Luz

Capítulo 8

“Leonard”, lo invocó una noche en que no podía dormir. “Leonard, necesito verte”.

Estaba pasando por un mal momento. En cuanto Leonard la había tocado por primera vez, Day supo que él era el hombre de sus sueños, aunque esta fuera una etiqueta tan común para llamar a esa persona especial, ella sabía que él era el indicado. Solo que Leonard lo estaba haciendo todo muy complicado: sus apariciones y desapariciones extrañas eran bastante misteriosas. Day sabía que él tenía interés en ella pues se lo daba a entender indirectamente pero, aunque ella así lo creía, él en realidad no le había dicho nada directo y el beso quizá no significaba nada para él.

El sueño que había tenido con él había sido muy extraño, demasiado extraño, pero había parecido real en el momento. Había querido consultar su significado: ella estando con él en ese bosque tan conocido, y ¡él contándole un cuento! ¿Qué podría significar? En el pequeño librero que tenía dentro de su recámara había dos libros que hablaban acerca de los sueños y sus significados, en ocasiones los había consultado y el significado de ellos se acercaba mucho a lo que estaba pasando con su vida. No creía en ellos como si fueran algún tipo de presagio, pero sí creía que tenía que ver con cosas que sucedían en su interior, en su subconsciente. Tanto misterio le daba dolor de cabeza.

En realidad no la estaría pasando tan mal si no estuviera viviendo toda esa situación de ser madre de la hija de Trent, porque así se consideraba. Además, Lily ya había dejado claro que la veía como su mamá, ya que unos días antes había soltado la palabra “mamá” frente a ella mostrándole una gran sonrisa. Lo bueno había sido que estaban las dos solas y no se encontraba Trent por ahí, no quería ni pensar lo que hubiera dicho o pensado él. Por otra parte, Day se emocionó y le dio un beso en la frente a la pequeña.

El problema era que, ahora, con toda esa situación, se sintió atraída a formar una familia; sabía que eso era lo que Trent quería. Quizá no fuera para casarse al día siguiente, pues Trent seguía casado legalmente con Summer, pero sí de formar una familia entre los tres justo como lo estaban haciendo hasta ahora, pero quizá incluyendo una mudanza o algo parecido. Ella ya tenía las llaves de su casa, usaba su coche, cuidaba a su hija, vamos ¡hasta le hacía de cenar de vez en cuando o le lavaba la ropa cuando él lo olvidaba!

Aceptar a Trent era una opción muy buena, estaba segura que en poco tiempo podía llegar a amarlo de verdad, pero deseaba con todo el corazón que llegara Leonard y la descartara. Haría cualquier cosa por él, ahora lo sabía. No lo conocía, no sabía su apellido, de dónde era, en qué trabajaba, cuál era su libro favorito, no sabía nada de él, pero sí sabía perfectamente que si él moría, ella moriría con él. Así de sencillo.

Esa noche su celular timbró justo cuando apenas comenzaba a dormirse, ya había comenzado un sueño ligero en el que Leonard le acariciaba el cabello. Automáticamente pensó en Sarah y buscó su celular entre las sábanas. Número desconocido marcó en la pantalla y seleccionó la opción de rechazar, no acostumbraba contestar números desconocidos.

“Contesta, por favor. Soy Leonard”. Decía un mensaje de texto que llegó enseguida.

Al primer timbre contestó, en efecto era él. No tuvo tiempo ni para pensar cómo había sido que él había conseguido su número de celular, solo se limitó a sonreír como boba, como si él la estuviera viendo. Quedaron de verse al día siguiente para cenar en un restaurante a la orilla de la ciudad que tenía pinta de ser extremadamente lujoso.

“¡Tengo una cita con Leonard!” Dijo muy emocionada y sólo moviendo los labios para que sus padres no la escucharan.

Ese día en el trabajo, a la hora de la comida, había aprovechado para ir a una tienda de ropa muy costosa que estaba cerca de ahí. Day era la peor mujer para elegir ropa bonita y elegante, pero a falta de su amiga Sarah, tuvo que ir ella sola y pedirle ayuda a la chica que trabajaba ahí. Entre las dos eligieron un vestido sencillo pero demasiado elegante, era uno gris ceñido al cuerpo y hasta la rodilla, tenía un leve escote y las mangas muy cortas. La chica también le había sugerido unos zapatos hermosos pero demasiado altos para Day, al fin terminó comprándolos pues no tenía otros que le hicieran juego a ese hermoso vestido.

Así que esa noche, Day lucía como una verdadera princesa sin el vestido largo y pomposo. Carol moría de ganas de saber con quién iba a salir, pues nunca había visto a su hija vestida de tal manera.

—¿Vas a salir a algún lado con Trent? —le preguntó Carol a su hija esa noche, pero Day no tenía ganas de dar explicaciones y no contestó—. Te estoy preguntando algo, Day —insistió Carol.

—No, mamá —dijo rendida—. Iré a cenar con… un compañero de trabajo.

Carol estaba intrigada y Day lo sabía, aunque no por eso se iba a sentar a contarle a su madre acerca de Leonard y de lo guapo que era.

—Mamá, ¿te puedo preguntar algo? —quiso cambiar de tema.

—Claro, hija. Dime.

Pensó un poco como podía formular esa pregunta, no quería verse muy desesperada o muy tonta por hacerla, así que sólo la soltó.

—¿Cómo fue que se decidieron tú y papá para ponerme este nombre?

—¿A qué te refieres? —preguntó mientras se quitaba los lentes que usaba cuando se ponía a leer o a coser en su antigua máquina heredada por la abuela.

—Me refiero a ¿por qué me pusieron este nombre?

—Pues… Day es muy bonito nombre ¿no te gusta? —la miró unos segundos como queriendo sacar una conclusión—, significa luz, día. Tú eres nuestra luz que ilumina nuestros días.

—¡Ah! —dijo tratando de sonar amable para que su madre no supiera que se había llevado una desilusión. Leonard le dijo una vez que debería preguntarle por qué le había puesto ese nombre, y de alguna manera había deseado encontrar una maravillosa historia. Pero no, simplemente les había gustado el nombre y sólo eso.




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