitivamente, no era algo que le quitara el sueño.

Era lunes y Day estaba a punto de entrar a junta en el lugar donde trabajaba, le tocaba exponer una investigación. Tenía las manos atiborradas de papeles y estaba batallando un poco para equilibrarse y además poder tomar su computadora portátil que necesitaba para la presentación. Dio un pequeño salto cuando su teléfono celular vibró dentro del bolsillo trasero de su pantalón.

—¿Qué pasa? —contestó Day un poco enojada después de haber puesto de nuevo todos los papeles en su escritorio.

—Day, sucedió algo —era Sarah.

—Estoy a punto de entrar a junta. ¿Qué sucede?

—Es Trent… pasó algo. Summer se fue.

—¿Cómo que se fue? Sarah, explícate, voy tarde —dijo mientras miraba su reloj.

—Summer lo dejó, se fue a España con otro… pero eso no es lo peor: dejó a Lily aquí, con él.

—Pero, ¿cómo? ¿Se fue? ¿Y cómo está Trent?

—Devastado, me habló llorando. Dijo que quería hablarte a ti, pero no se atrevió.

—Tenemos que ir a verlo, saliendo del trabajo voy a su casa. Me tengo que ir, al rato te llamo.

Tomó todo otra vez, esta vez colocando la computadora debajo de todos los papeles y corrió hacia la sala de juntas.

“Estoy afuera de tu casa, Trent ¿puedes salir? Si estás ocupado, vengo mañana” Day pulsó el botón de enviar en su celular y en menos de un minuto él se estaba asomando por la puerta principal haciéndole un gesto para que entrara.

—¿Cómo estás? —dijo Day al entrar a la casa, Trent estaba tratando de darle papilla a la bebé y tenía, definitivamente, más comida en su propia ropa que en el frasco o incluso en el estómago de su hija.

—Agotado, es el primer día de ser padre soltero y parece que ya pasó toda una vida —dijo un poco triste.

—Me imagino, pero… bueno, me refiero a… ¿Cómo estás?

Trent la miró directamente a los ojos por unos segundos y una lágrima cayó por su mejilla.

—Gracias por venir, Day. Estoy… la verdad que estoy aterrado y muy triste. Te juro que no sé cómo pasó todo, ayer por la mañana ahí estaba Summer —señaló a la cocina—diciendo que me amaba y que no podría vivir sin nosotros dos, y hoy ya no estaba. Se fue con su jefe a España. Y no precisamente a un viaje de negocios, al hombre le dieron un puesto en las oficinas de allá y pues de alguna manera convenció o sedujo a Summer.

—¿Se despidió?

—No, ni siquiera se despidió. Dejó una nota, toma —le extendió una hoja de papel escrita con letra muy pulcra en tinta azul.

“Trent,

Discúlpame por esta nota, y discúlpame por lo que estoy a punto de hacer. Saúl se va a España a trabajar y me voy con él; no quiero ni tu infelicidad ni mi infidelidad. Dale un gran beso a Lily, yo sé que va a crecer bien a tu lado.

Adiós.”

Day la leyó un par de veces, no tenía ni idea de qué decir o hacer en este caso en particular. Debía ser muy difícil pasar por esto, había muchas mujeres solteras y ellas se hacían cargo de la casa, gastos, hijos y de todo; pero en un hombre era otra cosa. Era bien sabido que los hombres sólo pueden hacer una cosa a la vez, entonces, ¿cómo diablos le iba a hacer Trent para trabajar, cuidar a su hija y mantener la casa en orden? Trent era huérfano y prácticamente no tenía familia en la ciudad, sólo una tía loca que estaba obsesionada con su tienda de antigüedades. Summer sí tenía padres y hermanos, pero todos vivían en una ciudad al sur del país, a unos mil kilómetros o más. Además de que estaba segura que Trent no iba a dejar que alguien de la familia de ella le ayudara con su hija.

—Yo te puedo ayudar con Lily —se le salió a Day y ya no supo cómo remediarlo, la verdad que no había querido decirlo, no tenía tiempo para cuidar a un bebé—. Es decir, tengo mucho trabajo, pero puedo darme algún tiempo para ayudarte en llevarla e ir por ella a la guardería. Está en guardería, ¿cierto?

—Gracias, Day. En serio gracias por ofrecerte, en realidad no había pensado en eso, con tanto trabajo no sé qué cómo hacerle en llevarla y traerla a la guardería. Ahora el problema serán mis viajes constantes por el trabajo. Pero ¡uf! Es algo que debo resolver, de ahora en adelante mi vida ha dado un cambio total y me debo adaptar, ¿o no?

—Claro, tú podrás con esto y yo estoy aquí para ayudarte. Cuando tengas algún viaje ya lo resolveremos juntos.

Trent se acercó para darle un abrazo típico de él, pero se retiró justo a tiempo.




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